Marlaska escurre el bulto

El ministro del Interior vuelve a ser reconvenido por el Tribunal Supremo, pero la red social se enreda en Urtasun y Bolaños

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, este martes durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados.FERNANDO ALVARADO (EFE)

Hay gente sensata que no entra en X, la antigua Twitter, ni de visita. Y hay otra gente que da la impresión de que siempre está pendiente de lo que sucede en esa caldera hirviente. No hay más que fijarse en cualquier tuit medianamente ingenioso o polémico: ni dos segundos después ya hay alguien que ha desenfundado. Los tuits más comentados de las últimas horas tienen su origen en diferentes intervenciones de miembros del Gobierno por diferentes motivos. La del ministro de Cultura, para hacer cuchufletas; la del ministro de Presidencia y Justicia, para algo peor. Ernest Urtasun, que está en el ...

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Hay gente sensata que no entra en X, la antigua Twitter, ni de visita. Y hay otra gente que da la impresión de que siempre está pendiente de lo que sucede en esa caldera hirviente. No hay más que fijarse en cualquier tuit medianamente ingenioso o polémico: ni dos segundos después ya hay alguien que ha desenfundado. Los tuits más comentados de las últimas horas tienen su origen en diferentes intervenciones de miembros del Gobierno por diferentes motivos. La del ministro de Cultura, para hacer cuchufletas; la del ministro de Presidencia y Justicia, para algo peor. Ernest Urtasun, que está en el Ejecutivo por la cuota de Sumar, dijo el lunes que su departamento creará “espacios de diálogo e intercambio” para superar “un marco colonial anclado en inercias de género o etnocéntricas” en los museos españoles que ha lastrado “la visión del patrimonio, la historia y el legado histórico”. La Agencia EFE reprodujo en su cuenta de X un tuit en el que se hacía mención a lo del “marco colonial anclado en inercias de género o etnocéntricas”, y el que disparó primero fue el tuitero Chino de China: “La culpa es de la maría”.

La frase del ministro Urtasun, que no se sabe si la había meditado antes o le salió de natural, se parece a aquella de Íñigo Errejón: “La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación–apertura”. El tuit de Errejón es del 19 de junio de 2015, a eso de las diez de la noche. Una de las primeras respuestas fue de Pablo Iglesias, en plan buen rollo: “Ser intelectual es jodido, Errejón. Ya lo sabían en Amanece que no es poco”. Errejón le contestó: “Jejeje. A propósito, supongo que me respetaréis, ¿no?”. Resultó que no, pero aún era pronto para sospecharlo. Tiempos felices, humor de altura.

La segunda intervención de las últimas horas es de Félix Bolaños, y resulta más difícil de explicar. O más fácil, según se mire. De unos meses para acá, los dirigentes del PSOE se ven obligados a hacer contorsiones dialécticas al borde del abismo para intentar explicar lo que solo tiene una explicación: la ley de amnistía será, y será además como diga Carles Puigdemont, que es quien tiene las llaves de La Moncloa. Tal vez sería más fácil explicarlo así, y hasta más fácil de entender y de ir asimilándolo: “Señoras y señores, amado público. Esto es lo que hay”.

Es exactamente lo que hace, sin necesidad de decirlo, Fernando Grande-Marlaska. El Tribunal Supremo confirmó el lunes que la devolución de menores desde Ceuta a Marruecos en agosto de 2021 fue ilegal, y reprochó al Gobierno la “absoluta inobservancia” de la ley de extranjería. ¿Y cual fue la explicación que dio el ministro del Interior, quien, por cierto, une a su condición de político, la de juez? Pues que “las autoridades [así, en tercera persona, como si no hubiera sido su ministerio] actuaron en todo momento con el convencimiento pleno de ajustarse al ordenamiento jurídico y siempre bajo el principio del interés superior del menor”. Si leen la crónica detallada de María Martín, descubrirán que no fue exactamente así, pero qué más da. Ya hubo otra ocasión —tras la destitución del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos— en la que el alto tribunal le enmendó la plana a su excompañero, pero tampoco entonces se planteó dimitir.

Bien es verdad que al menos en X —y esperemos que no en el mundo sensato— se presta más atención a los desatinos dialécticos de Urtasun o Bolaños que a la suerte que, por culpa del Ministerio del Interior, puedan correr 45 chavales marroquíes.

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