La ‘rabieta’ de Podemos con Yolanda Díaz
La vicepresidenta segunda se ha convertido en la horma del zapato de su socio en Sumar en lo que a las luchas de poder se refiere
Podemos se huele que Yolanda Díaz podría dejarles sin ministerio, de prosperar otro Gobierno de coalición. Los mismos que tras el 15-M decían que la política no va de sillones proclaman ahora que las caras importan para materializar los acuerdos. Y la verdad es que Díaz se enfrentará pronto a la rabieta de su socio para no caer en la irrelevancia en el Congreso. Aunque sería un error subestimar a la vicepresiden...
Podemos se huele que Yolanda Díaz podría dejarles sin ministerio, de prosperar otro Gobierno de coalición. Los mismos que tras el 15-M decían que la política no va de sillones proclaman ahora que las caras importan para materializar los acuerdos. Y la verdad es que Díaz se enfrentará pronto a la rabieta de su socio para no caer en la irrelevancia en el Congreso. Aunque sería un error subestimar a la vicepresidenta en su capacidad de torear a Podemos.
Basta analizar la hemeroteca. Ione Belarra copaba portadas la semana pasada por su choque con la Embajada de Israel en España. El partido volvía a la palestra en una causa tan significativa para la izquierda, noqueando el protagonismo de Sumar. Sin embargo, Díaz les recordó que no es una principiante en eso de gestionar el poder. España amaneció esta semana con un acuerdo para reeditar la coalición de gobierno, al tiempo que Irene Montero afirmaba “no tener información” del detalle del texto. Podemos ha aprendido la diferencia entre la presencia mediática y la influencia política.
Así que Díaz ha echado callo en eso de lidiar con Podemos: ya dejó a la ministra de Igualdad fuera de las listas, al considerarla un lastre electoral. Podemos tampoco se presentó en solitario el 23-J, asumiendo de forma tácita que no le iría mejor, tras haberse hundido en plazas clave como Euskadi o Galicia. Lo que viene ahora es un cálculo de utilidad sobre la conveniencia de que Podemos tenga o no ministerios. La relación entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se antoja más calmada sin ellos y existiría el riesgo de que esa pax se vea alterada.
Aunque un ministro de Podemos tendría algunas ventajas. Hay quien pretende convertir esta legislatura en una impugnación a las decisiones de Sumar. Ruido habrá de todos modos, pero podría quedar deslegitimado si la formación tuviera responsabilidad en el Ejecutivo. Luego está la cuestión sobre la disciplina de voto. Dice Pablo Iglesias que los apoyos podemistas están garantizados para la investidura. En cambio, sería menos probable que se desmarcaran en las leyes que están por venir si Podemos fuera parte del Consejo de Ministros.
Pese a ello, Sumar tiene varios mecanismos para amortiguar la disidencia en el Congreso, aun dejándoles fuera de La Moncloa. Si los cinco diputados de Podemos quisieran romper la disciplina de voto o irse al Grupo Mixto, podrían llegar a perder parte de la financiación que reciben por formar parte del grupo de Sumar —así lo ha recordado Ada Colau, para enfado de Iglesias—. Díaz podría amarrar los escaños de Podemos mediante la amenaza de sanciones o expulsión de sus cargos. Con las cosas del comer no se juega.
Otra carencia de Sumar con respecto a Podemos es que no mantiene tanta sintonía con ERC y con Bildu. Los tres partidos trataron de hacer piña en la anterior legislatura para arrastrar al PSOE a posiciones maximalistas. Gabriel Rufián se entiende aún mejor con Montero que con Díaz. La influencia de Podemos sigue siendo fuerte en ese espectro, así como su capacidad de arrastrar los votos de esos socios.
Sin embargo, Díaz ha encontrado una forma de neutralizar ese triunvirato con las izquierdas independentistas. Su viaje a Bélgica para encontrarse con Carles Puigdemont o la propuesta de Sumar sobre la amnistía serán algo incómodos para el PSOE, pero tal vez sirven para otros fines. Llevarse bien con Puigdemont es también una forma de ganarse simpatías en un partido clave para esta legislatura, sobre todo en la aprobación de ciertas leyes sociales. La prueba de que Junts tiene la sartén por el mango frente a ERC es que el partido de Oriol Junqueras está siempre la espera de saber su voto para posicionarse sobre cualquier tema.
En consecuencia, Díaz se ha convertido en la horma del zapato de Podemos en lo que a las luchas de poder se refiere. La izquierda salida del 15-M ha chocado de frente con la izquierda que lleva media vida bregándose en las instituciones y que sabe que la autoridad no es solo simbólica o mediática, sino que es tangible, se ejerce. Ya pueden montar líos en las redes que lo que cuenta es la fuerza imperativa de los hechos. Díaz lo sabe. Podemos se ha dado cuenta. Esa debe de ser la verdadera rabieta de Podemos con Yolanda Díaz, a la espera de saber si le conviene darle algún ministerio.
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