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Claudia Sheinbaum
Columna
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Para Claudia Sheinbaum: jefa del Estado mexicano. Mejts

Espero que las celebraciones de tu toma de posesión no opaquen la posibilidad de otros horizontes de lucha para las mujeres, que no sirvan para acallar las elecciones políticas de miles de mujeres que en este mismo territorio están construyendo otras herramientas

Claudia Sheinbaum, durante la presentación de miembros de su gabinete, el 27 de junio.
Claudia Sheinbaum, durante la presentación de miembros de su gabinete, el 27 de junio.Nayeli Cruz
Yásnaya Elena A. Gil

El patriarcado ha tomado a lo largo de la historia diferentes formas; como ya muchas mujeres lo han dicho, en especial la antropóloga kaqchikel Aura Cumes, del patriarcado surge un proyecto colonialista y de ese mismo proyecto nació el capitalismo: no podemos entender el patriarcado sin colonialismo ni capitalismo, estos últimos son solo manifestaciones del primero. Estos tres grandes sistemas de dominación están llevando al mundo a una catástrofe, estos tres sistemas son la enfermedad, el síntoma se llama emergencia climática. El modelo estado-nación es el que más se ha amoldado a estos sistemas de opresión.

El estado-nación fue, desde siempre, funcional al patriarcado. La noción de ciudadanía desplegada por el Estado mexicano excluyó de inicio a las mujeres, a la población indígena y a la población empobrecida. Tan claro es esto que las mujeres tuvieron que dar una ardua lucha para conseguir algo tan básico como el derecho a votar, ser votadas vino más tarde. Nadie nos peguntó por su diseño, no participamos en ese proceso. Por otro lado, el modelo estado-nación ha privilegiado históricamente la propiedad privada, en el Siglo XIX, sobre todo, los pueblos indígenas fueron despojados de la propiedad comunal de sus tierras, se les despojó de la posibilidad de controlar su territorio, control que se le ha seguido negando, pues fue excluido de la recientemente aprobada reforma indígena. Esto por supuesto afecta especialmente a las mujeres, el Estado ha reconocido como sujeto agrario sobre todo a los varones, en este país sólo tres de cada diez personas ejidatarias o comuneras son mujeres.

La arquitectura del Estado fue diseñada desde un modelo patriarcal para la concentración del poder en manos de una clase que se dedica a gobernar. Su lógica es distinta a las lógicas del cuidado mutuo sobre las que se basan otras organizaciones sociopolíticas, el cuidado de lo común de las lógicas asamblearias se opone ontológicamente a la arquitectura del Estado, por mencionar un ejemplo.

Bajo las premisas anteriores, ¿cuál podría ser el horizonte de lucha de las mujeres? Las conocidas palabras de Audre Lorde no pierden vigencia; si consideramos que el Estado es una herramienta del patriarcado, ¿servirá esta herramienta del amo para desmantelar la casa del patriarcado? La respuesta late detrás de tu toma de posesión y lo que en adelante suceda. ¿Te lo estarás preguntando? Para muchas mujeres hay demasiada evidencia de que las herramientas del amo son inútiles para desmantelar la casa del amo.

Una posibilidad es que estés tomando en tus manos esta herramienta del amo en calidad de infiltrada, posiblemente estás convencida de que con esa herramienta puedas desmontar la casa patriarcal o tal vez hacerla un lugar menos terrible para las mujeres, para las poblaciones racializadas y para las clases empobrecidas; crear un paréntesis para que el Estado sea menos hostil para el crecimiento de estructuras autónomas en donde el buen vivir y no el desarrollo capitalismo puedan florecer. Pero es posible que no, es posible que pienses como en tus declaraciones de hace unos días, que basta con nombrar los fenómenos de nuevas formas para que dejen de existir; es posible que pienses que dejando de llamar militarización al proceso mediante el cual se le da mando militar a la policía deje de ser militarización; es muy probable que pienses que al ser tú la primera jefa del Estado mexicano, y por consecuencia comandante suprema de las Fuerzas Armadas, la herramienta del amo se pondrá a tu servicio.

Hace unos años, una funcionaria del Instituto Nacional de las Mujeres se dirigió a mujeres indígenas que estábamos congregadas en un encuentro de comunicación comunitaria, nos dijo que estaba bien que participáramos cada vez más en las estructuras comunales de nuestros Gobiernos asamblearios, pero que deberíamos dar el salto, “deben participar en la política de verdad, la que hacen los partidos políticos”, nos dijo enfática. Nos estaba animando a tomar las herramientas del amo porque, al parecer, la estructura política que nos ha permitido resistir 500 años desde las lógicas del cuidado no eran herramientas de verdad para ella, no eran política de verdad.

Ahora que tomas una de las herramientas privilegiadas del amo en tus manos, una herramienta diseñada a medida de él, ¿te servirá para desmantelar su casa? Espero que las celebraciones de tu toma de posesión no opaquen la posibilidad de otros horizontes de lucha para las mujeres, que no sirvan para acallar las elecciones políticas de miles de mujeres que en este mismo territorio están construyendo otras herramientas, las propias, para enfrentar la crisis que viene y que cada vez más se está dejando sentir.

Seguramente has sentido la fuerza de la estructura patriarcal del Estado en tu carrera política, hoy que asumes la jefatura del Estado mexicano, tendrás la oportunidad de ver si el Estado puede ser tu herramienta o si tú misma te conviertas en la herramienta de esa casa, herramienta del estado-nación, esa casa del amo.

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