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CLAUDIA SHEINBAUM
Columna
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Claudia, la hora de gobernar

La secretaría de Hacienda no puede tener a un titular espectral. Y menos a uno sobre quien versan rumores no de ambición desmedida, sino de ganas de tirar la toalla

Claudia Sheinbaum
Rogelio Ramírez de la O y Claudia Sheinbaum, en junio de de 2024.Cuartoscuro
Salvador Camarena

En la Secretaría de Hacienda las cosas no han sido fáciles el último trimestre. Su titular ha dado tumbos y a 72 horas del cambio sexenal la presidenta no ha informado sobre quién ocupará el lugar número dos del equipo hacendario, una duda que genera inoportuna incertidumbre.

Gabriel Yorio, desde 2019 subsecretario del ramo en Hacienda, pasó semanas preguntando al secretario Rogelio Ramírez de la O con quién debía ver su entrega-recepción, ese proceso donde funcionarios clave ponen al tanto de su encargo a quienes les sucederán.

Ramírez de la O fue elusivo en sus respuestas. Aunque esta transición ha tenido un poco de todo, cosa que no es un halago, el errático desempeño del secretario puntea alto en las singularidades, por no llamarlas anomalías, vistas desde el 2 de junio.

Este año de importantes cambios, Ramírez de la O pasó de factor de gobernabilidad a motivo de suspicacias.

El tercer secretario de Hacienda del sexenio que termina fue invitado en plena campaña por la candidata Claudia Sheinbaum a permanecer en el puesto. “Me gustaría”, fue su respuesta cuando cuestioné directamente a la morenista sobre el tema el 10 de abril.

La decisión de la aspirante oficial agradó a la prensa económica; el sector del dinero expresó su aprobación por la continuidad de un tipo ortodoxo y serio; el problema es que al correr de los meses lo vimos desdeñar, por partida doble, una realidad evidente.

El secretario Ramírez de la O se volvió en un corto periodo noticia por su mutismo ante una serie de turbulencias, reales como la depreciación del peso y mediáticas por los temores ante el aniquilamiento del Poder Judicial, y porque de pronto el tema es que se él se va en diciembre.

Las versiones que alimentan el rumor de su renuncia provienen del propio Ramírez de la O, quien no habría escatimado sus expresiones al compartir su decepción porque la presidenta electa “no cumplía” el acuerdo de permitirle nombrar en ciertos puestos a gente de su gusto.

De forma que en vez de convertirse en un secretario que aprovechaba legítimamente el cargo que ostenta para disipar los temores que genera la alocada aprobación de la riesgosa reforma judicial, el titular del despacho gubernamental más delicado puso su energía en lamentarse.

Ahora sí que ‘haiga sido como haiga sido’ pero la realidad es: el primer funcionario que supo que tendría un alto cargo en el nuevo gobierno de Sheinbaum tiene hoy el equipo no solo incompleto sino sujeto a todo tipo de trascendidos. Al fin y al cabo la economía va bien (no).

Funcionario que tiene conciencia de que su encargo es eso, más que un trabajo personal una responsabilidad delegada, el subsecretario Yorio presentó su renuncia desde tiempo atrás. Reconocía así a la presidenta y al secretario. Pero éste no resolvió oportunamente.

Édgar Amador, a quien ahora se menciona para sustituir a Yorio, es conocido tanto de Sheinbaum como de Ramírez de la O y del propio subsecretario saliente. Y está hoy en el Banco de México, donde colabora eficientemente con la gobernadora Victoria Rodríguez.

De hecho, Amador y Yorio se vieron en estas semanas, cosa que oportunamente supo Ramírez de la O. Una cita de esa naturaleza debió haber abonado a una transición tersa en Hacienda. Salvo que el secretario nunca fue claro sobre qué deseaba… como hasta hoy.

Todo este episodio pone de manifiesto el crucial reto que tiene la presidenta de la República. Es un ejemplo muy claro, y ojalá que aleccionador, de lo que ha de demostrar muy pronto Claudia Sheinbaum: que puede gobernar, sabido como es que puede trabajar.

Famosa por su dedicación y obsesivo seguimiento a lo que delega, Claudia Sheinbaum tiene fama de trabajadora. Ese atributo está fuera de duda. A partir del martes habrá de demostrar que además de empeño, tiene talento para gobernar a su equipo y a la nación.

Porque una cosa es que el presupuesto de 2025 esté listo —aunque con un déficit que no cumpliría con el tres por ciento que Sheinbaum prometió—, y otra muy distinta es que Hacienda luzca fuerte en el umbral de un año, el primero de Claudia, económicamente muy difícil.

Es decir, si bien la presidenta ha estado al tanto del paquete económico de su primer ejercicio en Palacio Nacional, eso no significa que su equipo en Hacienda haya trabajado como a ella le hubiera gustado o que en estos meses genere la mejor de las percepciones.

La transición que no fue transición tuvo en los ‘retreats’ otro de sus ejemplos cuestionables. O al menos eso es lo que se dice con respecto a los que implicaban al equipo de Hacienda, en donde no pocas veces brilló por su ausencia Ramírez de la O.

Sheinbaum quiso que sus colaboradores se dieran el tiempo que a ella le fue escamoteado por las inopinadas giras; que se reunieran seguido quienes entraban y quienes salían para intercambiar información y generar conjuntamente análisis de sendas problemáticas.

En el caso de Hacienda, hubo ‘retreats’ en donde la actual secretaria de Finanzas de la Ciudad de México, Bertha Gómez Castro, que va a Egresos de la SHCP, tomaba nota a subsecretarios de Ramírez de la O que o ya tenían otra chamba o cero noticias de su futuro laboral.

Gobernar es mucho más que las mañaneras. Implica sobre todo lograr una percepción de control y poder. El secretario Ramírez de la O tendría que repensar muy bien la responsabilidad que asumió al aceptar permanecer. Y la presidenta lo mismo con respecto a él.

México no puede darse el lujo de tener en Hacienda a quien no deseé, de forma inocultable e incuestionable, servir a la presidenta para que ésta tome las mejores decisiones económicas en un entorno donde se habla de recesión y temores de inversionistas por cambios jurídicos.

Desde el 2 de junio algunos de los equipos de la presidenta han trabajado fortaleciendo expectativas. El caso de Luz Elena González en Energía es uno de ellos.

En sentido contrario, ¿alguien vio al secretario Ramírez de la O en modo proactivo ante la turbulencia cambiaria y acumulativas dudas de bancos y calificadoras sobre la fortaleza mexicana?

La responsabilidad, sin embargo, no es de Ramírez de la O. Es de su jefa, que pronto tendrá que demostrar, en Hacienda y en cualquier otro, que no solo trabaja mucho, sino que gobierna bien, para empezar a su equipo, y con una determinación que no tolera dubitaciones.

La secretaría de Hacienda no puede tener a un titular espectral. Y menos a uno sobre quien versan rumores no de ambición desmedida, sino de ganas de tirar la toalla.

Nadie dice que el secretario Ramírez de la O no trabaje, pero ¿será que está haciendo el trabajo necesario para que su jefa sea vista como enterada, poderosa y dueña de la situación en una materia que, por si fuera poco, no es su fuerte?

Y menos se puede decir que Claudia Sheinbaum no trabaje. Pero eso hoy no basta. Se trata de gobernar, de que nadie en su equipo se confunda creyendo que tienen una chamba trivial o de mera continuidad, se trata de no llegar improvisando el 1 de octubre.



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