Sexenio Morena: Insalubridad
¿Por qué no sabemos nada del finiquito del invento kafkiano, Insabi, a través de López Obrador o de sus allegados de salud?
Obsoleto y absurdo es reparar en los dichos de López Obrador en cuanto a sus sueños guajiros relacionados con la salud de sus votantes. Dinamarca, Canadá y el Reino Unido han quedado lejos: desde hace meses, el aún presidente ya no compara su sistema de salud con el de los países mencionados ni sus compañeros, ni corrigieron antes ni corrigen ahora los dictums de su patrón. Me sorprende el silencio de sus asesores; su currículo y experiencia son vastos. Desmentir es ético.
López Obrador ha olvidado momentáneamente su crítica al neoliberalismo en materia de salud. Con frecuencia, tiempo atrás, aupado por frases dicharacheras aseguró en varias ocasiones que el Seguro Popular ni era seguro ni era popular. Como en tantos otros rubros decidió destruirlo. Lo suplió por el Instituto de Salud para el Bienestar -Insabi-, cuya vida fue muy corta: inició actividades en enero de 2020 y cerró sus puertas en abril de 2023. La muerte precoz de un organismo tan necesario hiede. Su director, Juan Antonio Ferrer Aguilar, allegado del presidente, había trabajado en el Instituto Nacional de Antropología e Historia tanto en Chiapas como en Veracruz y en Tabasco.
Su experiencia en el universo salud era nula. No es lo mismo cuidar pirámides, aunque se sea quasi hermano de López Obrador, que administrar hospitales y tratar enfermos. Tras la extinción del Insabi poco se sabe de Ferrer y nada del dinero ahí invertido o malgastado o robado. Ético sería -el mandatario ama la honestidad, la ética y la moral-, saber en qué se gastó el dinero y adónde fue a parar lo que no se utilizó. Menudo reto, señor presidente. Bienvenida sería una mañanera dedicada al efímero, mediocre y surrealista Insabi. Juan Antonio Ferrer debería compartir la tribuna.
¿Por qué no sabemos nada del finiquito del invento kafkiano, Insabi, a través de López Obrador o de sus allegados de salud, empezando por el secretario, quien, sorprende, no le advirtió a su jefe del engendro que creó con tal de enterrar al Seguro Popular y así continuar con la destrucción de Instituciones, no todas corruptas, muchas indispensables?
Del Insabi nació IMSS-Bienestar, apéndice del IMSS, benemérita institución que sobrevive con dificultad por la falta de insumos. IMSS-Bienestar fue creado en el Distrito Federal, ahora llamada Ciudad de México por iniciativa del señor Mancera, en julio de 2024, a pesar de la agonía de su tutor, el IMSS. La nueva entidad se dedica a atender a los mexicanos que no tienen apoyo médico, cuya cifra debería producirle insomnio a AMLO y a su equipo: cincuenta millones no cuentan con seguridad social, cifra mayor que la de su antecesor, el fugado y mediocre Enrique Peña Nieto.
Con la finalidad de aliviar la situación de los mexicanos, sin posibilidades de atenderse con dignidad, México inició la importación -me apena el término- de médicos cubanos a partir de abril de 2020. El contingente inicial, 585 profesionales, se salvó de la hambruna en Cuba. Aunque los datos son confusos, diversos medios han anunciado, recientemente, la contratación de 2,700 médicos cubanos más para atender a la población mexicana desprotegida, sobre todo en la sierra de Guerrero. Terrible realidad: médicos hambrientos salvando vidas. Segunda terrible realidad: galenos cubanos desplazando a doctores mexicanos sin trabajo.
Oscura es la realidad mexicana. Más oscuro es el futuro. De un total de 127 millones de mexicanos, 47 perviven en situación de pobreza y 50 no tienen acceso a sistemas de salud dignos. ¿Qué hará la dupla López Obrador-Sheinbaum Pardo?
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