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Super Bowl LVIII
Columna
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A una semana del Super Bowl: un juego que ya es de película

Caiga para donde caiga la moneda, pues, tendremos cuento para rato

Super Bowl
La fachada del Allegiant Stadium, en Las Vegas (EE UU), sede del próximo Super Bowl.Ethan Miller (Getty Images)
Antonio Ortuño

La NFL tiene ante sí un Super Bowl, el LVIII, que desde antes de jugarse ya parece sacado de la mente del guionista de una película hollywoodense. El juego, que enfrentará a los Chiefs de Kansas y los 49ers de San Francisco, luce parejo en la parte deportiva. La moneda puede caer hacia cualquier lado, porque hay de por medio jugadores y coaches de primer nivel, como Patrick Mahomes, Christian McCaffrey, Andy Reed y Kyle Shanahan. Pero es el lado anecdótico el que se lleva las palmas. Cualquiera de los contendientes tiene a bordo al menos a un jugador con una historia imaginable en las pantallas de cine o televisión. Película o serie, lo mismo da. Juzguen ustedes.

Por un lado, están los Chiefs de Kansas City, el equipo más exitoso de los años recientes en la liga, y que ha estado presente en cuatro de los últimos cinco Super Bowl. Pues bien: uno de sus jugadores clave es el ala cerrada Travis Kelce, sujeto con fama de extrovertido y, en no pocas ocasiones, un tanto conflictivo. A pesar de sus virtudes en el terreno, Kelce ha alcanzado el estatus de personaje internacional, incluso entre quienes no siguen el futbol americano, por algo que no tiene que ver con su habilidad para recibir pases, ganar yardas o bloquear contrarios. No: lo que hace que los fotógrafos no paren de seguirlo es su romance con la estrella pop Taylor Swift, la reina de las listas de popularidad musicales.

Swift es tan notoria, y sus fanáticos tan numerosos y entregados, que los analistas se preguntan, con seriedad, si su postura política jugará un rol de consideración en las elecciones presidenciales de noviembre de este año en EEUU. Y ahora, ella parece haber encontrado estabilidad emocional junto a Kelce. Se ha dejado ver en el palco de los Chiefs en cada partido al que le ha sido posible asistir, eufórica ante las cámaras cuando su novio hace una buena jugada o anota un touchdown. Vaya historia, la del amorío entre la vigente “novia de América” y una estrella deportiva con un toque de “bad guy”. La bella y la bestia. Comedia romántica de manual.

En el otro lado, el de los 49ers de San Francisco, la historia es de esfuerzo ante la adversidad. Porque el joven quarterback de los californianos, Brock Purdy, es el underdog por excelencia de la liga. En su día, no fue seleccionado en la primera ronda del draft colegial, como suele pasar con los estelares en su posición (su rival Patrick Mahomes, sin ir más lejos, fue la décima selección global en 2017), y de hecho fue el último de todos los jugadores del draft en ser tomado, ya en la séptima ronda de 2022. A ese futbolista final la prensa lo llama, desdeñosamente, “Mr. Irrelevant”.

Purdy llegó a los 49ers como tercer QB, es decir, el suplente del suplente. Pero la suerte jugó a su favor. Los dos que estaban por encima, el titular Trey Lance, y el segundo, Jimmy Garoppolo, sufrieron lesiones tan graves que los hicieron perderse el año. Purdy saltó al terreno y comenzó a superar expectativas y ganar partidos, y a mostrarse como un jugador confiable y sereno. Llegó a los 49ers hasta la final de la Conferencia Nacional, el paso previo al Super Bowl, pero en ese juego se lesionó el codo y tuvo que operarse. Volvió, entre dudas, en 2023. Y firmó una temporada excelente, de 12 ganados por 5 perdidos, conduciendo a su equipo por duros juegos de playoff frente a Packers de Green Bay y Detroit Lions para ganar, esta vez sí, la final de la Nacional.

A pesar de las críticas por su poco “pedigrí” como colegial, y su juego sobrio y no siempre espectacular, Purdy se ha convertido, por mérito propio, en un protagonista de la NFL. Y está a un paso de llegar al olimpo de los ganadores eternos de los 49ers, junto a glorias como Joe Montana y Steve Young.

Caiga para donde caiga la moneda, pues, tendremos cuento para rato.

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