Diego Cocca, ni el ‘levantamuertos’ pudo con la selección mexicana
“Quién fuera el entrenador para cobrar dos liquidaciones en seis meses”, ironizó un aficionado en Twitter. Seguro que él no se lo tomará con tanto humor
Se le acabó la magia. Su fama de revivir muertos no le alcanzó. Diego Cocca dejó de ser director técnico de la Selección Mexicana de Futbol tan solo siete partidos después de llegar al cargo. Su saldo no es terrible: tres victorias, tres empates y una sola derrota. Pero más allá de las estadísticas, el mal desempeño general y la sensación de irrelevancia del equipo lo condenó. La paliza por 3-0 ante Estados Unidos, en la semifinal de la Concacaf Nations League, el pasado jueves, lo puso en la cuerda floja.
Y la victoria mínima ante Panamá del domingo, en el juego por el tercer lugar, ante un estadio casi vacío, significó su caída definitiva. Los últimos resultados no ayudaron, claro, pero es más que probable que haya sido el espectáculo de unas tribunas deshabitadas en pleno Estados Unidos, tradicional mina de oro para la Federación Mexicana, gracias a los millones de compatriotas que residen en aquel país, lo que causó su sentencia final. Porque si algo les duele a los directivos nacionales, cuando a la selección le va mal, es la cartera.
Cocca ha tenido un mal año. Primero, porque en febrero dejó el banquillo de los Tigres, a menos de tres meses de su llegada, justo para hacerse cargo del Tri. Su invitación al combinado provocó mucha polémica. Primero, entre los aficionados del club regiomontano, que se sintieron traicionados y despojados. Segundo, entre quienes pensaban que otro director técnico extranjero no era la solución luego del fallido paso del también argentino Gerardo Martino, cuyos dirigidos no fueron capaces de clasificarse a los octavos de final del Mundial y dejaron una pobre impresión en Qatar 2022. Cocca, que se había hecho de un nombre en la liga local, fue la apuesta para salir de esa crisis.
Diego Martin Cocca nació en Buenos Aires en 1972. Fue un defensa empeñoso, que surgió del River Plate y luego desfiló por numerosos clubes y países: Deportivo Español y Ferro Carril Oeste, Sportivo Lleida, Argentinos Juniors, Atlas de Guadalajara, Banfield, Veracruz, Querétaro… Se retiró sin demasiadas glorias en la mochila (apenas un título, en Argentina, conseguido cuando era un juvenil en River) y unos meses después ya era entrenador. Comenzó su camino en los banquillos con la Comisión de Actividades Infantiles, club amateur de la pequeña ciudad de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia. Su carácter peregrino como futbolista lo mantuvo como técnico. Pasó por Godoy Cruz, Gimnasia y Esgrima La Plata, Santos Laguna, Huracán, Defensa y Justicia y Racing de Avellaneda, con el que logró su primer trofeo en la liga argentina. Luego vinieron Millonarios, en Colombia, Tijuana, en México, y Rosario Central, de vuelta en Argentina.
Hasta que llegó su mejor momento. Tomó al Atlas de Guadalajara, al que conocía de su etapa como futbolista, y lo llevó a ganar dos títulos consecutivos luego de 70 años de sequía. Su estilo, ordenado, defensivo, pragmático, no se parecía en nada al ideal del atlismo, siempre preocupado por la estética del juego. Pero la victoria suele ser una razón suficiente en sí misma. Convirtió en bicampeón a un equipo acostumbrado eternamente a perder y se convirtió en un entrenador tan codiciado que los Tigres de la UANL, uno de los equipos más ricos y poderosos del país, decidió llevarlo a sus filas.
Pero allí empezó la debacle. Renunció a los Tigres y llegó al Tri. Y ahora, unos pocos meses después, se va sin gloria y con pena. “Quién fuera Diego Cocca, para cobrar dos liquidaciones en seis meses”, ironizó un aficionado en Twitter. Seguro que él no se lo tomará con tanto humor.
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