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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Agro: el plan que no era plan

La nueva crisis inflacionaria y de alimentos le ha dado la oportunidad a López Obrador de meterse a un terreno para trabajarlo electoralmente

PIB México
Campesinos trabajando en una cosecha de tomate en Michoacán en 2019.Luis Enrique Granados (EFE)
Salvador Camarena

En el arraque de las “Jornadas de producción de autoconsumo”, ocurrido en Guadalupe, Nuevo León el viernes al mediodía con la presencia de Andrés Manuel López Obrador, la funcionaria más aplaudida fue la secretaria del Bienestar Ariadna Montiel.

Ese hecho no debiera sorprender. Es indicativo de que este programa gubernamental, que es presentado como parte de las medidas para atacar la inflación, obedece a una lógica asistencialista antes que de productividad agropecuaria. Y quienes estaban el viernes en el evento –básicamente agrónomos del gobierno— entienden eso muy bien.

Porque el presidente López Obrador nunca cambia de partitura. Ni siquiera en medio de la tormenta por la inflación. Para él la receta es apoyos directos a los más pobres, y sacarle jugo político a esas ayudas.

Andrés Manuel usará algunas de las medidas del llamado Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) para reforzar su discurso y su política de atención a los más necesitados. Y en el mejor de los casos, los apoyos anunciados para los agricultores ayudarán al autoabasto de los mismos, mas no aumentarán la producción de granos en un volumen tal que la oferta nacional crezca y eventualmente haga que los precios de productos agrícolas bajen. Esto último se supone que era el verdadero objetivo gubernamental con el PACIC.

Es uno de los trucos favoritos de AMLO. La nueva crisis le ha dado la oportunidad de meterse a un terreno para trabajarlo electoralmente. Con apenas unas cuantas dádivas, y múltiples giras como las cinco programadas entre el viernes 13 y el domingo 15 de mayo, busca cosechar el apoyo de los campesinos pobres, poco importa que eso no incida en abatir la carestía e incluso en realmente mitigar la marginación de esa población.

En ese sentido y en lo tocante al agro, el plan anticarestía no es plan antiinflación. Es la reconquista de un territorio pero no la corrección de un olvido gubernamental. Es un programa social, no uno productivo. Y por eso aplauden más a la secretaria Montiel que al secretario de Agricultura, también presente en los eventos en que este fin de semana se arrancaron estas jornadas.

Las “Jornadas de producción de autoabasto” se desprenden del PACIC, anunciado la mañana del 4 de mayo en Palacio Nacional. Ese miércoles la buena noticia era lo que no incluía el paquete de medidas. El espantapájaros de las crisis mexicanas del pasado funcionó y el tope de precios no fue uno de los anuncios presidenciales. Empresarios y gobierno se dijeron satisfechos del esfuerzo que harán para tratar de detener el alza de una canasta básica.

Desde ese día, López Obrador ha insistido en un discurso sobre las causas y las soluciones ante la inflación, que está en una espiral que hizo que el Banco de México subiera de nuevo su tasa esta misma semana, para llegar a 7%.

El presidente ha hablado de la guerra en Ucrania como una de las causas de la inflación. Y ha invocado la necesidad de producir más, e incluso de ser autosuficientes en productos agropecuarios para capear el temporal.

Entre otras medidas que incluye el PACIC, se prometen fertilizantes a más campesinos, pues se incrementarán de 5 a 9 los estados en donde se entregue ese apoyo. Esa es la punta de lanza del paquete gubernamental, que según ha dicho el presidente se acompañará del reforzamiento de programas ya existentes como Sembrando Vida, Producción para el Bienestar y el relativo a Precios de Garantía.

Hay que reconocerle a AMLO su consistencia. Esos programas buscan ayudar a la gente más pobre, en este caso la del campo. Pero a juicio de especialistas consultados no van realmente en línea con buscar un sector agropecuario más productivo, y ni siquiera es consistente con lo anunciado por el presidente este mismo viernes, cuando en Nuevo León señaló que con estas jornadas se impulsará “que coman los que nos dan de comer”.

Brindar mecanismos para mejorar el autoabasto puede ayudar a campesinos que han sido relegados del progreso por múltiples gobiernos, incluido decididamente el actual.

Pero López Obrador incurre en falacias deliberadamente. Los que le dan a comer a México son en su mayoría medianos y grandes productores, que han venido ganando competitividad desde los años ochenta; y también nos alimenta la apertura a las importaciones, que si bien es propia de un mundo globalizado hay productores mexicanos que denuncian que las autoridades han permitido el ingreso de productos que por su volumen, coyuntura o mala calidad son atentatorios de la producción nacional.

Y otra falacia es buscar una mayor producción, e incluso una autosuficiencia, y al mismo tiempo fustigar la producción mecanizada o de gran escala.

“Así como nos propusimos la autosuficiencia energética, producir en México las gasolinas para no comprarlas”, dijo el presidente el viernes, “así tenemos que hacerlo con los alimentos, producir en México lo que consumimos, sobre todo los básicos: maíz, frijol, arroz, el trigo, la carne, el pollo, la leche, los huevos, lo que se consume más, lo que tiene que ver con la llamada canasta básica.

”Entonces, ¿cómo hacerle?

”Hay varias formas. Si estuviésemos en los gobiernos anteriores, los agrónomos neoliberales, que son poquitos ¿eh?, no son muchos, pero sobre todo los tecnócratas estarían pensando en la producción a gran escala: primero, mecanizar la tierra, ararla, semillas mejoradas, aunque sean transgénicos; fertilizante, aunque se destruyera el suelo. Mucho crédito y mucha corrupción.

”Entonces, ya nosotros no estamos pensando sólo en eso. Sí hay que impulsar la producción comercial, desde luego, pero vamos primero abajo, vamos a que coman los que nos dan de comer, vamos primero a ayudar a que produzcan los campesinos más humildes, más pobres”.

La realidad es que en este sexenio ni a los tecnificados ni a los campesinos se les han dado los apoyos necesarios para la producción. Diversos actores de ese medio, consultados por el autor, hablan de una historia que se repite con lo visto en otros sectores: la llamada austeridad de la actual administración se ha traducido en cancelación de todo tipo de ayudas agropecuarias. Hablan incluso de desmantelamiento de la estructura que había hasta 2018.

“Por qué no comenzaron por preguntarnos qué necesitamos los productores”, me dijo una de las personas consultadas. Otra más resaltó que en Palacio Nacional el 4 de mayo si algo faltó fue la presencia de más representantes de los distintos tipos de productores agropecuarios.

Y esas voces reclaman la reducción de presupuesto a programas que les ayudaban a tecnificarse, la escasez de créditos, el aumento de trámites, e incluso alertan que muchas veces los fertilizantes que se entregan a los más pobres son luego vendidos a intermediarios.

Pero hay otro reclamo que se repite en distintos niveles de gravedad: el campo es hoy presa de los grupos del crimen organizado.

“Ya no solo es que te extorsionan, es que ahora hasta se roban tu ganado o de plano toda la cosecha”, dijo otro de los consultados. “Lo que impera en muchas regiones es la ley de la selva”, agrega otra fuente. Todas las personas, por supuesto, hablaron con petición de anonimato.

En el PACIC hay una mención un poco al margen con respecto a la inseguridad como factor que incide en la inflación. El gobierno prometió que una medida de su paquete contra la carestía es combatir el robo de autotrasporte. Se han publicado cifras al respecto que hablan de que al arranque de 2022 se reportaba el robo de un camión prácticamente cada media hora.

Una semana después de presentado el programa en el que se ofrece combatir el robo de autotransporte todo México vio cómo elementos del Ejército Mexicano padecieron la humillación de ser correteados por presuntos delincuentes en Michoacán. Con esa estampa muy pocos abrigarán la esperanza de que la promesa de menos robos se cumpla, y menos aún la de evitar la extorsión.

Lo que sí va a ocurrir es que el gobierno federal a partir de este fin de semana anunciará con bombo y platillo que se está ayudando “como nunca” para que el campo mexicano sea autosuficiente, que tendremos más producción, y que la inflación tendría que ceder ante estos esfuerzos de los heroicos campesinos mexicanos.

En ese párrafo lo único cierto es lo de heroicos campesinos mexicanos. Sobrevivientes a todo tipo de calamidad natural y gubernamental, incluido la falta de protección ante los delincuentes. Todo lo demás es la retórica de Palacio, que ha lanzado un plan antiinflación que en lo tocante al agro no se ve por dónde detone un real, y menos aún sostenido, aumento de la producción de granos. Un plan enfocado no para la producción, sino acaso para la elección.

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