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El coronavirus vacía el Caribe mexicano

México, séptimo país más visitado del mundo, sufre una caída del 57% principalmente en Quintana Roo y Ciudad de México. La industria turística aporta casi el 9% del PIB

Una mujer camina en Playa Ballenas, en Cancún, a inicios de agosto.
Una mujer camina en Playa Ballenas, en Cancún, a inicios de agosto.Medios y Media (Getty Images)

Cozumel, joya de la corona del turismo caribeño en México, luce estos días desolada. La isla, que antes de la pandemia de coronavirus recibía siete cruceros al día en temporada alta, con un promedio de 21.000 visitantes, ahora apenas ve a extranjeros tomando el sol en sus playas. Es el escenario que refleja la devastación causada por la pandemia en la industria de turismo: El número de turistas que llegaron a México por vía aérea cayó un 57,5 % entre enero y julio, según datos de la Secretaría de Turismo (Sectur). “La gente de Cozumel está desesperada”, afirma Emilio Vega Rueda, propietario de un Hard Rock Café en la isla. “Una caída del 57% es terrible, pero en mercados locales como este el impacto es mucho peor”, agrega el empresario.

El turismo representó el 8,7% del Producto Interno Bruto (PIB) de México en 2018 y generó 2,3 millones de empleos, lo que representó el 6% del total nacional, según los datos del Inegi, el instituto de estadística. México fue el séptimo país del mundo más visitado durante 2019, detrás de Francia, España, Estados Unidos, China, Italia y Turquía. El año pasado, recibió 44 millones de turistas y los ingresos del sector ascendieron a casi 25.000 millones de dólares, un 10% más que los registrados en 2018. Fue para las autoridades un buen año, porque los números superaron sus expectativas, pero la pandemia vino a cortar de un tajo la buena racha. El país recibió 6,7 millones de turistas extranjeros menos entre enero y julio, en comparación con el mismo lapso de 2019, ha informado Miguel Torruco, secretario de Turismo. Estados Unidos es el país que más turistas aporta a México año con año, pero los visitantes provenientes del vecino del norte bajaron un 55.3%, al pasar de 3,87 millones en 2019 a 2,77 millones.

Los estadounidenses tienen como principales destinos paraísos como Cozumel, donde sus habitantes ven con alarma la caída de visitantes. El empresario Vega Rueda ha mantenido cerrado su establecimiento desde marzo, cuando las autoridades decretaron el confinamiento como medida para disminuir el riesgo de contagios en el país. Seis meses y más de 64.000 muertes después, planea abrir su local la próxima semana, para tratar de contrarrestar todos estos meses de pérdidas. Ha tenido que acudir a préstamos bancarios para poder oxigenar sus cuentas y realizar las inversiones necesarias que le exigen las autoridades para darle el visto bueno a la reapertura, principalmente equipo de sanitización para el local y los trabajadores. Vega llegó a un acuerdo con sus 95 empleados, al entender que no podía mantener sus sueldos sin tener ingresos. Les dio tres opciones: permisos de descanso sin sueldo hasta el 1 de septiembre, liquidación para quienes así lo quisieran o abrirse a ser demandado por aquellos que exigieran sus beneficios laborales. “Todo mundo agarró su permiso sin sueldo. Solo el personal de cocina, unas 20 personas, ha mantenido su salario, porque son los que más sufren, ya que ellos casi no reciben propinas”, comenta. Este empresario del turismo se siente un privilegiado porque ha podido sortear lo peor de la crisis, aunque aún cunda la incertidumbre. Otros de sus colegas no han corrido con la misma suerte.

En Ciudad de México, otro de los enclaves turísticos del país, la sacudida ha golpeado también con fuerza. Aquí la baja en la visita de turistas ha hecho que muchos comercios echaran el cierre. La Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño (Canacope) de la capital calcula que, de los 200 hoteles registrados en la organización, 35 cerraron definitivamente, lo que ha dejado en el desempleo a unas 875 personas. “Empresas que tenían hasta 50 empleados han tenido que cerrar”, explica Eduardo Contreras Pérez, presidente de esta cámara, que aglutinaba antes de la pandemia a 40.000 empresas, entre centros recreativos, hoteles, restaurantes, comercios. Contreras Pérez asegura que esa cantidad de afiliados se redujo en un 20% a consecuencia de la pandemia. Son, afirma, negocios que pusieron el candado de forma definitiva.

El año pasado la capital recibió, entre turistas extranjeros y nacionales, aproximadamente 14 millones de personas, pero este año las visitas se han reducido en un 75%, según la Canacope. El aeropuerto de Ciudad de México registró 1,8 millones de viajeros menos, lo que representa una baja del 62.4%. Las expectativas para el sector no son alentadoras, porque la ciudad sigue en semáforo naranja dentro del sistema establecido por las autoridades para restablecer las actividades económicas. Contreras Pérez define así de sombrío el panorama: “Siguen cerrando negocios en la ciudad. Muchos tuvieron problemas para hacer inversión y reconfigurar sus locales para la nueva normalidad. Al abrir con un 30% de su capacidad no tuvieron las ventas esperadas, porque ni siquiera llegaron a llenar esa ocupación, por lo que muchos también decidieron cerrar. Los que siguen abiertos están endeudados por pagos de servicios, de nómina, deben impuestos, tienen pendientes préstamos bancarios. La situación con el pequeño comercio es delicada”.

Los empresarios del sector han acudido a las autoridades locales y federales en busca de un rescate de la industria, pero las negociaciones hasta ahora no han dado frutos. Ellos buscan apoyos como congelar por doce meses el cobro de impuestos para que los negocios puedan recuperarse. “No pedimos que se condone ningún tipo de pago”, afirma Contreras Pérez. También han solicitado equipos de sanitización y de protección para los empleados de los comercios que no pueden asumir estos costos. “Las autoridades deben ser flexibles, ya que todos nos adaptamos”, dice. Mientras la incertidumbre cunde en el sector, la Canacope estima que las empresas necesitarán de siete a 12 meses para llegar a la situación que tenían en diciembre, antes de la pandemia. Eso si las autoridades deciden reactivar la economía y pasar al anhelado semáforo amarillo.

Es también lo que espera Emilio Vega Rueda, el empresario de Cozumel, en el Caribe mexicano. Al ver cómo el coronavirus ha vaciado de turistas extranjeros las playas antes repletas, se lamenta: “Es terrible. Todo se ve mermado. Los turistas europeos que antes venían mucho ahora no llegan. Y lo peor es que no tenemos certeza de hasta cuándo va a durar esta situación”. Con todo, él ha decidido correr el riesgo y el lunes levantará el cierre impuesto por meses. “No podemos seguir así. Debemos abrir y generar ingresos”, afirma con la esperanza de ver de nuevo las playas de Cozumel rebosantes de turistas.

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Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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