Ir al contenido
_
_
_
_

El R1, el Licenciado y el pistolero: quién es quién en el crimen de Carlos Manzo

Los siete escoltas del alcalde de Uruapan están acusados de no proteger a la víctima, en el último escalón de un asesinato que ha cimbrado la política mexicana

Beatriz Guillén

Carlos Manzo estaba vigilado al milímetro antes de que el 1 de noviembre recibiera seis disparos. El entonces alcalde de Uruapan, líder del llamado Movimiento del Sombrero, había alertado de que iban a matarlo. Por esa razón contaba con un amplio séquito de seguridad y siete de esos policías están ahora investigados por no haberlo protegido. Las pesquisas avanzan a que incluso alguno de ellos pudo haber formado parte de la conspiración para asesinarlo. El crimen de Manzo cimbró la política mexicana y puso en entredicho la política de seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum. La mandataria creó el enésimo plan de pacificación para Michoacán y forzó a cambiar algunos puestos claves en la administración estatal del también morenista Alfredo Ramírez.

En espera de que la estrategia de seguridad dé resultados, el foco se centra ahora en la trama judicial. El tirador, Víctor Manuel Ubaldo, y dos de sus cómplices, Ramiro y Fernando Josué Leal, fueron asesinados en el lugar o en los días posteriores. El reclutador de todos ellos, un hombre llamado Jaciel, y también el presunto autor intelectual, Jorge Armando, están detenidos, igual que los siete agentes. Las declaraciones de los arrestados apuntan a que el asesinato estuvo cobijado por Ramón Ángel Álvarez, denominado R1, un cabecilla regional del Cartel Jalisco Nueva Generación. Pese a las operaciones y las audiencias, la pregunta principal sigue en el aire: ¿por qué quisieron matar al alcalde del sombrero?

El tirador y los cómplices

Los tres ejecutores del asesinato de Manzo están muertos. Dos de ellos eran menores de edad. El encargado de disparar el gatillo, Víctor Manuel Ubaldo, era un adolescente de 17 años de Paracho, un pueblo pobre a unos 40 kilómetros de Uruapan. Su familia explicó que hacía unos días que había abandonado su casa y que era adicto a la metanfetamina. Víctor Manuel era el eslabón más bajo de la cadena. Fue reclutado por Jaciel N, alias El Pelón, que solía buscar jóvenes en centros de desintoxicación para convertirlos en sicarios y distribuidores de droga para el crimen organizado. Este hombre, de 36 años, fue también quien reclutó para el ataque al alcalde a Fernando Josué Leal, de 16 años. El encargado de formarlos, en cambio, fue Ramiro N. Este último fue quien le enseñó a Ubaldo a disparar el revolver de nueve milímetros que usó para matar al alcalde.

Ese Día de Muertos, Víctor Manuel estaba en Uruapan con Ramiro, de 34 años, y Fernando Josué, de 16. Tenían un grupo de WhatsApp, según desveló la Secretaría de Seguridad, en el que se coordinaron el día del ataque. Desde ahí El Licenciado, quien dirigía el escenario a la distancia, les indicó en qué puntos debían colocarse para vigilar a Manzo. Los perpetradores iban a ser los adolescentes; Ramiro estaba por encima en la cadena de mando, pero se quedó en la plaza para dar instrucciones. Según explico el zar de Seguridad federal, Omar García Harfuch, El Licenciado presionó a los jóvenes diciéndoles que debían disparar a Manzo, independientemente de que estuviera acompañado o de quién le estuviera protegiendo. Eso hicieron. El precio fue su propia vida.

Tras matar al alcalde, Víctor Manuel fue sometido y ejecutado por los escoltas de Manzo. Unos 30 minutos después del ataque, Ramiro pedía por WhatsApp ayuda al Licenciado para escapar. En el grupo les respondió que debían buscar un escondite para evitar ser detenidos, y ellos ahí mismo compartieron algunas rutas de huida. No les duró mucho. Sus cuerpos se encontraron el 10 de noviembre en la carretera de Uruapan a Paracho. La teoría de Harfuch es que fueron asesinados por sus propios jefes y compañeros del grupo criminal para no dejar cabos sueltos.

El Licenciado

Jorge Armando N es el nombre real detrás del Licenciado. Él es quien está considerado, hasta ahora, como el autor intelectual del asesinato de Carlos Manzo. Al menos fue quien manejó los hilos el 1 de noviembre y algunos días previos, según la versión de la Secretaría de Seguridad. En el grupo de WhatsApp que usaron para orquestar el ataque, El Licenciado escribió, el mismo día del asesinato: “Ya anda la paloma cuidando la zona, excelente día”. El criminal se refería a su contacto, la persona que estaba vigilando a Manzo, que horas más tarde avisó —según El Licenciado plasmó en el chat grupal— que el alcalde todavía estaba en el Oxxo. A las 19.45 son Ramiro, Víctor Manuel y Fernando Josué quienes escribieron en el grupo para advertirse de que el alcalde ya había llegado al Festival de Velas y que su presencia estaba siendo transmitida en vivo en redes sociales. Antes de las 20.00 fue el ataque.

En el arresto del Licenciado se combinan dos versiones. Harfuch explicó que habían llegado a él gracias a la información de los celulares de Ramiro y Fernando Josué, que fueron encontrados el 11 de noviembre. Sin embargo, también se ha apuntado en la audiencia que fue un informante el que llamó de manera anónima a las líneas de denuncia y dio a los investigadores “el nombre del Licenciado, su dirección en Morelia”, la capital de Michoacán, donde fue detenido, además de “la camioneta y el número del celular”. Fue detenido el 17 de noviembre cuando llevaba a su hijo a fútbol. Según Harfuch, es él quien patea el balón todavía más arriba y apunta a la cúpula regional del Cartel Jalisco Nueva Generación.

Jorge Armando ‘N’  detenido por el asesinato de Carlos Manzo

Sin embargo, en su declaración de este miércoles, Jorge Armando ha negado tener ninguna vinculación con el crimen organizado. También que fue golpeado y torturado durante su detención. En la audiencia, el arrestado ha afirmado que llegó a ser asesor en el Congreso de Michoacán y en un Ayuntamiento del Estado. “No conozco a nadie del crimen organizado, ni pertenezco a ningún grupo”, ha dicho ante el juez: “He tenido un modo honesto de vivir”.

El R1

Manzo acababa de ser asesinado y el grupo de WhatsApp donde se coordinó su crimen recibía un nuevo mensaje: “El patrón les manda dar las gracias y nos pide que no tengamos ningún detenido. Que hagamos caso a las indicaciones que nos manda a decir, por favor”. Lo escribía El Licenciado, el de mayor rango en ese chat, en referencia a su jefe, a quien él identificó con nombre y apellidos un par de semanas después cuando fue detenido: Ramón Álvarez Ayala. El R1 es un nombre ya conocido en las estructuras criminales de México. Fue arrestado en 2012 en Guadalajara y ya entonces fue presentado por las autoridades como “el segundo hombre en importancia en la estructura del CJNG”. Tanto él como su hermano, Rafael Álvarez Ayala, alias el R2, recibían órdenes directas de Nemesio Oseguera, El Mencho.

Ambos fueron detenidos en 2012 y puestos en libertad una década después por una polémica orden judicial. Las autoridades identificaron que el R1 había pasado a controlar la región de Tierra Caliente, en Michoacán, y que ahora dirige esta célula local junto a sus hermanos Rafael y Jesús Santiago.

Los policías

La noticia cayó como una bomba. Víctor Manuel, el adolescente que había matado a Manzo, había sido abatido cuando ya estaba sometido. Según los datos divulgados en el juzgado, los policías le arrebataron la pistola y cuando ya estaba neutralizado, dispararon contra él. Además, los agentes impidieron que los médicos se acercaran al muchacho. “Un paramédico lo intentó y le dijeron, ‘déjalo, déjalo’. Y como estaban muy enojados y muy armados, pues no insistió”, relata a EL PAÍS una fuente cercana al caso. Este aspecto sigue en investigación.

Los siete escoltas —de los que no se han divulgado sus nombres— formaban parte del círculo de seguridad más cercano del alcalde. Otros 14 integrantes de la Guardia Nacional completaban el operativo que no pudo salvar a Manzo. Los policías están acusados de “homicidio por comisión por omisión, en calidad de garante”, es decir, por no haber protegido al alcalde. En las audiencias, donde también se analiza su actuación por haber matado al sicario cuando estaba ya sometido, se resolverá si alguno de estos agentes cumplió también otro papel en el entramado del crimen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Beatriz Guillén
Reportera de EL PAÍS en México. Cubre temas sociales, con especial atención en derechos humanos, justicia, migración y violencia contra las mujeres. Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_