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Diana Sánchez Barrios, una vida en la trinchera del centro histórico de Ciudad de México

El atentado contra la lideresa de comerciantes informales de la capital añade un capítulo más a la sangrienta disputa por el control de espacios de venta y los réditos que dejan. El Gobierno local anuncia más policías en la zona del ataque

Diana Sánchez Barrios lideresa de comerciantes informales, diputada suplente y activista en su casa en Ciudad de México.
Diana Sánchez Barrios lideresa de comerciantes informales, diputada suplente y activista en su casa en Ciudad de México.Fotógrafo Especial
Pablo Ferri

El ataque a balazos este jueves contra Diana Sánchez Barrios en Ciudad de México ha prendido las alarmas en el Gobierno de la capital. Lideresa de comerciantes informales, diputada suplente, activista, personaje polémico donde los haya, Sánchez Barrios se salvó de milagro y permanece ingresada en el hospital, sedada, como ha informado su hermana Silvia, este viernes. Entre la tarde del jueves y la mañana del viernes, las autoridades de la capital han comparecido dos veces ante la prensa para dar detalles del caso y anunciar operativos en el centro histórico, lugar del ataque. En el último, este viernes, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, de Morena, ha anunciado más policías y cámaras de seguridad en la zona.

Preocupa un atentado así, ocurrido en una de las calles más transitadas del centro, que se solapa además con el asesinato a balazos de una abogada penalista, a plena luz del día, también el jueves, en un cruce de la bohemia colonia Roma, tanto o más concurrido que el anterior. La temeridad de los atacantes interpela el discurso de las autoridades de la capital –las de ahora y las anteriores, todas del mismo partido, muchas del mismo equipo– sobre la reducción de la violencia homicida en la ciudad, y los delitos de alto impacto. Disminuidas las estructuras de las viejas mafias, caso singular de la Unión Tepito, la pregunta ahora es si su existencia o no repercute de alguna forma en las capacidades y necesidades del crimen para organizar y perpetrar este tipo de ataques.

La agresión contra Sánchez Barrios ocurrió como ocurren tantos otros en el centro. Un sicario con capucha y cubrebocas se acercó por detrás a la mujer, cuando caminaba por la calle Motolinia, hacia la avenida 5 de mayo, a tres cuadras del zócalo, corazón político y cultural de la capital. Primero disparó contra sus dos acompañantes. Uno iba caminando y el otro a bordo de una motocicleta. Sánchez Barrios corrió a refugiarse en un local, un supermercado de productos médicos que hace esquina. Seguro de que sus acompañantes estaban malheridos, el sicario la siguió a la carrera. En los vídeos que han trascendido del ataque, se ve cómo el asesino entra al local y dispara. Luego se va corriendo a la esquina contraria, se sube a una moto que le espera, y huye con el conductor por 5 de mayo.

Sánchez Barrios quedó malherida. Su madre, Alejandra Barrios, jefa del clan familiar, ha dicho este viernes en una entrevista radiofónica que Diana recibió cinco disparos. Su hermana Silvia ha dicho que ha necesitado cuatro cirugías. De los dos hombres, al parecer los dos familiares, uno ha muerto y el otro sigue en el hospital. De los sicarios solo se sabe, de momento, que huyeron rumbo al zócalo. La moto en que marcharon apareció horas más tarde del ataque en un conjunto de edificios de viviendas, en la colonia Jardín Balbuena, en la alcaldía Venustiano Carranza, en el oriente de la capital. Un recorrido de unos 20 minutos en moto.

El enredado clan familiar

Cerrada la explicación de los hechos, se impone la búsqueda de un motivo. Figura controvertida, vinculada a la Unión Tepito, grupo que ella misma denunció, Sánchez Barrios ha protagonizado una buena cantidad de episodios polémicos en la capital, el último, su arresto, en 2021, por delitos de amenazas, robo en pandilla y extorsión. La mujer salió en diciembre de ese mismo año. En el libro Las Siete Mafias Chilangas, el periodista Alberto Cuenca explica que ese arresto tuvo origen en una denuncia de una prima de la mujer, Claudia Morales, que en noviembre de 2020 acusó al clan familiar de destrozar el establecimiento de un hermano suyo, en el centro. Al parecer, el ataque contra el local del hermano era la respuesta a la negativa a pagarle a los Barrios una cuota, una extorsión.

Este viernes, la matriarca del clan, Alejandra Barios, una mujer que empezó vendiendo frutas en el centro hace décadas, ha acusado a la propia Morales de organizar el intento de asesinato de su hija. “Ella”, ha dicho de Morales, su sobrina, “fue la [autora] intelectual, porque fue a ver a una de las bandas estas para pedirles el apoyo para que mataran a mi hija”, ha añadido. Barrios se refiere aquí a grupos delincuenciales crecidos al calor de la disputa entre las viejas mafias del centro, la Unión Tepito y la Fuerza Anti Unión, combatidas estos años por las autoridades.

La misma Barrios ha explicado que aunque se ha detenido a muchos líderes de estos grupos, “los muchachos que dejaron siguen. Entonces, está invadido de muchachitos que los utilizan con un dinero y les dan una moto, les enseñan a tirar y todo”. Según Barrios, Morales habría organizado el intento de asesinato de su prima porque su hijo y su esposo están en la cárcel, acusados de violación y acoso sexual. “Ellos piensan que tanto Diana como yo fuimos quienes los denunciamos ante las autoridades”, ha dicho Alejandra Barrios. Las autoridades no han dado detalles sobre las posibles motivaciones de los atacantes.

La familia Barrios es una de las más poderosas del centro histórico, su trinchera desde hace décadas. En el libro referido arriba, Cuenca detalla que el clan controlaba en 2021 a entre 7.000 y 9.000 comerciantes ambulantes, “repartidos en los perímetros A y B del Centro Histórico, Tepito, La Merced, la Lagunilla, la explanada del metro Insurgentes, la Condesa, la Roma, las inmediaciones del Centro Médico y el metro Chilpancingo”. Además, manejan entre 10 y 12 plazas comerciales en el centro, la principal de ellas Plaza Tacuba, “búnker familiar”.

Sobre Diana Sánchez Barrios, Cuenca explica que sus dominios, entonces, comprendían “el control de ambulantes toreros –personas que venden desde su vehículo– en Eje Central, desde Artículo 123 a la avenida Juárez; en Madero, desde Eje Central al Portal de Mercaderes; Palma, de Cuba a Madero; y Tacuba, de Isabel la Católica a Bolívar. También domina el comercio en la acera sur de avenida San Cosme, de Rosas Moreno a Insurgentes y en Eje 1 Norte, esquina con Insurgentes, además de puntos de venta de toreros en la Alameda, Paseo de la Reforma, la explanada del metro Insurgentes, Doctor Mora y hasta en el Zócalo capitalino”.

La madeja de hilos criminales del centro, donde grupos de delincuentes interaccionan con líderes de comerciantes por el cobro de piso, la extorsión, en una dinámica volátil, ilumina parte del contexto del ataque. Para completar la imagen hay que mirar al andamiaje de cobertura institucional levantada al interior de las instituciones de Gobierno, la policía local, la Subsecretaría de Programas de Alcaldías y Reordenamiento de la Vía Pública del gobierno de Ciudad de México, y el equipo de Gobierno e inspectores de vía pública de la alcaldía Cuauhtémoc.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).
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