Claudia Sheinbaum, primera presidenta de México: “No llego sola, llegamos todas”
La mandataria recibe la banda presidencial de la nonagenaria líder izquierdista Ifigenia Martínez y ofrece sendos discursos programáticos en una jornada en clave feminista
México ha vivido este martes un día histórico sin que el adjetivo resulte exagerado. La banda presidencial se ha colocado sobre un vestido marfil con bordados, el de Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer que alcanza la máxima dignidad del país tras 200 años de República y después de que 65 hombres, generales y civiles, la precedieran. Las ceremonias han reproducido en buena medida las que ya celebró en su día de llegada al poder el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, para quien la sucesora no ha escatimado palabras de agradecimiento y homenaje a su labor sexenal. La continuidad prometida por Sheinbaum bajo el concepto de segundo piso de la Cuarta Transformación ha tenido un amplio reflejo en cada acto del día, salvo por la mayoritaria presencia femenina en todos ellos. Como su antecesor, Sheinbaum ha recibido el bastón de mando de manos de representantes de los pueblos originarios y ha participado en un ritual prehispánico con incienso y plantas de maíz. Los discursos del Congreso por la mañana y ante un Zócalo repleto de seguidores, por la tarde, han abundado en un homenaje a las políticas de López Obrador y han tenido un marcado cariz político. La presidenta ha recordado los 100 puntos programáticos que serán la columna vertebral de sus políticas públicas.
Más de 35 millones de mexicanos han celebrado que la persona a quien votaron el 2 de junio agarra las riendas del poder. Pero no ha sido un cambio de sexenio cualquiera. Antes que la economía, la seguridad, la salud o la educación, la llegada de Sheinbaum se ha leído en clave feminista. Tras siete décadas desde que las mexicanas consiguieron el derecho a votar y ser votadas, este martes el adjetivo histórico está en boca de todos. Los tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, han estado, por primera vez, encabezados por mujeres. Tampoco la oposición ha estado al margen de ese acontecimiento único y ha pedido a la presidenta que haga valer su condición de mujer en el Gobierno: “No solo puede ser diferente, tiene que ser mejor, de otro modo no tendría sentido la lucha de tantas mujeres”, ha exigido María Guadalupe Murguía Gutiérrez, jefa de la bancada del Partido Acción Nacional, la formación opositora mayoritaria.
Una comisión de mujeres ha esperado en la escalinata del Congreso a Sheinbaum, de 62 años, y en esta ocasión no había en el hemiciclo prácticamente un solo bedel que no fuera mujer. Los gritos de “¡Presidenta, presidenta!” han interrumpido su discurso en varias ocasiones. Sheinbaum ha ofrecido su clásico homenaje a las mujeres anónimas “que lucharon por sus sueños y lo lograron, y a las que no lo lograron, a las que han tenido que callar y gritar a solas, a las indígenas, a las trabajadoras del hogar, a las bisabuelas que no aprendieron a leer y a escribir porque eso no era cosa de niñas, a las madres que primero nos dieron la vida y luego todo lo demás, las hermanas, las tías, las hijas hermosas. No llego sola, llegamos todas. Hoy llegan todas ellas, que nos pensaron libres y felices”. Para concluir: “Soy madre, abuela, científica y mujer de fe, y a partir de hoy, por voluntad del pueblo, la presidenta constitucional de los Estados Unidos mexicanos. No les voy a defraudar”.
Una parte del feminismo, que ha tenido una relación agria con Sheinbaum en su etapa de jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se mantiene ahora en guardia pero con esperanza por el cambio en la presidencia. El día ha estado cargado de símbolos, como la entrega de la banda presidencial por parte de la presidenta del Congreso, Ifigenia Martínez, referente de la izquierda mexicana en la lucha por las libertades y derechos feministas. La nonagenaria, con las fuerzas muy limitadas y conectada a un suministrador de oxígeno, ha sido uno de los personajes más mencionados del día.
Sheinbaum llega al poder con un partido de izquierdas, Morena, que fundó López Obrador, con quien acaba de completar una transición tranquila que promete continuidad con algunos cambios. Licenciada en Física y doctora en Ingeniería Ambiental, formó parte del panel intergubernamental contra el cambio climático que en 2007 obtuvo el premio Nobel de la Paz. Nieta de europeos de origen judío e hija de científicos y académicos como ella, tiene a su espalda una larga trayectoria política que comenzó en la lucha estudiantil mexicana. Con la excepción de un par de gobiernos del conservador Partido Acción Nacional (PAN), es la primera persona que llega al poder sin haber tenido nunca relación con el PRI (Partido de la Revolución Institucional), que gobernó México durante décadas. Más bien al contrario, ha sido contra aquel partido, que hoy es casi irrelevante, contra quien dio sus primeras peleas políticas.
A la toma de posesión han asistido representantes de 105 países y 23 organizaciones internacionales y estaban invitados todas las naciones del mundo con quienes México mantiene relaciones diplomáticas, pero el incidente diplomático de 2019 con España, a raíz de la Conquista de 500 años atrás, ha excluido al rey Felipe VI, por lo que el “país hermano”, segundo socio comercial de México tras Estados Unidos, no ha tenido representación institucional alguna en el acto. Eso también es histórico. Sí estaban, y la presidenta les saludó, “algunos diputados españoles” de la izquierda, como Gerardo Pisarello “y muchos otros”.
El vehículo de la presidenta, que se ha desplazado de mañana con su marido, Jesús María Tarriba, ha tenido dificultades para salir de su calle por la afluencia de seguidores antes de enfilar hacia el Congreso. A idéntica hora, el coche de Andrés Manuel López Obrador, que el lunes abandonó para siempre la sede del gobierno, el Palacio Nacional, se encaminaba al mismo lugar para entregar la banda, con igual dificultad de tránsito. El ya expresidente se ha marchado entre multitudes: ha sido el mandatario con la despedida más calurosa en décadas. “Es el más querido”, ha dicho Sheinbaum después en el Congreso, y lo ha comparado con Lázaro Cárdenas, un mito en México. “Hasta siempre, hermano, amigo, compañero”, se ha despedido por la tarde en el Zócalo.
El 1 de octubre de 2024 será recordado en los libros de historia como la fecha en que México, un país machista en lo sustantivo, dio el poder a su primera presidenta, quien ha pedido que, en adelante, su cargo sea mencionado así, acabado en a, como ella misma ha hecho al declararse “comandanta suprema de las Fuerzas Armadas”. El nuevo sexenio en México tiene nombre de mujer.
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