Alejandro Gertz, la incógnita para la política de seguridad de Sheinbaum
La relación con el fiscal general, que cesa en enero de 2028, aparece como uno de los retos principales del nuevo Gobierno. La presidenta electa requiere de la estrecha colaboración de la dependencia para implementar su estrategia de seguridad
Ocupada en una vorágine de giras y conferencias de prensa, la letra pequeña del futuro Gabinete de Claudia Sheinbaum se escribe entre bastidores, bajo la luz tenue del cálculo y la estrategia. Resuelto ya el nombramiento de Omar García Harfuch al frente de la Secretaría de Seguridad, la presidenta electa barrunta estos días la fórmula ideal para llevar a cabo sus planes en la materia. Sheinbaum, Harfuch y demás colaboradores cartografían sus futuros espacios de maniobra. La solución pasa necesariamente por el entendimiento del gabinete con la Fiscalía General de la República (FGR) y con su titular, Alejandro Gertz.
Poco se ha hablado de Gertz en las semanas que han pasado desde la elección del 2 de junio. El fiscal general, en el puesto desde enero de 2019, concluye su mandato el mismo mes de 2028. Leal al presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, su relación con Sheinbaum y sus colaboradores resulta un tanto enigmática. Una fuente cercana a Harfuch señalaba la semana pasada que el entendimiento con Gertz es casi más importante que con el Ejército, soberano de la Guardia Nacional. Sheinbaum se ha mostrado conciliadora con el fiscal estas semanas, señalando que le invitarán a los gabinetes de seguridad, las reuniones a las que acuden los altos funcionarios en la materia cada mañana, para compartir datos, afinar planes y hacer equipo.
Gertz no ha contestado de manera pública. La consejera jurídica de la futura presidenta, Ernestina Godoy, reveló en una entrevista con EL PAÍS, sin embargo, que Sheinbaum y Gertz ya hablaron. “Hasta donde tengo entendido ha aceptado participar en el Gabinete todos los días. Me parece importantísimo, porque no puede estar aislado de la estrategia, de las decisiones, la información que se genera día a día”, dice Godoy. La funcionaria, que dirigió la Fiscalía General de Justicia de la capital con Sheinbaum en la jefatura de Gobierno, asegura que, en esos años, “en general hubo coordinación para muchos casos y fue buena”.
La participación de Gertz en la estrategia del nuevo Gobierno es solo el primer paso para una buena relación, quizá el más sencillo. Pero la cuestión, señalan dos fuentes del entorno del futuro Gabinete de seguridad, debe ir mucho más allá. Una de las fuentes dice incluso que Sheinbaum podría negociar con Gertz que su flamante secretario de Seguridad controle algún área de la FGR. Y señala concretamente dos, la Agencia de Investigación Criminal –o alguna de sus partes, por ejemplo, la Policía Federal Ministerial, que cuenta con alrededor de 5.000 agentes– y la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada.
Para evitar embrollos legales, esa negociación sobre el control de áreas de la FGR quedaría al margen de cualquier retoque legal. El cambio en el mando sería orgánico, a través de colaboradores cercanos de Harfuch, en un esquema parecido al de la policía y la fiscalía de la capital estos años. Antes de ser secretario de seguridad en Ciudad de México, Harfuch dirigió unos meses la Policía de Investigación de la Fiscalía local. Y para ello trajo a su gente, colega con los que coincidió en la Agencia de Investigación Criminal o la Policía Federal. Cuando se fue a la policía de la capital, a finales de 2019, algunos de sus colaboradores se quedaron en la fiscalía local y otros se fueron con él a la policía. Así, la coordinación entre ambas resultaba sencilla.
Muchos nombres del entorno de García Harfuch suenan para dar el salto al Gobierno federal. Ninguno tanto como Francisco Almazán Barocio, actual jefe de la Policía de Investigación de la fiscalía de la capital. “Es un superpolicía, fue delegado de Interpol y estuvo también en la Agencia de Investigación Criminal”, dice la fuente cercana a Harfuch. “El nombre de Barocio sonó en la terna para sustituirle en Ciudad de México, cuando dejó el cargo antes de la campaña electoral”, añade.
Pero no sería el único. A buen seguro el próximo secretario trabajará con parte de su equipo más cercano, aquel que se ha encargado estos años de casos de alto impacto en la ciudad, como el intento de asesinato del periodista Ciro Gómez Leyva, en diciembre de 2022.
‘Federalizar’ la experiencia de la capital
Resulta difícil saber si Gertz aceptaría un esquema así. EL PAÍS se ha puesto en contacto con su vocero vía mensaje de texto y llamada para saber precisamente cómo encara la sucesión presidencial, qué piensa de su asistencia diaria a los gabinetes de seguridad –tiene 84 años y apenas aparece en público– y de esquemas de colaboración como el descrito arriba. El vocero no ha contestado. En cualquier caso, todo lo que no sea colaborar sería dañino para ambas partes. El Gobierno cojearía en sus esfuerzos para implementar su estrategia; el fiscal podría verse abocado a un proceso de destitución, ya sin la protección de López Obrador.
De cualquier manera, Sheinbaum, Harfuch, Godoy, Rosa Icela Rodríguez, futura secretaria de Gobernación, y demás integrantes del gabinete de seguridad tienen más opciones. En su idea de ‘federalizar’ la experiencia de seguridad en Ciudad de México, que les dio buenos resultados, la estrategia no es tanto que el plan irradie desde el centro a los Estados, implementado exclusivamente desde las corporaciones de seguridad federales. Se trata más bien de replicar el modelo de la capital en cada uno de los estados, potenciando policías y fiscalías locales, mediante la supervisión del ahora olvidado Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Con el mapa político volcado del lado de Morena, que dominará 25 de los 32 estados después de las elecciones de junio, la tarea no debería ser demasiado complicada para Sheinbaum y Harfuch. Con ayuda de la supervisión del Secretariado, el futuro secretario de Seguridad podría definir qué territorio son prioritarios y apoyar a las corporaciones del lugar. Dentro de esos territorios, Harfuch podría señalar además puntos concretos, de forma que él y su equipo operativo, sea parte de la misma secretaría, de la FGR, o de la Guardia Nacional, pudieran repartirse el trabajo con sus colegas locales.
Una de las fuentes consultadas señala que el policía “dice habitualmente que es imposible llegar a todo”. Así, sus primeros meses en el poder servirán para definir que 15, 20, o 30 conglomerados territoriales deben ser tendidos de manera inmediata. En junio, el Gobierno dijo, por ejemplo, que seis estados, Guanajuato, Estado de México, Baja California, Chihuahua, Jalisco y Michoacán, concentran casi la mitad de asesinatos que registra México. En esos territorios están fijados los ojos del futuro gabinete de seguridad.
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