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Una pequeña Babel camina hacia Estados Unidos

Una nueva caravana de migrantes, cerca de 2.000 según sus portavoces, rompe la frontera burocrática y de miedo en que se ha convertido en los últimos años Tapachula, al sur de Chiapas

caravana migrante en tapachula
Migrantes caminan en una caravana que se dirige a Ciudad de México, desde Tapachula, Chiapas.Juan Manuel Blanco (EFE)

Venezuela, Honduras, Cuba, Haití, El Salvador, Ecuador, Nicaragua, China y Sudán. La caravana de migrantes que salió este lunes de marzo del sur de México con rumbo a Estados Unidos está compuesta por migrantes que vienen de diferentes partes del mundo. Este es un reflejo de Tapachula, la ciudad de donde partieron, por la cual, según informes del Instituto Nacional de Migración (INM) solo en el año 2023 pasaron personas de 103 países de los cinco continentes del mundo, una pequeña “Babel” donde se juntan los que huyen de las crisis de sus países intentando buscar un futuro mejor.

Este lunes cerca del mediodía, un grupo de 30 personas se cobijaba bajo la sombra del puente Viva México luego de caminar unas cuatro horas bajo el sol. En aquel tumulto que buscaba aliviarse de los 37 grados centígrados que los hacía sudar a chorros, predominaban los venezolanos, cubanos y hondureños, pero también había un grupo de chinos, haitianos, africanos y que intentaban comunicarse con las escasas palabras en español que podían pronunciar. Un chino joven de 37 años intentaba enlistarse entre los migrantes que pedían volver a Tapachula, vencidos por el calor y los 14 kilómetros de caminata. Un sudanés intentaba comprar agua escribiendo en árabe en el traductor de Google en su teléfono. Un haitiano hablaba creole y se apoyaba en otro haitiano que hablaba bien español para preguntar cuánto faltaba para llegar a México.

La caravana de migrantes, unos 2.000 según sus portavoces, salió este lunes rompiendo la frontera burocrática y de miedo en que se ha convertido Tapachula en los últimos años. En esta ciudad, según los activistas locales, permanecen atrapadas unos 40.000 migrantes de todas partes del mundo, convirtiéndola en una ciudad donde se concentra el resultado de la crisis mundial actual, que ha provocado una crisis migratoria sin precedentes. Tapachula es una especie de ciudad cosmopolita en su versión más miserable.

Entrevistados con ayuda del traductor de Google, un chino de nombre Fen Huan H. asegura que huía de amenazas del gobierno de una provincia de la República Popular de China al norte del país. “Es un problema muy largo para explicarlo”, dice. Un sudanés llamado Salah, originario de la región de Dafur, dice que llegó hasta aquí huyendo de las guerras étnicas que asolan su país y que provocaron que dejara de estudiar. Un haitiano llamado André cuenta que vino huyendo desde Puerto Príncipe porque en su barrio las pandillas llegaban por las noches a robar, matar o violar a las mujeres en sus propias casas. En español, varios hondureños dicen venir huyendo de la violencia de las pandillas, un ecuatoriano, de la violencia del narcotráfico y un joven salvadoreño asegura que huyó de su país luego de ser acosado por la policía con el régimen de excepción de Bukele y acusado falsamente de ser pandillero. La caravana parecía ser la reunión de todos los males del mundo.

Los migrantes salieron este lunes con la esperanza de poder llegar, primero, a Ciudad de México y luego a la frontera con Estados Unidos. Sin embargo, avanzaron poco. El inclemente calor que hace en esta región aunado a que tienen que avanzar a pie por la calzada que hierve al mediodía hizo que la mayoría se quedaran en un pueblo cercano llamado Huhuetán, apenas a 14 kilómetros de Tapachula, a más de 3.700 kilómetros aun de la frontera a la que tanto ansían llegar.

La caravana fue liderada por el padre Heyman Vásquez, un sacerdote y defensor de los derechos humanos que acompañó la salida de los migrantes junto al activista Luis Villagrán. Sin embargo, ambos líderes abandonaron la marcha a unos kilómetros luego de que saliera.

En la marabunta viajaban mujeres, niños, jóvenes y ancianos con historias de vida trágicas, con pasados crueles pero con mucha esperanza. Al llegar a Huhuetán, cerca de las 3:30 de la tarde, los migrantes llegaraon agotados por el calor y el cansancio. Ahí los esperaba un campamento de salud de la oenegé Operación Bendición en alianza con UNICEF que de inmediato se dedicó a atender a migrantes que llegaron con insolación o cuadros de deshidratación. Una mujer hondureña proveniente de Olancho cargaba a su hija de 18 meses desmayada en brazos. Según dijo la mujer, la niña había empezado a vomitar a medio camino y luego dejó de reaccionar. La niña además padecía de hidrocefalia. Luego de casi una hora de espera, fue trasladada a un hospital por una ambulancia de Huhuetán.

Otra parte de la caravana siguió el camino hasta el Huixtla, un pueblo más adelante y otros se dispersaron buscando transporte por sus propios medios. Los dos grupos que quedaron unidos buscarán avanzar en su ruta este martes con la esperanza de llegar a la Ciudad de México en un par de semanas.

Los migrantes enfrentan graves peligros en su camino pues en su búsqueda por sortear los retenes migratorios del camino se desvían por caminos entre montes o atraviesan propiedades privadas donde se arriesgan a ser víctimas de secuestro, extorsión y otros delitos.

La región sur y particularmente el Estado de Chiapas ha arreciado su violencia por encontrarse en medio de una disputa entre los dos carteles más poderosos de México, el Cartel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. En las últimas semanas, se han reportado homicidios y secuestros masivos de migrantes en la zona, presuntamente realizados por la delincuencia organizada.

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