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Una nueva caravana de migrantes sale de una Tapachula asediada por el narco

Los dos principales carteles buscan quedarse con la ruta de la droga y con el negocio de la migración, lo que ha provocado rachas de muerte y secuestros de migrantes en las últimas semanas

Una caravana de migrantes camina sobre una carretera de Tapachula, en el Estado de Chiapas (México). El 24 de marzo de 2024.Foto: DAMIÁN SÁNCHEZ/CUARTOSCURO | Vídeo: EFE

Tres meses después de que la última caravana de migrantes partiera desde Tapachula, en la frontera sur de México, cientos de migrantes de diferentes nacionalidades que buscan llegar a Estados Unidos se han vuelto a organizar para huir de esta ciudad. Sin embargo, la caravana de este lunes, formada por cerca de 2 millares de personas, está marcada por una emoción particular: el miedo. En los últimos meses, la violencia en Tapachula se ha intensificado producto de una disputa entre los dos carteles de la droga más poderosos de México que se pelean por el control de la plaza: el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación. Ambos carteles han estado ejecutando estrategias que buscan quedarse no solo con la ruta de la droga sino también con el negocio de la migración, lo que ha provocado rachas de muerte y secuestros de migrantes en las últimas semanas.

Tapachula es una ciudad fronteriza del sur de México que forma parte de la ruta del narcotráfico conocida como “Ruta del Pacífico”, controlada desde hace al menos una década por el Cartel de Sinaloa, según registros oficiales de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA); sin embargo, al menos desde 2019 la ruta ha sido invadida por el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) lo que ha provocado crisis en todo el estado de Chiapas, particularmente en los municipios fronterizos y los ubicados en la sierra, como Frontera Comalapa, Motozintla, Ocosingo y Chicomuselo, entre otros.

El año 2023 registró una fuerte subida de la violencia en el Estado. Aunque Tapachula se ha mantenido al margen de los grandes enfrentamientos, desplazamientos forzados masivos, o muestras de poder del narco como sus narco-caravanas a plena luz del día, las noticias sobre masacres o personas acribilladas se hacen cada vez más comunes en esta ciudad. Solo por mencionar algunos ejemplos: en los últimos dos meses cuatro personas fueron acribilladas al salir de un centro comercial, otras tres fueron asesinadas al salir de su casa y otras dos fueron asesinadas saliendo de una cantina. En todos estos casos, las autoridades vinculan los hechos con la venta de drogas y los atacantes suelen ser sujetos que pasan a bordo de una motocicleta.

La violencia hacia los migrantes también se ha intensificado en Tapachula. El pasado 6 de marzo, tres ecuatorianos fueron asesinados y tres más resultaron con heridos luego de que intentaran escapar de su captor en la localidad Manga de Clavo, en el norponiente de la ciudad, mientras que el pasado jueves 21 de este mismo mes la organización humanitaria 1800 alertó sobre el secuestro de 95 migrantes ecuatorianos.

Esa noche, un convoy conformado por 10 vehículos de la policía municipal, estatal y carros artillados del Ejército mexicano realizaron un operativo en Puerto Chiapas, donde ubicaron una bodega en la que presuntamente se encontraban secuestrados los migrantes; sin embargo, al cabo de una hora de permanecer en el lugar se retiraron asegurando que no habían encontrado a nadie. Esa misma noche, más tarde, un activista local advirtió que decenas de migrantes se encontraban escondidos entre los montes aledaños de la zona.

A mediados de octubre pasado, el activista Luis Villagrán, uno de los principales impulsores de las caravanas de migrantes que salen desde Tapachula denunció que fue atacado por un grupo de ocho a 10 hombres fuertemente armados que lo interceptaron con un convoy de vehículos mientras viajaba con su familia a bordo de su vehículo personal. Las caravanas de migrantes irrumpen con el negocio del crimen organizado que busca mover por sus propios medios a los migrantes cobrándoles grandes cantidades de dinero. “Se fueron directo contra mí, no me dijeron nada, sólo me golpearon, me pegaron con las armas (de fuego que portaban) y me encañonaron”, dijo el activista al periódico La Jornada. Villagrán no descarta que quienes lo atacaron fueran miembros del crimen organizado.

Este domingo 24 de marzo, Villagrán llegó al parque Bicentenario de Tapachula donde convocó a cientos de migrantes para que partieran en caravana este lunes; sin embargo dijo públicamente que esta vez no acompañará a los caminantes argumentando que enfrenta una acusación judicial por presunto tráfico de personas. “Me ha llegado una orden de captura en la que dice que tres supuestos migrantes me acusan de haberles cobrado 3.000 pesos a cada uno por llevarlos en la caravana”, dice Villagrán a este periódico. Sin embargo, el activista asegura que la acusación es falsa y que únicamente buscan detener que él salga en las caravanas acompañando a los migrantes como lo ha hecho anteriormente. En su lugar, la caravana es acompañada por el padre Heyman Vázques, un sacerdote y activista defensor de los derechos humanos.

Por su parte, muchos migrantes ya están enterados de la disputa del territorio que libra el crimen organizado en la zona y del peligro que eso representa para ellos. A principios de marzo, unos ochocientos migrantes habían hecho campamentos a la orilla del río Suchiate, la frontera natural entre México y Guatemala. Entre ellos había muchos de nacionalidad venezolana, hatiana, hondureña, salvadoreña y colombianos. Al ser entrevistados, varios de ellos aseguraron que no avanzaban por miedo a lo que les pudiera pasar en el camino hacia Tapachula y las siguientes ciudades. “Dicen que nos están secuestrando y piden rescate si avanzamos nosotros solos”, dijo Antony, un joven venezolano procedente de Maracaibo, mientras cocinaba unos plátanos fritos a la orilla del río del lado mexicano en la localidad de Ciudad Hidalgo.

Otro grupo de cuatro hondureños que buscaban la sombra de un árbol para descansar aquella tarde dijo que también sentían miedo porque habían escuchado historias de otros migrantes que los antecedieron. “¿Por qué no avanzan?”, les preguntó el periodista. “Por las historias. Por las historias de terror que nos cuentan sobre lo que están haciendo más adelante”, contestó el hondureño.

Este lunes, los casi mil migrantes que se han unido para salir en caravana se acuerpan y se cuidan entre sí mismo para enfrentar los riesgos del camino luego de pasar detenidos durante días, semanas o meses en el sur de México. Avanzarán unos 12 o 20 kilómetros por día hasta donde sus fuerzas se los permitan. La última caravana que salió de Tapachula el 24 de diciembre pasado duró 18 días en pie y se terminó disolviendo en San Pedro Tapanatepec, unos 290 kilómetros más al norte. Sin embargo, pocos lograrán cruzar los más de 3,700 kilómetros que les quedan por recorrer hasta la frontera con Estados Unidos.

Tapachula se ha convertido en una ciudad trampa que mantiene retenidos a decenas de miles de migrantes por desinformación, burocracia y ahora por miedo. “Y cuando la caravana llegue a su final, ¿cómo harás para avanzar?”, preguntó el periodista a un joven venezolano llamado Ernesto este domingo 24 de marzo, mientras se alistaba para la caravana. “Así mismo como hicimos para llegar hasta aquí: jugándonos la vida”, respondió.

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