Patricia Dávila: “La UNAM merece una rectora preparada, con habilidades y experiencia”
La doctora en Biología analiza los retos a los que tendrá que enfrentarse si llega a rectora: aumento de la violencia de género, recortes en el presupuesto y fricciones con el Gobierno
En más de 400 años de historia la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM, nunca ha tenido una mujer a la cabeza. Ahora, Patricia Dávila (Ciudad de México, 68 años) podría convertirse en la primera rectora de una de las universidades más prestigiosas de América Latina para el periodo 2023-2027. Doctora en Biología, investigadora nacional emérita del Sistema Nacional de Investigadores y directora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (2012-2020), lleva 37 años trabajando para la universidad y actualmente forma parte del equipo del rector Graue como secretaria de Desarrollo Institucional.
Dávila recibe a EL PAÍS en su despacho del piso 8 en la Torre de Rectoría. Desde su ventana puede verse la fachada de la imponente biblioteca, obra del artista Juan O’Gorman, y las facultades que están alrededor de la zona conocida como Las Islas. Quien sea elegido nuevo rector —o rectora — tendrá que gestionar un universo de más de 400.000 personas en el que conviven alumnos, trabajadores, personal docente y administrativo. Además deberá de enfrentarse a varios retos que han marcado a la UNAM en los últimos años: aumento de las denuncias por violencia de género, problemas de financiación, recortes presupuestarios, mejoras salariales del personal, modernización de sus instalaciones y fricciones con el actual Gobierno, por mencionar solo algunos.
La doctora Dávila lleva unos tenis de color azul marino y explica que prefiere vestir con ropa cómoda porque le gusta hacer ejercicio, caminar mucho por Ciudad Universitaria (CU) y hablar con los estudiantes.
Pregunta. Si gana la próxima elección, ¿seguirá caminando por CU y hablando con los alumnos?
Respuesta. Sí. Soy una persona a la que le gusta ver, escuchar, acercarse a su comunidad y tratar de arreglar los problemas que tiene la universidad. No me voy a esconder detrás de un escritorio. Quiero sentarme con los directores y directoras para hablar, discutir y tratar de arreglar lo que haga falta. También quiero escuchar a los muchachos porque los alumnos son el corazón de la universidad y tienen muchos problemas.
P. ¿Qué significaría para la UNAM que usted sea la primera rectora de esta universidad?
R. Sería algo importante desde el punto de vista simbólico. Una universidad con tantos años y que no haya tenido una rectora, manda un mensaje equivocado. La UNAM merece una rectora preparada, con habilidades y experiencia. No una mujer nada más, quiero que esto se entienda muy bien. Las mujeres tenemos una participación muy activa en la vida de este país y del mundo y si llega una rectora sería un parteaguas. Tenemos sensibilidad y una capacidad de organización y de trabajo en equipo muy importantes.
P. Usted dice que la ausencia de una rectora en la historia de la UNAM manda un mensaje equivocado. ¿Considera que esta universidad es una institución sexista?
R. Sería incapaz de decir eso cuando yo trabajo en la Secretaría de Desarrollo Institucional muy cerca del rector y el rector tiene varias mujeres que lo acompañan. Es una pregunta que usted tendría que hacerle a la Junta de Gobierno, no a mí, porque yo no decido quién es rector. Creo que hasta ahora no había llegado el momento de que una mujer fuera rectora, pero ese momento ya llegó.
P. Una doctora en Biología como usted, ¿qué puede aportar como rectora?
R. Le voy a poner un ejemplo desde mi área de conocimiento. Yo trabajo en cuestiones de cambio climático y sustentabilidad, especialmente en zonas áridas de México. Para conservar nuestra biodiversidad tenemos que trabajar de manera interdisciplinar con biólogos, antropólogos, sociólogos, expertos en suelos... Y yo le apuesto a la UNAM a caminar en esa dirección para resolver los problemas de manera interdisciplinar. Quiero sumar a mi equipo a la gente adecuada, no a mis amigos, sino a quien tenga el perfil para ocupar esos puestos.
P. ¿Qué es lo primero que haría si llega al cargo?
R. Me pondré a trabajar en un programa integral para apoyar a los alumnos. Muchos traen muchos problemas y tenemos que escucharlos. A los problemas físicos se suman los problemas de salud emocional y económicos. Venimos de una pandemia que nos pegó durísimo y los alumnos también arrastran problemas de conocimientos. Quiero crear una unidad de asuntos estudiantiles que sea un puente con las facultades y las escuelas. Quiero escucharlos y dialogar, pero pido lo mismo en reciprocidad, o sea, los alumnos también tienen que escuchar y entender, porque no se vale tener beca y no ir bien en la escuela, por ejemplo. Todo es un compromiso en esta vida.
P. Las becas universitarias Elisa Acuña han caído con este Gobierno a un mínimo histórico. De hecho, la UNAM tuvo que asegurar esos apoyos con recursos propios, ¿qué plantea usted para que esto no vuelva a suceder?
R. Las becas son importantísimas porque son parte del bienestar social de la comunidad en su manutención o desplazamiento. Tenemos un problema grande porque se nos han venido para abajo así que necesitamos conseguir ingresos para mantenerlas. Por eso es importante el financiamiento de proyectos interdisciplinarios de investigación en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y la Unión Europea. Si la investigación se mueve, podremos tomar presupuesto para apoyar las becas, por ejemplo. También soy de la idea que tendríamos que tener una beca para los alumnos que están más abajito. A los de los promedios más bajos hay que darles un incentivo para que limpien su cardex de reprobadas y así pueden aspirar a otras becas más grandes. En vez de tacharlos por ir mal, darles esa combinación de apoyos. Es un trabajo monumental, pero es súper necesario.
P. Otro grave problema que arrastra la UNAM es el tema de la violencia de género. En 2020 las denuncias por violencia sexual y discriminación crecieron respecto a años anterios, según datos oficiales. La mayoría de estas quejas son de alumnas de bachillerato, CCH y facultades. ¿Qué propone para prevenir y atender los casos de violencia sexual en los planteles, las prepas y los campus?
R. Quiero decir que esto no es solo un problema de la UNAM. Es un problema del país y del mundo en el que vivimos. Creo que la universidad ha hecho muchas cosas. Existe la Defensoría de los Derechos Universitarios y de Igualdad de Género. Tenemos un un Centro de Investigación en Estudios de Género, tenemos un Posgrado en Estudios de Género y tenemos la Coordinación de Igualdad de Género. Estamos tratando de hacer diferentes cosas, unos previniendo, otros atendiendo, otros tratando de promover comportamientos saludables... Pero es cierto que eso no ha sido suficiente. Hemos tratado de ir parchando pero el gran problema es que esto no cambia nada porque está mal instrumentado. Para empezar, los directores de las facultades no pueden ser los juzgadores finales de los casos de violencia de género. Lo que necesitamos es tener una oficina autónoma totalmente independiente de las facultades que acompañe y oriente física y mentalmente a la alumna, pero también en la parte legal. Un ente que sea capaz de sancionar a quien sea responsable de esa violencia.
P. El 90% de los aspirantes a estudiar una licenciatura en la UNAM en el curso 2023-2024 fueron rechazados. En total, 180.166 personas. ¿Qué se puede hacer con esa cifra, hay manera de reducirla?
R. Déjeme decirle dos cosas. En los últimos cinco años aumentó la matrícula en la universidad en 35.000 alumnos y lo hemos hecho con el mismo presupuesto. Hemos hecho más con menos. Tenemos los salones repletos y los laboratorios a tope. Claro, nos duele en el alma lo del rechazo pero la UNAM no es la encargada de cubrir la oferta educativa de este país. Eso lo tiene que hacer el Gobierno. De todas formas, para mí hay dos rendijas por las que podemos crecer un poco. Una es la educación a distancia y que se flexibilicen los planes de estudio y la otra es a través de las Escuelas Nacionales de Estudios Superiores (ENES) que están en León, Querétaro, Morelia, Mérida y Oaxaca.
P. ¿Qué otros problemas o necesidades tiene la universidad?
R. Pues mire, los docentes necesitan actualizarse y es algo que nos está costando trabajo, sobre todo a los más mayorcitos. Se necesita una docencia interactiva, incorporar la tecnología y la inteligencia artificial a las aulas, los laboratorios y los talleres.
P. Habla usted de los docentes, le quiero preguntar por la precariedad en los salarios de los profesores de asignatura, ¿qué se puede hacer para mejorar sus condiciones?
R. Hay que atenderlo. Tengo claramente definido en mi proyecto que hay que revisar y, si es el caso, modificar el Estatuto del personal académico. Pero antes de hablar de sueldos y de todo eso, porque el rector o rectora no pone los sueldos, eso viene a nivel de la Federación, tenemos que definir cuáles son las funciones de un profesor de asignatura con base en esas funciones, cuántas horas deberían de tener de máximo, y de ahí caminar para adelante sin que quiera decir que los que están en ese momento contratados por 20 horas o 40 horas, se les vaya a dejar sin trabajo.
P. En los últimos años la relación del Gobierno de López Obrador con la UNAM ha sido complicada. El presidente ha llegado a afirmar que la universidad se ha “derechizado”, ¿qué opina de estas afirmaciones?
R. Difícilmente va a encontrar usted una institución en este país más plural que la UNAM. Aquí hay de todo: de derecha, de izquierda, de en medio, apolíticos, hay lo que usted crea y lo que no crea, también lo va a encontrar aquí. En realidad estamos acostumbrados a la crítica y al debate, por eso estamos aquí muchos de nosotros; porque podemos pensar, hablar y discutir. El principio básico de la universidad es que tenemos que caber todos. La inclusión es muy importante en el sentido más amplio de la palabra. También le hablo de la gente con discapacidad, de la comunidad de la diversidad sexual... Tenemos que que caber adecuadamente, claro. No a golpes, ¿verdad?
P. ¿Qué debe hacer quien llegue a la rectoría con el Gobierno?
R. Creo que las cosas van a cambiar para bien. Cuando llegue alguien a la rectoría hay que entablar inmediatamente una relación respetuosa con el nuevo Gobierno. Un Gobierno que muy probablemente tenga a una mujer universitaria de la UNAM al frente, por cierto. Al final estamos todos del mismo lado. Somos mexicanos y tenemos un país muy complejo, muy grande, muy diverso al que le tenemos que entrar juntos. Nos tenemos que escuchar y creo que alguien como yo lo puede hacer muy bien porque lo sé hacer y porque no pertenezco a ningún partido político ni a ninguna familia de abolengo. Mi madre estudió hasta la primaria; mi padre estudió secundaria. De ahí vengo yo.
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