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En colaboración conCAF
Emergencia climática
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Oda al aire en tiempos de emergencia climática

Puesto en perspectiva real, muchas de las pugnas que atraviesa el presente, incluidas las de la industria audiovisual, son considerablemente irrelevantes en comparación con la crisis ambiental que estamos viviendo

América Futura Gael García Bernal
Mariana G
Gael García Bernal

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Qué estéril es escribir acerca de la emergencia climática cuando el aire deja de correr porque el calor es tan indolente que dejó de transmitir el sonido de las palabras y nuestros pensamientos. Miramos a través de la falta morgana del horizonte como si fuéramos los que nos quedamos en el anden del tren, viendo a nuestra amada persona viajar a la velocidad de la luz, adelgazada como un fideo brillante en el instante de la última vez que nos vimos a los ojos. Ojalá pudiéramos apoyar la frente de nuevo en la espalda de esa persona, cerrando los ojos para imaginarse estar en otra parte, escapando entre la humedad fresca, dejando que la respiración nos lleve a soñar bonito ya que hace mucho que no encontramos la tranquilidad.

Me gustaría decir lo contrario: el calor me hizo levantarme una vez más para imaginarme cómo construir un bosque. Pasé por un lado del jagüey mientras las ranas se escondían sintiendo mi presencia. ¿Qué buscaba? Los suelos yermos para contemplar: aquí hay que plantar avena y buscar unos gansos para que se paseen por estos lares. La composta que armé queda lejos, pero la iré trayendo poco a poco para alimentar este espacio recién plantado de trébol. Ya no crecen los helechos que crecían antes de que construyéramos nuestra casa. Pero volverán, ahí están los bulbos y las raíces volviendo a conectarse a través del micelio. Hay que hacer monte, bosque, selva, un lugar dónde perderse y esconderse. Un lugar donde no haga calor.

En los últimos cien años ha aumentado la temperatura promedio del planeta de una forma anómala. Supongo que quien lee esto ya lo sabe. Pero si usted no lo sabe, debe saber que hay quienes creen - puesto que es mera creencia que proviene de la ignorancia - que esto no está sucediendo. Y si acaso aceptaran que está sucediendo, inmediatamente dicen que es un fenómeno natural, como parte de un ciclo constante de la tierra. (Es muy difícil y duele escribir acerca de los frutos de la ignorancia). Obviamente, el método científico ha buscado las razones de esta anomalía de aumento rápido de la temperatura, y ha llegado al consenso masivo y abrumador de que se debe a la actividad humana desde el comienzo de la era industrial, exacerbándose dramáticamente en estos últimos cincuenta años. Casi mi edad, carajo. Duele decir que esta tragedia pone en riesgo la existencia de todo lo vivo en nuestro planeta y que ha sido causada por el ser humano. Hay que matizar: “por el sistema industrial y económico del ser humano”.

Pero duele mucho más ponerle palabras para describir la idiotez de los negacionistas del cambio climático. Ojo, quizás aquí hay una clave que ejemplifica la contradicción que enmarcaba al comienzo: la derrota de nuestra especie me aflige y me apalanca; me deprime y me hundo en el mar del calor. Pero la ignorancia de algunos miembros de nuestra especie —por lo general suelen ser hombres— me hace levantarme y sentir que no son tan inertes las luchas que hacemos en solitario pero en especial en comunidad, para encontrar la forma de desacelerar y dejar de contaminar, combinado con ampliar la capacidad de absorción de todos los gases que ocasionan el aumento en la temperatura. Y volvemos al bosque, al mar, a los humedales, a las canciones que podemos cantar mientras jugamos en las olas de la playa todo el día hasta la noche. La auténtica alegría y prosperidad está en el esplendor de las canciones donde celebramos en comunidad que hay futuro. La desolación e ignorancia auténtica radica en la foto de la red social donde el “creador de contenido” anuncia su viaje en avión privado hacia el “bienestar de vivir en el momento”. (Perdón por escribir ese concepto miasma).

De la inmovilidad a la revelación. Quizás ese mismo recorrido es el que experimentaron los físicos teóricos que resistieron a la derrota de lo insensato para adentrarse en la dolorosa realización del colapso de una estrella, donde la densidad es tan extrema que hace que el futuro y el pasado sea un mismo lugar. No tiene sentido que eso exista, pero existe.

En un extremo más inhóspito existe la maldad. Es difícil descifrarla o desenmascararla porque se refugia en conceptos y palabras secuestradas por el crecimiento económico: “bienestar, progreso, riqueza”. Y se usan y sobreutilizan esas palabras hasta volverlas clave para una campaña política o algún posicionamiento ideológico. “Prometo desarrollo, bienestar y progreso. ¿Cómo? ¡Sígueme y juntos lo haremos!” La batalla semántica es otra que hay que dar. Hay que recuperar el significado de las palabras para subvertir los sinónimos económicos de la prosperidad. Pero sobre todo hay que recuperarlas para que el significado -patrimonio de la verdad/vida que nos une como especie - deje de ser utilizado por los hombres (una vez más, solemos ser la inmensa mayoría) que buscan un frenesí político que los lleve al poder y así poder satisfacer esa patología desenfrenada que nace de la falta de cariño y alegría.

Hace unos días tuve una conversación pública en el festival Hay en Querétaro. La huelga de actores de uno de los sindicatos a los que estoy afiliado me impide participar de la promoción de las películas en las que participo y que se están estrenando en este momento. Esto será muy anecdótico en la posteridad en comparación al arreglo al que se llegue para regular y mejorar las condiciones de la industria audiovisual. En cuanto se llegue a un arreglo justo y necesario entre las partes, podré hacerlo. Así que mientras tanto, hablé del tema que nos atañe y nos convoca inexorablemente: la emergencia climática. Puesto en perspectiva real, todo lo que tiene que ver con las pugnas dentro de la industria audiovisual es infinitamente irrelevante en comparación con la crisis ambiental que estamos viviendo. Con más razón agradezco que me hayan dado el espacio para compartir y promover esta conversación en torno a la emergencia climática. La más importante y transversal, y que recupera el significado de las palabras: justicia, dignidad, alegría, prosperidad, igualdad. En este momento es cuando busco a los poetas para que maticen mi optimismo y cursilería para transformarlos en moldes abstractos y así darle vida a otra realidad del entendimiento.

Fragmentos de Oda al Aire, de Pablo Neruda:

Andando en un camino encontré al aire, lo saludé y le dije con respeto: «me alegro de que por una vez dejes tu transparencia, así hablaremos»...

No, aire, no te vendas, que no te canalicen, que no te entuben, que no te encajen ni te compriman,

que no te hagan tabletas, que no te metan en una botella, ¡cuidado!

¡Cuidado! y ven conmigo nos queda mucho que bailar y cantar. vamos a lo largo del mar. a lo alto de los montes, vamos donde esté floreciendo la nueva primavera y en un golpe de viento y canto repartamos las flores, el aroma, los frutos, el aire de mañana.

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Sobre la firma

Gael García Bernal
Es actor, productor y director mexicano. Actualmente es columnista de América Futura.

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