Marcelo Ebrard se multiplica antes de abrirse la veda para la sucesión en Morena
El canciller aumenta la presión con pequeños pulsos a la dirección del partido de cara al pistoletazo de salida oficial, previsto para la semana que viene, del proceso de selección interna. Claudia Sheinbaum parte como clara favorita
Hace un mes, el presidente comunicó a los suyos un cambio de planes. El calendario para los comicios internos se acortaba. Lo que iba a ser una carrera de fondo hasta casi final de año, se convertía en un esprint que acabará en verano. Escarmentado del fuerte desgaste que han supuesto las batallas intestinas durante su carrera, Andrés Manuel López Obrador quiere dejar las cosas atadas lo antes posible. Un proceso rápido y seguido muy cerca desde la silla presidencial para dirimir al candidato de Morena rumbo a 2024. Un cambio de calendario que ha afectado, sobre todo, a Marcelo Ebrard. El canciller contaba con más plazo para recortar distancias con la jefa capitalina, Claudia Sheinbaum, la favorita en todas las encuestas, y al estrecharse los tiempos se ha visto obligado a multiplicar sus esfuerzos.
El equipo de Ebrard define el clima dentro del partido como de “profecía autocumplida”. Es decir, todo el mundo da por hecho que Sheinbaum va a ganar, retroalimentando los apoyos a la favorita, que mantiene de momento un perfil bajo y un tono conciliador. Las campañas no han siquiera comenzado, pero todos los precandidatos llevan meses enfrascados en actos de proselitismo de baja intensidad. El más activo está siendo sin duda Ebrard, que ha acelerado más todavía desde que se conoció el cambio de calendario. A la gira promocional de su biografía, que le está sirviendo de justificación para recorrer el país, reunirse con sus seguidores y acaparar los focos, se suman pequeños pulsos a la dirección del partido. Desde, por ejemplo, la insistente presión para que defina cuanto antes y con claridad las reglas de la elección interna, a su tibio y tardío apoyo al candidato del partido para las elecciones de Coahuila.
En su cruzada por marcar lo más posible el camino, el canciller ha llegado esta semana a anunciar que propondrá al partido incluso la metodología de la elección interna. “Estoy contento porque ya encontré una fórmula utilizando innovaciones tecnológicas y nuevas ideas que Morena misma ha llevado a cabo en varios ámbitos. La voy a desarrollar y se las presento y se las comparto el 5 de junio”, dijo en sus redes sociales. La fecha también es elocuente. Justo el día después de las elecciones del Estado de México y Coahuila. La fecha marcada en rojo por el propio presidente, que ha pedido expresamente que nadie se mueva antes de los comicios.
La respuesta al anuncio de Ebrard fue atendida por López Obrador con tono de advertencia. “No es que ‘yo quiero que hagan las cosas a mi medida’. Así es el procedimiento establecido y dudo que lo haya dicho porque Marcelo es una gente muy seria, muy respetuosa”. No es la primera vez que el canciller ha movido la ficha en la misma dirección. En diciembre del año pasado, envió una carta a Mario Delgado, el presidente de la formación, para pedirle que hubiera un acuerdo sobre los tiempos. Ebrard ha insistido mucho en que lo correcto es realizar encuestas espejo, tener fechas claras para separarse de los cargos y promover un piso parejo. “O hay encuesta o hay favorita”, ha dicho en varias ocasiones en alusión a Sheinbaum.
También ha sido el primero, y hasta ahora el único, que ha empezado a construir formalmente a su equipo. A principios de mes, la subsecretaria de Derechos Humanos, Martha Delgado, fue la primera en presentar su renuncia para dedicarse por completo a la campaña. Una semana después lo hizo el director para Europa en la Secretaría de Exteriores, Bernardo Aguilar.
En ese escenario de profecía autocumplida, el poder territorial del partido también se ha posicionado ya. El senador Ricardo Monreal, otro de los cuatro aspirantes, reconocía en una reciente entrevista con este diario que prácticamente los 22 gobernadores de Morena se han dividido en dos bandos para apoyar, o bien, a Sheinbaum, o bien a Adán Augusto López, el secretario de Gobernación, el cuarto candidato en discordia. Algunas de esas alianzas son ya muy evidentes: los mandatarios de Campeche, Veracruz, Sonora, Oaxaca y Michoacán han promovido abiertamente a Sheinbaum. Mientras que en Tabasco, Baja California Sur, Chiapas y Nayarit, Adán Augusto tiene a sus incondicionales.
Un ejemplo fue la visita de Ebrard hace un par de semanas a Oaxaca, donde también estaba Sheinbaum. La agenda de ambos fue muy diferente. Mientras la jefa capitalina estuvo en todo momento arropada por el gobernador del Estado, Salomón Jara, celebrando diferentes actos repletos de militantes; el titular de exteriores se dedicó a promocionar su biografía, El camino de México, y a inaugurar una oficina consular en un pequeño pueblo. Unas actividades muy volcadas a intervenir sobre el terreno con la intención de acercar su imagen de efectivo hombre de despacho también a la gente de a pie.
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