‘Antes que lleguen los zopilotes’, un homenaje al cine mexicano de oro y al realismo mágico de Juan Rulfo
La ópera prima de Jonás N. Díaz se estrena y compite en la sección Big Screen Competition del Festival de Cine de Rotterdam en Países Bajos
Tuza (María del Carmen Félix), una pescadora dura y dominante, provoca la muerte de Justino (Francisco Pita) por lo que se ve obligada a emprender un viaje de redención con su viuda, Luvina (Tsayamhall Esquivel), a encontrar el cadáver antes de que lleguen los zopilotes y se lo coman. A través de un ambiente rulfiano, ambas mujeres se embarcan en un enigmático viaje donde sus deseos se enfrentan con la soledad. Filmada durante un mes, encerrados en una casa en Ciudad de México, casi como en una esfera teatral, así se presenta y se hizo Antes que lleguen los zopilotes, la ópera prima del realizador Jonás N. Díaz, que se inspira y homenajea al cine mexicano de oro y a la narrativa de Juan Rulfo.
Díaz, acompañado de su elenco y equipo técnico, ofreció en la Cineteca Nacional de Ciudad de México una primera mirada a un fragmento de la película para la prensa antes de emprender el viaje a Países Bajos, donde será estrenada en el Festival de Cine de Rotterdam, cita cinematográfica en la que competirá en Big Screen Competition, una sección diversa que cierra la brecha entre el cine popular, clásico y de autor, junto a otras 15 cintas, entre las que se incluyen producciones latinoamericanas como La hembrita (República Dominicana) y La sudestada (Argentina).
La película, según Díaz, se nutre de distintas vertientes. Le cuenta a EL PAÍS que uno de los temas que más le interesaba era la invisibilidad de la gente de pueblo cuando llega a la ciudad, como si vinieran de un universo distinto. Vio una convergencia entre esta dinámica de ambos mundos y que se apoya en el realismo mágico para nutrir a la narrativa. “Es un reencuentro con el cine de oro, con un lenguaje ya perdido, en la manera en la que se expresaban en los pueblos en México. Es un reencuentro entre los mismos personajes”, explica.
Uno de los detalles que más le atrajo del proyecto a la actriz María del Carmen Félix es el guion ya que, según cuenta, tiene “una reminiscencia” al universo de Pedro Páramo, del escritor mexicano Juan Rulfo. Una de las referencias que Díaz le mostró para abordar a Tuza, a quien encarna en este filme, fue el de La Cucaracha, personaje que interpretó María Félix, uno de los iconos del cine de oro de México —y curiosamente tía abuela de la intérprete—, en la película de título homónimo.
“Vengo de un pueblo que se llama Álamo [en el Estado de Sonora] y crecí con esta idiosincrasia. Estos tres personajes se expresan y nos llevan a un México con unas raíces muy potentes, de nuestros abuelos, de nuestro sol, de nuestra sangre. Creo que el rescate de eso es muy poderoso”, afirma Félix.
Filmada en blanco y negro, con claros y oscuros, la imagen simula una especie de delirio que lleva al espectador a un ejercicio interesante dentro de una casa con una barcaza dentro, asediada por el agua. El público no ve el agua, pero puede oírla. Díaz recurre a una puesta en escena casi teatral, inspirado por algunos ejercicios cinematográficos similares como en Los ocho más odiados (2015) o Dogville (2003), así como el cine de Luis Buñuel.
“Una de las películas que se me hizo muy dichosa y la cual me ayudó mucho fue El Ángel Exterminador, de Buñuel, porque justo nos permite hablar del encierro y de lograr una narrativa en una casa. Es una de las películas que me aportó muchísimo a nivel visual también Incluso en cuestión fotográfica”, dice Díaz.
Díaz hace hincapié en la fotografía, a cargo de Rigel García, ya que al tratarse de una película de bajo presupuesto, el cuidado y el enfoque que se le debe dar a las herramientas e incluso a los emplazamientos se tenía que tomar con esa calma y realmente planificarlo muy bien, enfatiza. “La fotografía es algo que nos remite a la época, pero nos ayuda también a salirnos de ciertas temporalidades, porque conforme la película va avanzando nos vamos a dar cuenta que sí hay elementos más contemporáneos, incluso en cuestiones narrativas que nos ayudan a crear este ejercicio sonoro y sobre todo jugar con la temporalidad”, precisa el director.
La película se desarrolla a través de la relación de estas dos mujeres, Tuza y Luvina, su transformación, los grandes arquetipos de la época y la ruptura de paradigmas. La actriz Tsayamhall Esquivel ve una crítica y reflexión a ciertos convencionalismos sociales que la película retrata.
“Destapar esos canales son los que a mí me parecen muy potentes y que incluso a la fecha todavía hay mujeres que se sienten cautivas socialmente de estas situaciones de casa, laborales, sociales, estos estereotipos. Entonces creo que es muy importante los cuestionamientos de los personajes de Lubina y Tuza, con sus diferencias y similitudes, porque justo se cuestionan muchísimo lo que deberían ser, lo que son y lo que fueron. Entonces sí me parece importante destacarlo”, finaliza Esquivel.
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