Pánico a bordo del avión tiroteado en Culiacán: “Estábamos a punto de despegar y empezaron los balazos”
Alrededor de 300 pasajeros continúan varados en el aeropuerto de la capital de Sinaloa, mientras continúan los bloqueos y la inseguridad en las calles
El video dura solo 20 segundos. Los pasajeros del vuelo AM 165 de Aeroméxico con destino a la Ciudad de México vivieron la mañana de este jueves el terror de la violencia que se ha desatado tras la recaptura de Ovidio Guzmán, en Culiacán, Sinaloa. Tirados en el suelo , hombres, mujeres y niños se protegen entre los asientos asustados, con las caras llenas de pánico. Afuera, las detonaciones no cesan. “¿Por qué?” se escucha decir a una niña asustada. “Agáchate, agáchate”, responde un hombre. “¿Por qué, mamá?” vuelve a decir la pequeña entre llantos. El avión que estaba situado en la pista, fue alcanzado por las balas que impactaron en el fuselaje. “Estábamos a punto de despegar y empezaron los balazos”, cuenta David Téllez, el pasajero que ha grabado esos momentos de angustia dentro del avión. Él, su esposa y sus tres hijos, los niños a los que se escucha llorar en el video, regresaban a casa después de pasar las vacaciones de Navidad en familia.
Minutos antes, dos aviones de la Fuerza Aérea Mexicana, cuatro monoplazas y un helicóptero aterrizaron en la pista. “Subieron a alguien a esos aviones, me imagino que es por quien venían”, dice Téllez, de 42 años, que observó toda la escena desde su asiento esperando para despegar. En una de las aeronaves Guzmán fue trasladado a la Ciudad de Mexico. Los aviones militares fueron recibidos a balazos por el crimen organizado que tuvo un enfrentamiento en la pista con elementos del Ejército. El ataque acabó impactando también en el avión comercial. Pasadas las 9.00 de la mañana el comandante del vuelo de Aeroméxico anunciaba a los pasajeros que debido a los hechos violentos que estaban sucediendo era necesario regresar a la terminal. El avión no podía despegar en esas condiciones. Aunque ni pasajeros ni tripulantes resultaron heridos tras el tiroteo, la compañía decidió cancelar todos sus vuelos en los aeropuertos de Sinaloa. La medida también fue replicada por VivaAerobús y Volaris.
La lluvia de balas desató el pánico no solo en el medio centenar de viajeros del vuelo 165, sino también en las personas que se encontraban en el edificio terminal. Como le sucedió a Ernesto Ramos, un fotógrafo de 27 años, originario de Culiacán que llegó a las 6.50 de la mañana en un vuelo procedente de Ciudad de México, sin saber que estaba aterrizando en algo parecido a una zona de guerra. “Cuando llegamos la Guardia Nacional nos sugirió que nos quedáramos resguardados porque estaba muy peligroso, pero no nos dieron más información. A través de internet empezamos a ver lo que estaba pasando”, cuenta Ramos.
El fotógrafo y su amigo trataron de llegar a casa de otra amiga a pie, pero tuvieron que regresar corriendo cuando empezó el ataque contra el avión de la Fuerza Aérea. “Fue un momento de muchísima tensión. La gente corría dentro de la terminal y subió a la segunda planta para resguardarse”, recuerda el fotógrafo. La incertidumbre y el miedo lo invadían todo. A lo lejos el fotógrafo recuerda que podían verse varias columnas de humo negro que llegaban desde la capital. La banda de Los Chapitos, una de las facciones del Cartel de Sinaloa, dejaba cundir el caos con plomo y fuego como respuesta a la captura de su líder. “Personas de un restaurante cerraron las persianas de los establecimientos y nos dijeron: nos están llegando mensajes de que los malos ya están aquí. Te sugiero que metas a tu familia en un baño y no salgas”, relata David Téllez. Aunque la Guardia Nacional había cortado el paso y resguardaba el aeropuerto, los disparos del narco sonaban muy cerca.
A eso de las 10.00 de la mañana, Ramos cuenta que los disparos se oían cada vez más. “Como unas 10 personas nos escondimos detrás de una columna. En ese momento estás esperando lo peor, fue un infierno”, dice el fotógrafo y recuerda algo más: “Le marqué a mi hermana por si pasaba algo. Pensábamos que estaban a punto de entrar y ya sabes que esas personas no te van a respetar... sí pensé que podíamos morir”.
A medida que pasaban las horas, la información iba cayendo a cuentagotas. Las imágenes de la detención y las de los disturbios, se mezclaban con otra información falsa que empezó a circular en redes. Por ejemplo, un video en el que se dice que un grupo de personas armadas había tomado la terminal del aeropuerto. “Esas imágenes son falsas, nunca entraron hombres armados”, dice Ramos.
Después de más de 12 horas de espera, unas 300 personas se preparan para pasar la noche de Reyes varadas en la terminal de Culiacán. David Téllez cuenta que la aerolínea ha repartido agua y comida a los pasajeros, a la espera de que se sepan más detalles de lo que está pasando en el país. “Todos estamos pendientes de las redes sociales”, agrega Ernesto Ramos.
Las autoridades locales recomiendan a la población que no salga a la calle porque sigue habiendo quema de vehículos y retenes del narco. La Guardia Nacional que resguarda el aeropuerto, explica a los viajeros que si abandonan la zona lo hagan “bajo su propio riesgo”. Ernesto Ramos ha conseguido refugiarse en casa de una amiga a un kilómetro de la terminal, mientras que David Téllez continúa en el aeropuerto con su familia hasta que puedan abordar el próximo avión. Nunca pensó que sus vacaciones terminarían en la pesadilla en la que se convirtió Culiacán este 5 de enero. Su video, que ha dado la vuelta al mundo, es un claro reflejo de cómo la violencia en México llega a todos los rincones de la sociedad. También a bordo de un avión.
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