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La guerra entre Luis Estrada y las instituciones culturales de México: una película, críticas al Gobierno y acusaciones de censura

El director mexicano acusa al Imcine y a la Secretaría de Cultura de cometer arbitrariedades en la asignación de presupuesto para ‘¡Que Viva México!’, su última película

El director mexicano Luis Estrada
El director mexicano Luis Estrada durante una entrevista en sus oficinas de Ciudad de México, el 9 de noviembre de 2022.Hector Guerrero
Almudena Barragán

La última película del director mexicano Luis Estrada, titulada ¡Que Viva México!, está dando mucho de qué hablar antes incluso de que pueda verse en cines. El estreno estaba programado para el pasado 3 de noviembre, pero fue suspendido por el propio director solo 24 horas antes de su lanzamiento por un desacuerdo con Netflix sobre la distribución en salas y no ha sido el único frente abierto.

Acostumbrado a pisar bastantes callos y a provocar la ira de la clase política, Estrada denuncia “la censura” de las actuales instituciones culturales del país, en especial la del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) y la Secretaría de Cultura, a las que el director acusa de rechazar ¡Que Viva México! hasta en cinco ocasiones para recibir financiamiento público. “Desde cualquier lectura era una arbitrariedad y un acto de censura. La censura actualmente no es cómo la entendemos en su definición clásica, ahora se disfraza”, aseguraba el director en una entrevista el mes pasado con EL PAÍS.

La película cuenta la historia de un hombre de clase media que recibe la herencia de su abuelo y de las envidias que desata el tesoro en el interior de su familia. Más allá de esa historia, la cinta realiza una crítica severa contra el Gobierno actual de Andrés Manuel López Obrador y su proyecto político, la llamada cuarta transformación. Estrada no duda en asociar la negativa de concederle el financiamiento para rodar ¡Que Viva México! con la trama de la película.

A principios del 2020, el director y sus socios, cinco empresas contribuyentes, solicitaron el estímulo fiscal conocido como Eficine por 15 millones de pesos (757.000 dólares), el proyecto fue aprobado en lo cinematográfico por el Consejo Evaluador del Imcine, encargado de calificar la viabilidad de los proyectos, sin embargo, al final a la película solo le asignaron un monto de 2,08 millones de pesos (105.000 dólares). ¿El motivo? “Dos de los contribuyentes no pasaron la evaluación fiscal”, asegura el Imcine en declaraciones a este diario. “A pesar de los muy elogiosos comentarios sobre el guion, el equipo, el reparto y el proyecto en general, [las autoridades] decidieron aprobar sólo un mínima parte del monto de apoyo solicitado. Y la condición para poderme dar ese apoyo, era que yo tenía que demostrar, en un periodo muy breve, que tenía la totalidad del financiamiento restante, cosa que fue materialmente imposible”, responde Estrada. “La razón del rechazo es que en uno de las decenas de documentos que solicitan, mi nombre no aparecía completo y no pudieron comprobar que se tratara de la misma persona”, agrega el cineasta.

Con la pandemia pisándole los talones y la falta de financiamiento público, Estrada volvió a presentar la película a una segunda convocatoria del Eficine en 2020. “Nuevamente los comentarios del dictamen fueron muy favorables en todos los aspectos”, dice el director. La película obtuvo una calificación de 87 puntos sobre 100 del Consejo Evaluador, de acuerdo a documentos oficiales a los que ha tenido acceso este periódico. Pero nuevamente, el Imcine solo aprobó una parte del presupuesto solicitado, en esta ocasión 20 millones de pesos. “En las dos ocasiones, algunas de las empresas contribuyentes no cumplieron con los requisitos fiscales establecidos en reglas y el monto solicitado no se aprobó en su totalidad, por lo que Estrada prefirió declinar los apoyos que sí se autorizaron”, señala a través de un mensaje la directora general del Imcine, la también cineasta María Novaro.

“Nuevamente, y lo que para mí fue una respuesta ridícula, sólo aprobaron una parte del monto solicitado, porque a uno de los contribuyentes, le descubrieron que tenía una pequeña multa en Hacienda, y eso lo descalificaba… Nuevamente si quería yo hacer uso de los recursos parciales y mínimos que aprobaron, tenía que demostrar que contaba con todo el financiamiento consolidado. Era Imposible” remarca Estrada. En esta segunda convocatoria, la autoridad cultural aprobó entregarle a Estrada siete millones de pesos bajo las mismas condiciones. “Atrás de ese infierno, en mi lectura, solo hay un argumento político, y que se puede resumir en lo siguiente: [la Secretaría de] Cultura e Imcine apostaban a que sin su apoyo, que siempre tuve para todas mis películas, no la iba a poder filmar en este sexenio”, denuncia el cineasta autor de títulos tan celebrados como La Ley de Herodes (1999), El Infierno (2010) o La Dictadura Perfecta (2014).

Con los estragos de la pandemia y no aceptando un no por respuesta, el proyecto se volvió a presentar por tercera vez en el primer período de 2021. “El Consejo Evaluador de ese periodo decidió no recomendarlo”, explica Novaro. “Cabe aclarar que los miembros de cada Consejo Evaluador cambian en cada periodo y se conforman con personas del sector cinematográfico cuyos nombres son insaculados ante un notario público y el Imcine no interviene en las recomendaciones”, agrega la directora de Instituto. Pese a que la reglamentación vigente señala que los proyectos aprobados en un periodo anterior, como le sucede a ¡Que Viva México!, no necesitan ser evaluados de nuevo en la parte artística, la película de Estrada recibió una segunda calificación menor que la primera de 65 sobre 100 puntos. “Se pasaron por el arco del triunfo esta regla y volvieron a someter mi película al Comité de Evaluación, cuando solo tendría que haber recibido una evaluación técnica, financiera y fiscal”, reclama Estrada.

En este último dictamen el Comité asegura que “es una comedia negra que repite los anteriores trabajos del director y coguionista” y agrega que “a partir del análisis del presupuesto no hay coherencia con la propuesta cinematográfica”. En la evaluación del plan de producción las instituciones culturales también señalan que en el proyecto “no se explican las acciones que se van a implementar para crear un ambiente respetuoso en donde se filmará y así tener un espacio de trabajo libre de abuso y violencia”. “Nunca en ninguno de mis rodajes se ha producido un caso de acoso sexual, lo pueden corroborar con los equipos que han trabajado en todas mis películas”, responde el cineasta.

El director denuncia que después de la negativa para recibir dinero público el Imcine no le entregó el dictamen hasta un año y medio después, cuando la obligación es entregarlo en 15 días. Tras muchos correos y muchas llamadas a la institución, finalmente, en noviembre de 2022, Estrada dice que tuvo que recurrir al mecanismo de transparencia para poder enterarse de por qué fue rechazada su película.

Con las puertas del Imcine cerradas, Estrada encontró en Netflix el presupuesto necesario para realizar la película y pagar a los actores. “Me tuve que bajar los pantalones con Netflix para poderla hacer porque se me cerraron todos los caminos habidos y por haber”, explica el director. “Desde cualquier lectura lo que hizo el Imcine era una arbitrariedad y un acto de censura. La censura se disfraza, no es como la entendemos en su definición clásica, pero el sabotaje es una forma de censura, el boicot es otra forma de censura. Hay censuras previas y posteriores, hay censuras económicas, hay censuras legales, hay censuras de todo tipo y mientras tanto las instituciones culturales del país nunca han dado la cara y esconden la cabeza como avestruz”, denuncia.

A lo largo de su carrera el director ha experimentado la oposición de todos los gobiernos recientes para que sus películas vieran la luz. Podría decirse que esa es la marca Estrada. Ya le pasó en 1999 con La Ley de Herodes en el Gobierno de Ernesto Zedillo; con Un mundo maravilloso, durante el sexenio de Fox; en 2010, con Felipe Calderón y El Infierno; y durante 2014, en la administración de Enrique Peña Nieto, tras el estreno de La dictadura perfecta. Como si fuera un recordatorio de aquello, en el despacho del director cuelga un enorme cartel promocional de La Ley de Herodes donde puede leerse: “¿Por qué no quieren que la veas?”.

María Novaro responde a estas acusaciones: “Yo, personalmente, nunca leí el guion ni el proyecto. No conozco la película terminada ni emití juicio alguno al respecto. Deseamos sinceramente que la película, ahora ya terminada, encuentre una buena distribución y tenga mucho éxito”, señala la directora del Imcine.

Al malestar de Luis Estrada se suma el reclamo de otros directores que denuncian falta de recursos en el cine mexicano. Guillermo del Toro criticaba el recorte de presupuesto que pone en riesgo la celebración de los premios Ariel el año que viene. “La sistemática destrucción del cine mexicano y sus instituciones - lo que llevo décadas construir- ha sido brutal. Sobrevivimos el sexenio de López Portillo pero esto no tiene precedentes”, escribió el cineasta en su cuenta de redes sociales.

Mientras tanto, el panorama en la industria nacional no parece ser muy favorable. De acuerdo a la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, los espectadores en los cines mexicanos que ven películas nacionales sigue siendo baja respecto a otras producciones. “La obligación del Estado es apoyar la cultura y el cine es nuestra cultura”, advierte Estrada. El director mexicano sigue buscando distribuidor para su nueva película sin bajar los brazos en la pelea contra las instituciones. El pasado martes colocó una corona fúnebre en los estudios Churubusco, la meca de oro del séptimo arte en el país. En ella podía leerse: “RIP cultura. RIP cine mexicano”.

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Sobre la firma

Almudena Barragán
Periodista de EL PAÍS en México. Escribe sobre temas sociales con perspectiva de género: desigualdad, violencia y feminismo. Ha trabajado en la sección Verne México y en diversos medios españoles y mexicanos, entre los que destacan El Economista.es y El Financiero Bloomberg. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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