México emprende una gran ofensiva para preservar su patrimonio cultural
López Obrador refuerza la estrategia para recuperar piezas de valor arqueológico distribuidas por el mundo, y evitar subastas y plagios de arte indígena que generan un lucro millonario a grandes marcas de moda
Cuando Beatriz Gutiérrez Müller anunció su gira por Europa en 2020 llevaba un encargo específico: recuperar riquezas antiguas de México esparcidas por medio mundo. La esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador ha puesto su atención y esfuerzos en una feroz batalla para evitar el expolio de su patrimonio histórico, devolver al país piezas de gran valor arqueológico, prevenir que las grandes casas de subasta entreguen al mejor postor obras valiosas y plantar cara a importantes marcas de moda a las que se acusa de plagiar el arte indígena. Se trata de una gran ofensiva desde el frente político, diplomático y legal que el Gobierno ha convertido en su principal baza de política cultural exterior.
La estrategia del Gobierno no está exenta de críticas, principalmente por el discurso incendiario del mandatario al acusar de saqueo a naciones europeas o movilizar a la controvertida Guardia Nacional para hacer un trabajo de recuperación de piezas prehispánicas. Hasta ahora, la ofensiva ha tenido relevantes logros, como la recuperación de más de 9.000 piezas arqueológicas o la decisión de Ralph Lauren de retirar una colección de sacos (chaquetas) que copiaban el tradicional sarape mexicano.
“Hemos tenido una batalla fuerte ante las casas de subasta y esto ha detonado toda una campaña mediática”, explica Alejandra Frausto, secretaria de Cultura de México, quien agradece a Gutiérrez Müller por impulsar los esfuerzos por recuperar y preservar los tesoros mexicanos. “Se ha generado un movimiento que ha detonado ejercicios buenos. Por ejemplo, crear conciencia de muchos coleccionistas que tenían piezas y que no sabían que eso era ilegal. Piezas rituales de Teotihuacan, por ejemplo”, explica. Según Frausto, los propios coleccionistas son quienes, gracias a esta estrategia, han devuelto las piezas, entregándolas a consulados y embajadas de México, hasta recuperar unas 9.300. “También hemos trabajado con Italia, Estados Unidos, Alemania o Corea del Sur, que nos han ayudado a repatriar muchas piezas y vamos a seguir sumando. Hemos sido muy agresivos, pero no somos los únicos. Estamos unidos los países que hemos sido expoliados de nuestro patrimonio”, advierte la ministra.
A pesar de esta ofensiva, México ha perdido importantes peleas. En febrero de 2021, la casa de subastas Christie’s celebró en París la venta de 33 piezas de arte prehispánico, pese a los reclamos del Gobierno mexicano, que movilizo a su aparato diplomático para evitar la puja. Bajo el título de Quetzalcóatl, serpiente emplumada, Christie’s ofrecía al mejor postor esculturas, vasijas, máscaras, platos y figuras de las culturas azteca, maya, tolteca, totonaca, teotihuacana y mixteca, con precios que oscilaron entre 5.000 y 500.000 euros. La subasta recaudó más de 60 millones de pesos (casi tres millones de euros) y dejó un mal sabor de boca entre las autoridades de Cultura, que se enfrentaron a una avalancha de críticas en redes sociales y medios de comunicación por la incapacidad oficial de preservar los tesoros mexicanos.
No ha sido el único golpe. En el otoño del año pasado, la casa Gerhard Hirsch lanzó en Múnich una subasta de 324 piezas de culturas prehispánicas de México, Guatemala, Panamá, Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú. El Gobierno reclamó que 74 de ellas pertenecían a México y la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) denunciaron la subasta ante la Fiscalía. La ministra Frausto envió incluso una carta a la Sociedad Gerhard Hirsch Nachfolger advirtiendo de que se trataba de piezas “propiedad de la nación mexicana”, pero no tuvo éxito. Estos tesoros se ofertaron con precios que iban desde 150 hasta 100.000 euros.
La diplomacia mexicana volvió a moverse a finales de 2021, cuando las casas Christie’s y Artcurial anunciaron sendas subastas con catálogos de objetos arqueológicos mexicanos con valores entre 200 y 200.000 euros, como un hacha del juego de pelota maya. Entre los triunfos de las autoridades está que Italia suspendiera en septiembre de 2021 la puja de 17 piezas arqueológicas reclamadas por México. “Hemos peleado para recuperar piezas que representan la grandeza de nuestro pasado. El patrimonio que conforma nuestra identidad no es un artículo de lujo para adornar una casa, no es un elemento decorativo, es parte de la identidad de los pueblos de México. Conforma una cosmovisión, conforma una manera de haber entendido el mundo”, explica Frausto.
La estrategia del Gobierno ha generado aplausos entre historiadores, académicos y arqueólogos, quienes celebran que México se ponga a la cabeza de esta batalla en América Latina. Algunos, sin embargo, tienen también críticas, como la falta de fondos en las instituciones culturales encargadas de preservar los tesoros mexicanos. “Mediática y políticamente se presenta la idea de que se está haciendo mucho, y sin duda hay buenos resultados. Pero también se pretende tapar otras grandes crisis culturales. El INAH lleva décadas en crisis y no ha mejorado en esta Administración, hace falta mucha inversión para preservar monumentos y zonas arqueológicas”, explica Daniel Salinas Córdova, arqueólogo e historiador independiente.
Este experto cita como ejemplo el colapso del techo del Recinto de los Guerreros Águila o Casa de las Águilas del Templo Mayor de los aztecas, uno de los grandes tesoros históricos de México, que colapsó en octubre del año pasado por una granizada. Entonces, muchas voces criticaron los recortes efectuados por las autoridades y que, según los detractores del Gobierno, ponen en riesgo importantes zonas arqueológicas de México. “Hay muchísimo talento en México para la conservación, pero el problema es político y económico. Hay carencias que no se están atendiendo y ponen en riesgo lo que ya se tiene. Mucha de la protección del patrimonio cultural es trabajo de prevención y hay indicios de que no se está atendiendo al nivel que se merece”, explica Salinas Córdova. También resalta el problema de la precariedad con la que trabajan muchos funcionarios del INAH: bajos salarios, sin prestaciones, seguridad laboral o contratos dignos.
La secretaria Frausto defiende los recortes y asegura que no han afectado a la actividad cultural del país ni a la preservación de los bienes históricos. Pese a ellos, ha habido denuncias como la de una compañía que gestiona la seguridad en los museos mexicanos, que ha informado de retrasos en los pagos de al menos tres meses, o los reclamos de trabajadores de estas instituciones, que denuncian retrasos en los salarios. Si quienes desde sus conocimientos y experiencia no cuentan con condiciones dignas ni fondos para hacer su trabajo, dicen los críticos de López Obrador, la gran batalla de México por preservar su patrimonio cultural puede sufrir fuertes reveses. “Para hacerlo bien se necesitan recursos”, dice Salinas Córdova. Ahí está el techo del Templo Mayor azteca como una fuerte advertencia.
El plagio de la cultura indígena, la otra gran batalla
El otro frente de las autoridades culturales mexicanos para preservar el patrimonio del país son los reclamos contra las grandes casas de moda por lo que consideran un plagio del arte indígena. El Gobierno mexicano acusó a la casa Carolina Herrera y a su diseñador Wes Gordon de apropiación cultural por incorporar en una colección del año pasado diseños y elementos identitarios de los pueblos originarios locales. Carolina Herrera respondió afirmando que su colección “rinde homenaje” a México, pero la controversia no ha parado.
Las críticas han ido contra Zara, Louis Vuitton y recientemente Ralph Lauren. La primera dama, Beatriz Gutiérrez Müller, ha encabezado las protestas y ha exigido que se retiren las prendas. La marca Ralph Lauren anunció la retirada "inmediata” de sus tiendas la referencia de un saco (chaqueta) hecho con el tejido tradicional mexicano conocido como sarape, original de los pueblos de Contla, Tlaxcala y de Saltillo, Coahuila, pero las autoridades mexicanas exigen que haya reparación para las comunidades indígenas.
"Ha habido plagios, no ha habido apropiación cultural, sino plagios por grandes marcas de moda", afirma Alejandra Frausto, secretaria de Cultura. "Si un diseñador plagia a otro, las demandas son tremendas, millonarias, pero a estos pueblos estaban acostumbrados a robarles todo", ejemplifica la ministra. "Ahora tienen no solo el acompañamiento del Estado, no solo de la Secretaría de Cultura, sino de un ensamble que incluye a Relaciones Exteriores, a la Secretaría de Trabajo, Economía, Propiedad Intelectual. Todas las instituciones acompañamos este esfuerzo y ponemos al centro a las comunidades", dijo Frausto.
Las autoridades afirman que no se cierran a trabajar con las grandes casas de moda, pero exigen respeto. "No estamos cerrados a que existan colaboraciones éticas de creador a creador, porque hay comunidades creativas que necesitan desarrollarse económicamente", dice Frausto.
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