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Veinte asesinatos y nada cambia: la muerte de siempre en San Miguel Totolapan

Las autoridades vinculan viejos nombres a nuevas masacres, señalando la “descomposición social heredada”, en un bucle de violencia interminable

Un soldado del Ejército mexicano resguarda el palacio municipal atacado por un grupo armado, este jueves en San Miguel Totolapan, Guerrero (México).
Un soldado del Ejército mexicano resguarda el palacio municipal atacado por un grupo armado, este jueves en San Miguel Totolapan, Guerrero (México).STRINGER (via REUTERS)
Pablo Ferri

Volvieron las balas a San Miguel Totolapan, rincón olvidado y pobre de Guerrero, en México, protagonista ocasional de la realidad violenta del país. La muerte a balazos de 20 personas en este pequeño municipio de la región de Tierra Caliente, entre ellas el alcalde y su padre, presidente municipal también hace años, muestra el carácter cíclico de las explosiones criminales en el país, ajenas a los operativos estatales contra los grupos delincuenciales, protagonistas del plan comunicativo de los gobiernos, pero de resultados pobres.

No hace aún cinco años del último gran despliegue de autoridades en la zona, cientos de policías, militares y agentes de las fiscalías, cuyo objetivo era desarticular a la banda criminal de la zona, Los Tequileros, y desarmar al grupo de autodefensas que los vecinos constituyeron para defenderse de sus agresiones, principalmente de los secuestros masivos. Aquel despliegue culminó con la supuesta muerte del líder tequilero, Raybel Jacobo de Almonte, y la detención de un buen puñado de sus hombres. Ahora, el Gobierno dice, sin embargo, que este mismo grupo podría estar detrás de la masacre.

Este jueves, el subsecretario de Derechos Humanos, Ricardo Mejía, ha explicado: “En esa región imperó durante un tiempo un grupo conocido como Los Tequileros, dedicado fundamentalmente al trasiego y comercialización de amapola, pero que también se dedicaba al secuestro, la extorsión, y que perpetró homicidios y desapariciones. El líder, El Tequilero, se presume sin vida desde febrero de 2018. De esta organización criminal hubo detenciones. En ese contexto, decir que este grupo vuelve a irrumpir”.

Mejía se ha referido también a un vídeo publicado en el contexto del ataque, una de esas grabaciones tan comunes estos años en el país, en el que un grupo de hombres armados escucha el mensaje leído por uno de ellos, actos de propaganda difíciles de descifrar. En el vídeo, un hombre dice: “Ya les maté al primero, Nazario, y ni las manos metieron. Aquí ando, puto Colima. Ya estoy aquí en San Miguel, aquí estamos, y no nos vamos. ¡Puros tequileros!”.

Soldados patrullan el poblado luego del ataque del 5 de octubre.
Soldados patrullan el poblado luego del ataque del 5 de octubre.Eduardo Verdugo (AP)

Del mensaje se pueden destacar varias cosas. Primero, no está claro que se grabara después del ataque, por las escasas referencias al mismo. Segundo, la mención de alias Colima, al parecer integrante del grupo rival, La Familia Michoacana, presente en varios pueblos a la redonda, principalmente Arcelia. Y tercero, la mención a Nazario.

Sobre este último, Mejía ha explicado: “Se tiene conocimiento de que se trata de Nazario Domínguez, director de Desarrollo Rural de San Miguel Totolapan, que falleció el 3 de octubre, al parecer en un accidente. En principio se investigó como accidente, pero ahora se investiga como homicidio”.

Mejía ha señalado que de entre las líneas de investigación de la Fiscalía local, que no ha dicho una palabra al respecto, destaca un pugna entre Tequileros y Familia. Hace cinco años, la ola de secuestros masivos y asesinatos que registró el municipio se adjudicó a lo mismo. Da la extraña casualidad de que tanto el líder de unos, El Tequilero, como el de los otros, Johnny Hurtado Olascoaga, alias El Pez, fueron dados por muertos en el pasado.

El ataque y la herencia

Extraña la matanza de este miércoles por la tendencia criminal a la baja que ha registrado Guerrero en los últimos años. Desde 2017, el número anual de asesinatos desciende en la entidad, al pasar de 2.637 ese año a los 1.469 del año pasado. Más allá del despliegue de fuerzas policiales o militares, la volatilidad de los grupos criminales y de sus acuerdos en la esfera política marcan el camino de la violencia en la zona, superado el paradigma económico de la goma de opio, industria que prácticamente ha dejado de existir.

A falta de información oficial sobre los detalles del ataque, periodistas locales han señalado que el grupo de criminales llegó al pueblo pasadas las 13.00 del miércoles. Primero dispararon contra la fachada de la presidencia municipal y luego fueron a la casa de uno de funcionarios locales, donde el alcalde, Conrado Mendoza, se reunía con parte de su equipo. Allí mataron a más de una decena de personas, entre Mendoza, su padre, y otros colegas del Ayuntamiento.

Más tarde, la cuadrilla criminal habría enfrentado a un grupo de policías locales, en torno a ocho, acabando con ellos. Los criminales habrían disparado de nuevo contra el Ayuntamiento y se habrían marchado. Vecinos de la zona denunciaron bloqueos en carreteras de la zona. Este jueves, los reporteros que llegaron a San Miguel Totolapan explicaban que el municipio estaba de fiesta. En sus imágenes aparecían charcos de agua y juegos infantiles cerrados. Entre los juegos, en el piso, se veían decenas de casquillos de bala, después, incluso, de que peritos de la Fiscalía analizaran la escena del crimen.

La gobernadora, Evelyn Castillo, la fiscal y el jefe de la policía estatal han comparecido ante los medios este jueves para señalar, primero, que lo ocurrido es producto de la “descomposición social heredada del pasado”, como ha dicho Salgado. La fiscal y el jefe policial se han limitado a enumerar la cantidad de agentes que cada corporación había desplegado en la zona, sin aportar detalle alguno del ataque.

Habitantes de San Miguel Totolapan entierran a Wilmar Rojas, asesinado en el ataque de este miércoles.
Habitantes de San Miguel Totolapan entierran a Wilmar Rojas, asesinado en el ataque de este miércoles.Eduardo Verdugo (AP)

El recuerdo de Beltrán

Conrado Mendoza y su padre no son los primeros políticos asesinados en el municipio. Han habido otros, también alcaldes. En 2012, hombres armados asesinaron a balazos al exalcalde Miguel Jaimes en una zona rural del pueblo. Después, en 2018, criminales se llevaron a un aspirante del PRI a la alcaldía, en un contexto de gran tensión en la zona por la violencia de Los Tequileros, que incluso provocaron la aparición de un grupo autodefensa.

En ese entonces también, el pueblo clamaba contra otro de sus antiguos alcaldes, Saul Beltrán, diputado local por el PRI en esa época, a quien acusaban de ordenar el asesinato del párroco local, José Ascensión Acuña. Entonces, Televisa reveló vídeos en que Beltrán aparecía en fiestas con El Tequilero. Beltrán habría oficiado de padrino de uno de los hijos del líder criminal.

En medio del operativo de caza de El Tequilero y pacificación de la zona que organizó entonces el Gobierno federal, dirigido por Enrique Peña Nieto (2012-2018), la polémica con Beltrán mostraba la enfermedad crónica del Estado, de tantos estados en el país, la colusión de crimen y administración, delincuentes y políticos. Pese a la presión, Beltrán nunca fue detenido y continuó como diputado. Preguntada por si actualmente hay alguna orden de detención en su contra, una vocera de la fiscalía local ha dicho: “Por el momento no tengo información”.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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