El Gobierno mexicano envía mil policías a Guerrero para frenar la ola de violencia
Las autoridades lidian con peleas entre bandas de autodefensas, con un secuestro masivo de campesinos y con la guerra abierta que libran bandas de delincuentes en todo el estado
El mapa de los conflictos en Guerrero es un tratado de incendios descontrolados. Ahora mismo, el Gobierno lidia con una pelea entre bandas de autodefensas cerca de Acapulco, con un secuestro masivo de campesinos más al norte, con la guerra abierta que libran bandas de delincuentes a pocos kilómetros de Chilpalcingo, la capital. Ayer, las autoridades anunciaban el hallazgo del enésimo cementerio clandestino en la región. Esta vez ha sido en Zitlala, a hora y media de Chilpancingo. La policía encontró 32 cuerpos y nueve cabezas humanas en 20 fosas en un paraje deshabitado. El director de El Sur de Acapulco, el diario más influyente de Guerrero, Juan Angulo, decía este viernes por teléfono que “se juntan por primera vez eventos violentos en diferentes regiones”.
Sobrepasadas, las autoridades del estado viajan de un lado a otro tratando de apagar fuegos. Mientras tanto, el Gobierno ha mandado a un millar de policías federales a diferentes puntos de la región. El operativo se completa con 200 agentes federales y estatales que tratan de ubicar a los siete campesinos secuestrados en la región de Tierra Caliente haca casi una semana. Tres helicópteros apoyan la búsqueda desde el aire.
“Lo más importante ahora es ubicar a los siete secuestrados”, decía este viernes por la mañana una persona cercana al fiscal del estado, Xavier Olea. “La región de Tierra Caliente es muy accidentada y es difícil, pero estamos en ello”. El jueves pasado, una banda de secuestradores se llevó a diez personas de un poblado de Ajuchitlán. Llegaron por la tarde, eran entre 17 y 20 y estaban armados. Aparcaron sus vehículos en la calle principal y se llevaron a diez vecinos. Algunos son menores de edad. El domingo aparecieron tres de los diez en una carretera cercana. Estaban medio deshidratados, pero pudieron explicar a las autoridades que los secuestradores les habían llevado de cerro en cerro, con la cara tapada.
Olea ha explicado estos días que los secuestradores son de la banda de Los Tequileros, un grupo que ya perpetró un secuestro masivo en la zona el pasado enero. Entonces y ahora, la banda delictiva ha exigido el pago de rescates por la liberación de los cautivos. En enero dejaron marchar a 25 de los 27 que se llevaron. Dos murieron. Olea ha declarado que Los Tequileros han pedido en esta ocasión 25.000 dólares a cambio de cada uno.
En Chilpancingo, peritos de la fiscalía estatal analizan los restos encontrados en el cementerio clandestino de Zitlala. El portavoz del grupo coordinado de policías estatales y federales y efectivos del Ejército, Roberto Álvare, explicaba en entrevista este viernes que encontraron las fosas de pura casualidad. “El sábado pasado, la base de operaciones del grupo en esa parte del estado recibió una denuncia sobre un posible secuestro”. Les dijeron que unos delincuentes se habían llevado a un grupo de personas a un monte cercano. Cuando fueron para allá, policías y militares encontraron los restos de un campamento macabro: cuatro cabezas en una hielera, una camioneta, un carro, una moto e indicios de fosas clandestinas. Este jueves, Álvarez informaba de que las fosas fueron 20, los cuerpos que encontraron enterrados, 32. Olea decía el viernes que los cuerpos llevaban entre tres y cuatro días enterrados. Los peritos analizan nueve cabezas que los investigadores hallaron también en las fosas.
Además de lo anterior, el Gobierno estatal trataba de mediar este viernes con los grupos de autodefensa que acabaron a tiros este jueves en un pueblo cercano a Acapulco. La excusa, la seguridad. Los enfrentamientos entre la FUSDEG y la UPOEG son relativamente frecuentes en la región. Se pelean por la plaza, se balean por el monopolio de la seguridad en la región.
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