“Entró viva y salió muerta”: las sospechas que rodean el caso de Abigail Hay tras su detención en Oaxaca
La mujer falleció en una celda de la policía de Salina Cruz el pasado viernes. La familia no acepta la versión oficial, que dice que la mujer se suicidó con su ropa interior
El padre de Abigail Hay Urrutia, una joven de 30 años de Salina Cruz, Oaxaca, no entiende qué es lo que pudo pasar para que su hija fuera detenida por la policía municipal el pasado 19 de agosto y, cinco horas después, apareciera sin vida. “Entró viva en la comandancia y salió muerta”, dice José Luis Hay una y otra vez a la prensa. El hombre no se cree la versión que las autoridades le han dado: Abigail se suicidó en los separos [los calabozos de la comisaría] ahorcándose con sus propias bragas sin que ningún agente se diera cuenta. “Mi hermana no se suicidó”, dice Margarita Hay, de 35 años a EL PAÍS. La familia, en cada entrevista, deja claro un mensaje: no fue un suicidio, fue un feminicidio.
La Fiscalía de Oaxaca ha señalado que investiga la muerte de acuerdo al protocolo de feminicidios. En México, todas las muertes violentas de mujeres deben ser investigadas de esta manera. Este martes, sin embargo, el Ministerio Público dio a conocer el resultado de una segunda autopsia que indica que la mujer murió asfixiada por ahorcamiento, no por estrangulamiento, lo que refuerza la teoría del supuesto suicidio. “Confirman la muerte por ahorcamiento, pero no dicen qué paso”, afirma la hermana de la víctima. A pesar del matiz entre el estrangulamiento y el ahorcamiento, el comunicado de la Fiscalía no dice explícitamente si la joven fue asesinada o se suicidó, ni si fue víctima de abuso sexual.
La familia se plantea ahora pedir un tercer peritaje independiente para resolver las dudas anteriores. Mientras tanto, han decidido no enterrar a Abigail hasta que se esclarezca qué fue lo que pasó. De momento, conservan el cadáver dentro del ataúd, en una de las habitaciones de su casa. Margarita Hay cuenta a este diario que cuando le entregaron el cuerpo de su hermana menor, esta tenía golpes en las piernas y en los brazos, rasguños y una profunda marca en el cuello.
El caso de Abigail Hay indigna a sus familiares y amigos por haber muerto mientras estaba detenida ―lo que podría escalar a un caso de brutalidad policial― pero sobre todo, lo que más les indigna es la versión que han ofrecido las autoridades. “Existe una alta probabilidad de que sea un feminicidio, y agravado, porque se trata de funcionarios públicos”, señala Yésica Sánchez Maya, del Observatorio Nacional de Feminicidio y parte de la organización Consorcio Oaxaca. “Quizá se haya querido defender de la agresión y se hayan puesto más violentos”, agrega.
Decenas de personas de Salina Cruz han marchado frente a la delegación de policía donde estuvo detenida la joven y han exigido la dimisión del presidente municipal, el morenista Daniel Méndez Sosa, de cuyo Gobierno depende la policía local. Este martes, Méndez Sosa separó del cargo al juez cívico que dictó la prisión contra la joven. Horas después de la publicación de este artículo, tres policías fueron detenidos por la muerte de la chica, mientras que la investigación en la Fiscalía continúa abierta sobre todos los actores implicados aquella tarde. “El hecho es que mi hija está muerta, dos menores quedaron huérfanos y no hay ningún detenido”, denunciaba el padre antes de las detenciones este miércoles. Abigail Hay era madre de dos niños pequeños a los que mantenía gracias a una lavandería que había montado en su casa. “Era una joven alegre, bonita, divertida, trabajadora que luchó cada día porque sus hijos estuvieran bien”, recuerda su hermana.
La tarde del viernes 19 de agosto, y de acuerdo al parte policial, un grupo de agentes municipales detuvo a Abigail en la calle por una supuesta discusión con su pareja dentro de un coche. En un video de la detención que ha sido filtrado a los medios de comunicación, puede verse cómo la joven se aferra a la pierna y el brazo de un hombre para no ser llevada, supuestamente su pareja. “Soy la mamá de su hijo”, se le escucha decir. “Ten dignidad”, le responde una policía. Después de un par de minutos, los agentes consiguen subirla a la patrulla junto con el hombre, que no fue detenido. Esas son, de momento, las últimas imágenes y las últimas palabras que se tienen de la joven con vida. Después de eso fue encarcelada. Horas después estaba muerta. Fue cerca de las 22.00 horas cuando las autoridades avisaron al padre de la detención y solo hasta que llegó a los separos, en torno a las 22.30, el hombre recibió la fatal noticia.
De acuerdo a la versión de la policía, la mujer fue trasladada al juez cívico, que le ofreció tres formas de pagar la falta cometida: una multa, servicio comunitario o pasar 24 horas en la cárcel. Hay aceptó ser encerrada. “El feminicidio tiene que ver con un tema de poder y menoscabo del cuerpo de las mujeres. Incluso que argumenten que se suicidó con su calzón es sexista y revictimizante”, apunta Yésica Sánchez. La activista señala que uno de los principales problemas de la violencia machista en el Estado tiene que ver con la impunidad y la inacción de las autoridades, que apenas dictan órdenes aprehensión e investigan las muertes violentas de mujeres.
La muerte de Abigail Hay recuerda al caso de la doctora Beatriz Hernández, en Hidalgo, en 2021. Como en el caso de Hay, la policía municipal de Progreso de Obregón detuvo a la doctora, que apareció muerta a las dos horas en una celda con señas de violencia. Las autoridades dijeron igualmente que se había suicidado.
Otros casos recientes son el de Luz Raquel Padilla, de quien la Fiscalía de Jalisco insinuó que se había prendido fuego a sí misma, o el de Yolanda Martínez, quien de acuerdo a la versión de las autoridades de Nuevo León, se quitó la vida bebiendo veneno. En todos los casos, las autoridades se escudaron bajo el argumento de un supuesto suicidio, cuando las cifras de violencia machista sugieren lo contrario. El asesinato de Lesvy Berlín Rivera Osorio, uno de los feminicidios más recordados en el país, fue presentado también en un inicio como un suicidio: se ahorcó con el cable de una cabina telefónica, decían las autoridades, una versión que fue desechada en los tribunales tras comprobarse que fue asesinada por su pareja.
“La mataron a golpes y después la ahorcaron”, dice convencido el padre de Abigail con entereza. La familia de la mujer, que le ha dado el último adiós este fin de semana, denuncia que hasta este lunes no habían tenido acceso a la necropsia de la chica.
La región del Istmo de Tehuantepec, donde se encuentra Salina Cruz, es una de las zonas más violentas para las mujeres de todo Oaxaca. Las cifras no han hecho más que aumentar aunque en 2018 se declarara una alerta por violencia de género.
Durante el último sexenio, bajo el gobierno del priista Alejandro Murat, en el Estado se han contabilizado 673 casos de feminicidio. “Los hombres en Oaxaca saben que pueden violentar, lastimar, asesinar a las mujeres y no pasa nada. No existe una acción contundente de las autoridades para acabar con la violencia ni el feminicidio”, sentencia Sánchez.
Antes de colgar el teléfono, la hermana de Abigail respira hondo y dice: “Estamos luchando para que se haga justicia para mi hermana, no vamos a permitir que esto quede impune”.
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