Los nuevos puntos ciegos de la pandemia: “No tenemos idea de cuántas personas se están volviendo a enfermar de covid”
Mauricio Rodríguez, portavoz de la UNAM para la crisis sanitaria, habla sobre el repunte de la última ola de contagios, los retos que plantea el covid largo y qué esperar de las nuevas variantes del virus
La pandemia ha perdido su papel protagónico en la cobertura informativa, los mensajes gubernamentales y las preocupaciones cotidianas y se ha convertido en el telón de fondo de nuestras sociedades. Precisamente, cuando estamos más hartos y desgastados, aparecen nuevos golpes de realidad: vuelven a subir los casos, aparecen secuelas, variantes y subvariantes. México ha sumado este martes más de 27.000 contagios confirmados y 75 muertes por covid-19 y, aunque las hospitalizaciones están en niveles mínimos, la epidemia sigue en franco ascenso desde hace varias semanas. ¿Por qué tanta gente se contagiando otra vez? ¿Qué hacer con las secuelas del covid largo? ¿Cuál es el panorama para las próximos días? Mauricio Rodríguez, portavoz de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus de la Universidad Nacional Autónoma de México, ataja estas dudas.
Pregunta. La pandemia ya no recibe tanta atención como antes. ¿Estamos en una ola silenciosa de covid como se dice en otros países?
Respuesta. No sé si llamarla así, pero sí estamos en un momento distinto, incluso desde el punto de vista de la comunicación de riesgos de parte de las autoridades. A pesar de que estamos en una fase de aceleración de la epidemia, no se siente un énfasis en la protección, no se sugiere ninguna medida adicional a lo que ya se hubiera estado aplicando y no se hace mucho énfasis en que cada semana estamos llegando a niveles máximos que superan la semana previa. Llevamos varias semanas en las que el número de casos de la semana que va abriendo es notablemente superior a la anterior. También es cierto que esta obsesión de ir contabilizando los casos confirmados tampoco tiene mucha utilidad en algunos momentos porque parece que ya no es el indicador más relevante. No estamos poniendo tanta atención en las hospitalizaciones, las defunciones y creo que es hora de voltear a ver esos indicadores para ver el impacto real de la pandemia.
P. ¿Por qué tanta gente se está volviendo a enfermar?
R. Lo primero que hay que destacar es que no tenemos idea de cuántas personas se están volviendo a enfermar de covid. No sabemos el número real de reinfecciones, porque las plataformas de información en todo el mundo no están distinguiendo los casos de quienes se enferman varias veces. Se vuelven a contabilizar como casos y no tenemos idea del tamaño real del problema. Creo que valdría la pena que para la sexta ola, que se espera tener a finales de año, tuviéramos una herramienta de medición más precisa. Lo mismo pasa con las hospitalizaciones, necesitamos saber cuántas personas están internadas por covid y con covid. Este no es solo un problema de México, sino del mundo.
Estas reinfecciones están ocurriendo también por las nuevas subvariantes de ómicron, que tienen capacidad de infectar a la gente que ya tenía una inmunidad previa. Otro punto muy importante es que hay un número importante de gente que probablemente ya está cansada, harta, confiada o resignada y que se está exponiendo y está ya tomando algunos riesgos que no había corrido.
P. ¿La sociedad se ha relajado demasiado?
R. En México, no. Estados Unidos sí se ha relajado demasiado. Estados Unidos sí se quitó el cubrebocas y tuvo problemas importantes sociales con el tema de la vacunación, por ejemplo. México tiene algunas situaciones de riesgo, pero la mayoría de la gente usa cubrebocas. Lo podemos ver en el supermercado, el transporte y otros espacios públicos.
El problema principal y el motor de los repuntes es lo social, eso es lo que está acelerando la transmisión: las comidas familiares, las reuniones con amigos, las fiestas de graduación, los viajes, los campamentos, los cursos de verano. Ahí es donde la gente entra en excesos de confianza. Es una apreciación, tampoco hay indicadores de esto. Esto lo sabemos por preguntar a los pacientes. También es cierto que hay gente que está repitiendo los mismos errores y se está volviendo a contagiar de la misma manera que se ha contagiado porque no hace el aprendizaje de reducir y atajar esos riesgos. La gente sabe que la epidemia está fuerte, pero igual va y se reúne con 10 amigos.
P. ¿Qué medidas sanitarias vale la pena reforzar y retomar?
R. Ciertamente, cuando la autoridad dice “quítense el cubrebocas en el espacio público” está mandando una señal. La gente puede tomar ese mensaje como una oportunidad de relajarse y eso da origen a algunos riesgos. El otro aspecto es que es una situación altamente dinámica. Nuevo León, por ejemplo, prácticamente le dijo adiós al cubrebocas en un momento en el que llevaban varias semanas con muy pocos casos al día, incluso días con cero casos. Pero quizá el momento ya cambió y no se pone el suficiente énfasis cuando vuelve a empezar la epidemia. En Economía existen las llamadas medidas contracíclicas, yo creo que es algo parecido con la pandemia. Hay momentos en los que nos debemos de volver a poner el cubrebocas.
P. ¿Cómo convencer a la gente de que hay que seguir cuidándose?
R. A estas alturas la gente ya no hace tanto caso a lo que dice el Gobierno ni los expertos. Hay un desgaste. La gente se termina convenciendo a golpe de realidad, cuando los casos llegan a su casa, a sus trabajos, a sus escuelas, a sus familias. Ahí es cuando dicen: “está fuerte la epidemia”. La Ciudad de México, por ejemplo, tiene la positividad más alta desde que empezó la pandemia. Prácticamente, seis de cada 10 pruebas que se hacen salen positivas, nunca habíamos estado en ese nivel, jamás, pero nadie está asustado con ese dato. Y sigue yendo para arriba.
P. ¿Qué son las subvariantes BA.4 y BA.5?
R. Lo que estamos viendo en varios países es que se han producido nuevas olas, en las que se alcanza a diferenciar claramente la entrada de estas nuevas subvariantes de ómicron. El punto es que se contagian fácilmente y pueden causar reinfecciones. Tienen esa capacidad de volvernos a infectar, incluso si estamos vacunados o si ya nos habíamos enfermado. Esa es su principal característica.
P. ¿Ya están presentes en México?
R. Sí, ya fueron detectadas en los trabajos del Consorcio Mexicano de Vigilancia Genómica. Las subvariantes BA.4 y BA.5 van a ser el alimento de la epidemia en las siguientes semanas. En el modelo que hicimos en el grupo de análisis epidemiológico de la Universidad, tenemos más o menos proyectado que hacia finales de julio sea el pico de la quinta ola de contagios. Todavía en este punto tenemos presentes varias variantes y subvariantes. Lo que sí es seguro es que en cuanto se instalen, BA.4 y BA.5 serán los tipos dominantes y se va a notar porque va a empezar otra vez el contagiadero.
P. Mucha gente tiene dudas sobre la vacunación de refuerzo. ¿Cuándo es conveniente recibir otra dosis y en qué casos?
R. Las vacunas siguen demostrando una protección efectiva contra todas las variantes porque la respuesta inmune inducida por las vacunas es más compleja que simplemente pensar en anticuerpos. Incluye otros elementos que son mucho más profundos, como las células T y mecanismos en los que también participan nuestras células. Esa es la inmunidad que evita que la enfermedad sea grave.
Sin embargo, esa inmunidad puede fallar en personas inmunocomprometidas, como quienes han recibido un trasplante o están tomando quimioterapia, y en personas con comorbilidades importantes o en adultos mayores. Para estos grupos sí hay que pensar en una vacunación cada año, probablemente. Para el resto de la población, que estamos relativamente sanos y además ya estamos vacunados, parece claro que es suficiente tener un esquema completo y una dosis de refuerzo.
En Estados Unidos, en cambio, ya se está trabajando en una vacuna específicamente para ómicron.
P. ¿Y es necesario esto?
R. A estas alturas, todavía no. Creo que es más importante pensar antes en terminar de vacunar en todo el mundo a toda la población de mayor riesgo. Pero, claramente las intenciones comerciales son diferentes, ¿no? Es muy atractivo desde el punto de vista comercial tener una vacuna nueva producida para un mercado como el de Estados Unidos. De hecho, viendo en retrospectiva cómo se plantearon los primeros esquemas de vacunación, quizá se tendría que haber evaluado un esquema de tres dosis, como el de la vacuna cubana Abdala. Se habló primero de esquemas de dos dosis y ya después dijeron que lo mejor era tener tres. Otro asunto es que casi nadie se metió a desarrollar una vacuna para infantes porque el mercado está en las vacunas para adultos. Hay muchos más laboratorios que producen vacunas para adultos que para niños. Hay una dimensión comercial que de repente se pierde de vista, pero que también es importante.
P. Otro tema del que se habla mucho es el del covid largo. ¿Qué hacer con las secuelas?
R. Yo creo que hay un problema muy básico de definiciones. No sabemos cómo definir este problema: qué es covid largo, qué es postcovid y qué es condición postcovid. La Organización Mundial de la Salud sacó el año pasado una definición de consenso sobre la condición postcovid, pero nadie la usa. Todo el mundo le llama covid largo a lo que quiere. Unos dicen que les duele la cabeza una semana después, otros seis meses después, pero todo cae en la categoría de covid largo. Me parece también que existe una intención de echarle la culpa al covid de todo. Eso es muy riesgoso, porque el covid va a tener la culpa de algo, pero no de todo todo lo que venga en el futuro.
Necesitamos definiciones operativas para poder discernir entre lo que sí es y lo que no es covid largo. Lo que más me preocupa es que si no nos ponemos de acuerdo en estas definiciones, los que van a acabar poniéndolas de facto van a ser las aseguradoras y las instituciones privadas para decidir qué cubren y que no. Ahí tiene que entrar el Estado. Ya tendríamos que tener una definición. No veo una agenda de investigación, de implementación de servicios específicos ni veo un esfuerzo para saber de qué tamaño es el problema en el país. Si no hacemos esto, se va a complicar la atención. Definitivamente, vamos a tener un problema de carga en el sistema de salud en los siguientes años, por todo lo que va a generar el covid. Necesitamos un consenso interinstitucional para abordar el problema, definirlo y cuantificarlo. No creo que ayude en nada politizarlo, entre los reclamos de uno y otro lado, quienes se quedan en medio son los pacientes.
P. ¿Hacia dónde va la pandemia en las próximas semanas?
R. Los contagios seguirán subiendo. Es posible que superemos lo que vimos en la cuarta ola y podríamos llegar a tener otra vez alrededor de 70.000 casos al día hacia finales de mes y la primera semana de agosto. Después empezarán a bajar. Este aumento viene con un incremento proporcional en las hospitalizaciones y las defunciones, pero afortunadamente esa proporción es cada vez menor. La epidemia suele acelerarse justo durante las vacaciones, por lo que habíamos comentado de lo social. Nos esperan todavía, cuando menos, tres o cuatro semanas de subida. Está el riesgo también de que se instalen las subvariantes BA.4 y BA.5 y que eso todavía empuje más el número de contagios. Es probable que todavía en agosto tengamos una actividad epidémica fuerte.
Afortunadamente, la mayoría serán casos leves y si la población está vacunada y se diagnostica pronto, si se cuida, el problema no será tan grave. Lo peor de la pandemia ya pasó, pero hay que estar atentos porque mucha gente se hace pruebas caseras que no entran en los conteos oficiales. Como en otros países, no tenemos todo el panorama completo ni manera de saber todo lo que está pasando. Es otro punto ciego. Seguimos en esa transición hacia la endemia y todavía faltan datos, pero quizá en un par de años se estabilice la situación.
P. ¿Tanto tiempo?
R. Sí, nadie dijo que esto iba a pasar rápido.
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