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Juan Toscano, de “la zona asesina” al título de la NBA

El alero es el primer mexicano en ganar el anillo de campeón del baloncesto en EE UU. Su vida es una historia de esfuerzo con giros dignos de una telenovela

Juan Toscano
Juan Toscano, alero de los Golden State Warriors, saluda a Gary Payton II y Draymond Green durante el juego en que se coronaron campeones de la NBA, el 16 de junio de 2022.Steven Senne (AP)
Antonio Ortuño

“América nació en las calles”, rezaba el eslogan de la película Gangs of New York, dirigida por Martin Scorsese. Pues el baloncesto de la NBA tiene el mismo origen. La calle. Siempre. Una buena parte de las biografías de los jugadores del baloncesto profesional de los Estados Unidos arrancan en los parques, callejones y pavimentos de los barrios marginales. Cientos de héroes de las duelas comenzaron sus vidas como hijos de familias rotas y rebosantes de carencias, y necesitaron de constancia y esfuerzos casi sobrehumanos para sobresalir. En concordancia con esa tradición, tan propia del deporte de las canastas, la historia de Juan Toscano es pura épica.

El jugador, que se desempeña como alero, ha debido recorrer, desde pequeño, un camino muy truculento, lleno de caídas, obstáculos y giros dignos de una telenovela. Pero ahora, puede presumir algo que pocos consiguen: el jueves pasado, se coronó campeón de la NBA como parte de los Warriors de Golden State, que doblegaron a los Celtics de Boston en una serie de seis juegos, que terminó 4-2 a su favor. Todas las miradas públicas se centraron en Stephen Curry, el histórico base que ha liderado a los Warriors desde hace años. Toscano estuvo siempre unos pasos atrás, pero saltó desde la banca en momentos clave. Su logro parece aún mayor si se toma en cuenta que se trata del primer jugador mexicano en ganar el título de liga. Porque aunque naciera del otro lado, Juan reivindica sus orígenes e incluso fue seleccionado mexicano en el torneo preolímpico de 2015. Se le vio saltar con la bandera tricolor en los festejos de la victoria en el pabellón TD Garden de Boston. “México me ha dado de todo”, dice él.

Juan Ronel Toscano Anderson nació en Oakland, California, el 10 de abril de 1993. Tiene raíz mexicana directa. Su madre, Patricia, es originaria del pueblo de Chavinda, Michoacán, de donde los abuelos de Juan migraron, como tantos otros millones de compatriotas, para buscarse la vida. Su padre era de origen puertorriqueño. Toscano creció en la calle 95, en East Oakland, que es considerada la zona más conflictiva de la Bahía de San Francisco (por ello, para honrar su pasado, Juan usa el 95 en su camiseta). Allí, en un lugar que los propios habitantes llaman “la zona asesina”, suelen darse las mayores cifras de homicidios e incidentes relacionados con bandas y tráfico de drogas de toda el área.

Su familia padeció algunas malas épocas y a veces los cuatro hermanos debieron dormir en el automóvil de Patricia. Incluso Juan fue cambiado a una escuela de otro barrio, porque su madre vivía con temor de que se viera involucrado en los tiroteos que costaron la vida de uno de sus tíos, dos primos y un sobrino. Pero en el barrio no solo había sangre: también estaba el Oracle Arena, la antigua casa de los Warriors, que siempre fueron el equipo preferido del muchacho. Y allí fue que se forjó el propósito de jugar para ellos un día.

No resultó nada sencillo. Pasó de campamentos gratuitos a la Universidad de Marquette, en Wisconsin, donde sufrió para dejar constancia de su calidad. No fue elegido en el draft colegial, pero no se dejó arredrar. Desfiló por la Liga Nacional de Baloncesto Profesional mexicana, en los equipos Soles de Mexicali y Fuerza Regia, y luego por Venezuela y Argentina, antes de conseguir una oportunidad en el filial de los Warriors en Sacramento, en la liga de desarrollo profesional. Subió al primer equipo en 2020, fue cortado y para mantenerse tuvo que aceptar un contrato precario, de “doble vía”. Pero Juan, que había sido estrella en la liga mexicana, quería a toda costa aferrarse a la NBA. Finalmente, luego de alternar la suplencia con estancias en Sacramento, y de jugar a su máximo nivel, recibió su contrato fijo en mayo de 2021. Poco más de un año después, su largo peregrinar ha obtenido recompensa. Ahora es campeón. “Podré decirle a mis hijos que jugué con Curry, que es uno de los mejores”, dice él, modesto. La calle 95 está de fiesta.

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