Detenido uno de los presuntos asesinos de los tres migrantes oaxaqueños en Phoenix
Jhonas ‘N’ fue arrestado por la policía comunitaria zapoteca cuando transportaba armas de uso exclusivo del Ejército. Está acusado de asociación delictuosa organizada y del homicidio de tres jóvenes en EE UU
A Herminio, Isauro y Abimael los mataron en un descampado de Phoenix, Arizona, y los acusados fueron dos hombres de su mismo pueblo de Oaxaca. El crimen estremeció a Santo Domingo Tepuxtepec, una pequeña población indígena de la sierra mixe, y reveló las profundas grietas de la migración mexicana a Estados Unidos. A la perversidad del asesinato de los tres jóvenes —tenían 16, 21 y 28 años— se unió la fuga de uno de los presuntos culpables y su presencia de nuevo en la comunidad, lo que disparó las amenazas y la desconfianza. Durante la madrugada de este viernes Jhonas Domínguez, alias El Chivo, ha sido detenido y puesto a disposición de las autoridades.
Tres meses después del triple homicidio la justicia ha alcanzado a Domínguez. El arresto tuvo lugar en San Pedro Quiatoni, una comunidad zapoteca, a 40 kilómetros de Tepuxtepec, donde el acusado trató de ingresar con una camioneta y armas largas. Los puestos de vigilancia de la policía comunitaria a la entrada del pueblo dieron el alto al vehículo en el que viajaba El Chivo y otro individuo, identificado como Kleber. Al comprobar que portaban armas de uso exclusivo del Ejército decidieron no dejarlos ingresar en la localidad. “Los sujetos se negaron y amenazaron, lo que aumentó mucho más la reacción de la comunidad. Se reunió toda la localidad y entre todos los pudieron someter”, cuenta a EL PAÍS una fuente conocedora del caso.
Tras la detención, el pueblo convocó una asamblea —un instrumento utilizado en las comunidades indígenas— y decidió avisar a las autoridades. Hasta San Pedro se desplazaron varias unidades de la Guardia Nacional y de la Fiscalía de Oaxaca, quienes comprobaron que Domínguez estaba acusado del crimen de Phoenix. “La comunidad accedió a liberarlos por el compromiso de los agentes de consignarlos a las autoridades locales y federales. Si no hubiera podido existir una situación de linchamiento”, explica esta misma fuente. Los detenidos ya están en Oaxaca de Juárez, la capital del Estado, esperando el siguiente paso del proceso.
El arresto de Domínguez da un respiro a una comunidad atenazada desde hace meses. El brutal homicidio de los tres jóvenes indígenas al otro lado de la frontera dejó paralizada a esta parte de la sierra. Abimael Jiménez e Isauro Martínez fueron asesinados cuando llevaban apenas un par de días en suelo estadounidense. Herminio Martínez, el mayor del grupo y quien ya llevaba 11 años viviendo en EE UU, fue el encargado de recogerlos en Los Ángeles el 19 de febrero. Tenían que llegar hasta Milwaukee (Wisconsin), donde los tres jóvenes tenían familia, pero hicieron una parada en Phoenix. Allí Herminio se reunió con los dos acusados del asesinato.
La reconstrucción hecha por EL PAÍS apunta a que Martínez había colaborado con los dos presuntos agresores en algunas ocasiones para el transporte de migrantes en EE UU. Pero en un momento determinado se apartó de esos dos coyotes y se puso a trabajar para otro. “Lo amenazaron de muerte. Dijeron que Herminio los chapulineó [saltó de un grupo a otro rival], que si no trabajaba con ellos, no trabajaba con nadie”, contaba una mujer, también amenazada. El 20 de febrero, los agentes de Phoenix encontraron los cuerpos masacrados de los jóvenes.
El escueto parte policial recoge que recibieron impactos de bala, que Herminio tenía una marca en la muñeca izquierda —parecía que había estado atado— y que presentaba un fuerte golpe en la cabeza. Los rostros que llegaron a Tepuxtepec tuvieron que ser reconstruidos para ocultar las heridas y las magulladuras antes de ser colocados bajo el cristal de los ataúdes.
El 2 marzo, la policía estadounidense detuvo a Juan Manuel Vargas, un inmigrante mexicano indocumentado, de 22 años, como principal sospechoso del crimen. Tanto el cónsul mexicano en Phoenix, Jorge Mendoza, como las pruebas apuntaban a la participación de más personas. Los peritajes confirmaron que aquella noche fueron usadas dos armas. El otro individuo escapó y no solo regresó a México, sino a su pueblo de origen, misma localidad de sus víctimas.
En las semanas que siguieron al crimen, los activistas de la zona habían advertido que Jhonas Domínguez había instalado en la tranquila sierra mixe su red de tráfico de personas, armas y drogas. Esta irrupción había traído violencia, un homicidio y muchas amenazas a quienes trataban de oponerse a la instalación de la célula criminal. Ahora mientras se espera la vinculación del caso con la policía de Arizona, la detención del principal cabecilla abre la esperanza a que la calma vuelva a la sierra.
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