Miles de cilindros de gas acumulados en la capital mexicana alarman a los vecinos
El cementerio ubicado en una vieja refinería es el depósito de la empresa estatal Gas Bienestar
A vista de dron la imagen es impresionante. Miles de tanques de gas de todos los colores apilados unos junto a otros, conformando un tupido manto en los terrenos que alguna vez ocupó una refinería de Pemex en Azcapotzalco, en Ciudad de México. Casi todos están de pie; otros caídos en el suelo. Los hay amarillos, azules, verdes y blancos. Pero, más allá de las fotos, poco se sabe de ese cementerio de cilindros de gas LP que va creciendo cada día, desde diciembre pasado, sin que los vecinos del lugar hayan logrado frenarlo. El olor es tan fuerte que algunos tienen que salirse de casa por las noches en los barrios de Huichapan, San Diego Ocoyoacac y Torre Blanca, que rodean la vieja refinería 18 de marzo. Por ahora, ninguna autoridad ha informado de cuánto tiempo estarán allí.
Los cilindros están siendo almacenados por Gas Bienestar, la empresa estatal creada por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para entrar en el lucrativo negocio del gas licuado de petróleo. Desde su creación, la empresa ha estado entregando a miles de familias tanques nuevos con su logo y se ha estado llevando los antiguos. Para Susana Cazorla, quien fue titular de la unidad de gas LP de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), esto es preocupante porque está sucediendo sin que la autoridad haya creado un programa para el reemplazo de los cilindros. “Todo esto debería estar escrito y deberían ser reglas claras” dice la experta. “Pero aquí no hay nada. No sabemos si están retirando los tanques que realmente están fuera de vida o si se los están quitando de circulación a las empresas competidoras”.
El argumento esgrimido desde la empresa estatal es que esos cilindros se encuentran en malas condiciones. El director de Gas Bienestar, Gustavo Álvarez Velázquez, ha dicho que por lo menos la mitad eran inservibles. “Obviamente siempre te van a decir que es por seguridad, pero no podemos confirmarlo porque no existe una regulación y no se ha decretado que la antigua refinería funcione como un lugar de destrucción o mantenimiento”, critica Cazorla. Cuando anunció la creación de Gas Bienestar en julio pasado, el presidente aseguró que buscaba acabar con la escasez de competidores en el mercado y detener el aumento de precios del combustible. Un mes después, el regulador energético aprobó la imposición de precios máximos para la venta de gas LP. Sin embargo, la CRE se ha visto obligada a elevar esos topes ante la incesante subida mundial de precios.
La falta de un programa oficial para el cambio de los tanques dificulta determinar el peligro potencial que podría entrañar este creciente cementerio en Azcapotzalco. Por ejemplo, no se sabe si todos están vacíos o algunos contienen todavía combustible. Lo que está claro es que los vecinos pueden percibir un fuerte olor en sus casas. El pasado 1 de abril, habitantes de la zona se manifestaron a las puertas de la vieja refinería acompañados por diputados locales del Partido de Acción Nacional (PAN). El concejal Alberto Burgoa dijo entonces que el almacén de cilindros “podría ocasionar riesgos en la salud y un riesgo inminente, porque además en este lugar se almacenan hidrocarburos”. El titular de Gas Bienestar había prometido fijar una fecha para retirarlos, pero los meses pasaron sin que eso sucediera. Este diario solicitó una entrevista con Gas Bienestar, pero hasta el momento no ha sido atendida. Ante la polémica generada, la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, dijo que Protección Civil acudió al lugar y “no observó ningún tema de riesgo”.
El gas LP está compuesto por butano y propano, que son inoloros. Por ello, se le añade mercaptano, con un fuerte olor que permite detectar si hay una fuga. En un comunicado informativo sobre este tipo de gas, la Secretaría de Energía alerta de que, en caso de fugas, “forma atmósferas explosivas” y, “cuando se quema de manera incompleta, produce monóxido de carbono, que es tóxico y asfixiante. Es extremadamente inflamable, puede causar quemaduras e, inclusive, la muerte por asfixia, al desplazar el oxígeno del aire”. Ante esas advertencias, no es de extrañar que los vecinos estén preocupados por los olores que perciben en sus casas. En declaraciones a una televisión local, una habitante de la zona explicaba que por las noches el olor es aún más fuerte. “No nos deja dormir con tranquilidad, estamos con la zozobra de que un día no vamos a despertar”.
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