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La crisis expulsa a casi cinco millones de personas de la clase media latinoamericana

La pandemia interrumpe el crecimiento progresivo de la parte central de la pirámide, aunque los programas de estímulo mitigan la caída

Jon Martín Cullell
Rio de Janeiro
Voluntarios distribuyen comida a personas pobres de Río de Janeiro, en abril.André Coelho (EFE)

Tras un largo y lento ascenso, un declive abrupto. La clase media latinoamericana sale de la pandemia más escuálida: una reducción de 4,7 millones de personas que caen en una situación de vulnerabilidad o de pobreza, señala un informe del Banco Mundial publicado este jueves. América Latina deja de ser, como resultado, una región con una clase media mayoritaria, una meta lograda hacía apenas tres años. Pese al retroceso, programas de estímulo como los de Brasil han conseguido evitar un peor escenario. Sin ayudas públicas, más de 20 millones de personas podrían haber dejado la parte central de la pirámide.

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En 2018 la clase media, cuya dimensión se toma a menudo como indicador del desarrollo de una sociedad, se convirtió por primera vez en el grupo predominante de la región tras décadas de crecimiento progresivo. Un año después, el 38% de la población, unos 230 millones de personas, tenía ingresos de entre 13 y 70 dólares al día por paridad de poder de compra (PPP, por sus siglas en inglés), frente al 37% de población vulnerable, con ingresos de entre 5,50 y 13 dólares, y a un 22% de pobres, indica el informe El auge gradual y el rápido declive de la clase media en América Latina y el Caribe. Desde el 2000, la pobreza se recortó a casi la mitad y el ingreso medio de los hogares pasó de 13,9 dólares en 2008 a 17,1 en 2018.

La pandemia ha dado la vuelta a la tortilla. Los autores del estudio estiman que la clase media se contrajo al 37% de la población en 2020, mientras que las personas vulnerables aumentaron al 38,5%. Los programas de estímulo no bastaron para compensar la abrupta caída del 6,5% en el PIB regional a raíz del confinamiento. “La generosidad de estas políticas fue bastante baja alrededor de la región”, apunta el informe, que estima el valor de las transferencias en un promedio del 15% del ingreso de los hogares. En Ecuador y México se colocó en apenas un 3% y un 5% del ingreso, respectivamente, y cubrió una décima parte de la población o menos.

Además de escasas, las transferencias se han concentrado en los más pobres y por lo general han dejado de lado a las clases medias, menos necesitadas pero también vulnerables, ha señalado la economista Nora Lustig, catedrática de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, durante la presentación del informe. “En términos absolutos, lo que pasa a los pobres es más preocupante porque cualquier pérdida es muy dañina, pero en términos relativos el sector medio ha sido probablemente el que ha tenido que hacer frente a un mayor esfuerzo”, ha analizado la académica, que no participó en el estudio.

El batacazo podría haber sido peor. Brasil, de donde procede el 41% de la clase media de la región, y su talonario de transferencias a 67 millones de personas mitigaron el impacto. Gracias a la movilidad social en el gigante latinoamericano, el declive a escala regional se contiene a los 4,7 millones y a algo más de un punto porcentual. “La pérdida neta es menos negativa de lo originalmente proyectado, gracias principalmente al generoso programa de transferencias”, señala el informe. Si se deja fuera a este país, los autores estiman que la clase media del resto de la región perdió 12 millones de personas y que de representar el 35% de la población en 2019 pasó al 31,6% en 2020.

De la misma manera, las ayudas sociales brasileñas también maquillan el incremento significativo de la pobreza en el resto de la región. Las transferencias ayudaron a sacar a 22 millones de personas de una situación de privación económica y Latinoamérica cerró 2020 con 400.000 pobres menos. Sin embargo, un 77% de los que dejaron la pobreza fueron brasileños. Si se excluye a Brasil, la región sumó 13,7 millones de pobres, destaca el estudio.

Aun con el descenso, los “nuevos pobres”, como llaman los autores del estudio a los expulsados de la clase media, conservan ciertas ventajas sobre los que ya vivían en condiciones de pobreza. Tienen mejores niveles de educación y un mayor acceso a servicios como la telefonía móvil (94% frente al 83%). “En el medio plazo, a medida que la región empieza a crecer otra vez, aquellos con niveles de educación más altos son los mejor posicionados para beneficiarse de cualquier eventual recuperación en el empleo”, reza el informe. Los Gobiernos se deben enfocar, advierten los autores, en los hogares que ya eran pobres y que ahora se han hundido aún más por la pandemia.

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Sobre la firma

Jon Martín Cullell
Es redactor de la delegación de EL PAÍS en México desde 2018. Escribe principalmente sobre economía, energía y medio ambiente. Es licenciado en Ciencias Políticas por Sciences-Po París y máster de Periodismo en la Escuela UAM- El PAÍS.

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