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“Voy a violar a tu hija”: las columnistas en México dicen basta a la violencia machista que reciben en redes

El 73% de las periodistas reciben a menudo ciberacoso en forma de mensajes misóginos coordinados, según la Unesco. La iniciativa ‘Mi primera amenaza’ busca visibilizar las agresiones que reciben las comunicadoras

Almudena Barragán
Periodistas amenazadas
Las periodistas: Denise Dresser, Pamela Cerdeira y la escritora Alma Delia Murillo.

No era la primera amenaza que recibía la periodista mexicana Pamela Cerdeira, pero sí la que más le impactó: “Voy a violarte a ti y voy a violar a tu hija”, le escribió un desconocido hace tres años a su teléfono personal. Cuenta que el corazón le latía pesado. Sentía coraje, miedo y la duda de si la amenaza se quedaría en el teléfono o si realmente su familia corría peligro. “Es horrible. La verdad es que vivo con miedo”, cuenta Cerdeira al recordarlo. Ella ha sido una de las columnistas que ha hecho público el relato de acoso y violencia que las periodistas viven a diario en México.

Dan la cara y el nombre a diario contra un ejército de usuarios que se esconden detrás de imágenes falsas y nombres imposibles de rastrear. La horda de bots aparece y desaparece sin apenas consecuencias y convierte a las plataformas en un coladero de violencia misógina, racista y clasista a la que parece imposible poner freno. La iniciativa ‘Mi primera amenaza’, impulsada por estas mujeres de los medios, visibiliza las agresiones a las comunicadoras de un país donde 10 mujeres son asesinadas al día.

Desde 2010, México es considerado entre los cinco países más peligrosos para ejercer el periodismo. Con la agudización de la violencia, la eliminación de fondos al Mecanismo de Protección a Defensores de derechos humanos y la pandemia por la covid-19, las mujeres periodistas se enfrentan a condiciones precarias para ejercer sus actividades informativas. Ellas, las que ahora alzan la voz, dicen sentirse privilegiadas de poder hacerlo. Escriben para un medio nacional y cuentan con miles de seguidores en redes sociales. Una especie de escudo. Sin embargo, señalan que muchas compañeras en el resto del país viven una situación de vulnerabilidad y total desprotección, condenadas a guardar silencio.

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La escritora Alma Delia Murillo, que publica semanalmente una popular columna en el periódico Reforma, decidió hacer público el relato de su primera amenaza por SMS. También de violación. “Perra zorra sin modales pinche zorrita me la voy a coger (sic)”. Murillo comenta que también estaba acostumbrada a este tipo de amenazas, pero identifica perfectamente que las más violentas comenzaron después de publicar un artículo en contra del candidato de Morena, con dos denuncias por violación, Félix Salgado Macedonio. “Ser mujer y escribir trae costos emocionales tan altos que a veces nos planteamos dejar de hacerlo”, señala la escritora en su columna.

La politóloga y escritora Denise Dresser lleva décadas dedicándose al análisis político en su país, sin embargo, reconoce que las tecnologías han amplificado estos mensajes que antes solo le llegaban vía correo electrónico. Desde que recibió su primera amenaza de muerte en 2006, el río de odio no ha cesado, con más afluencia desde la llegada al Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. La escritora se ha convertido en el blanco de los partidarios del presidente por sus duras críticas al Gobierno. “Vivimos en una era de polarización política donde es muy común desacreditar al mensajero con comentarios misóginos, en lugar de escuchar el mensaje”, afirma Dresser. “Nunca me enfrenté a un presidente que fuera tan sensible a la crítica en las redes sociales”, agrega.

La violencia en redes contra las columnistas tiene en común la falta de argumentos y la descalificación a través del género. Muchas veces estas expresiones de odio transitan por el plano sexual: “locas”, “malcogidas”, “viejas”, “feas”... El ataque principalmente de usuarios hombres, reduce a las mujeres a un cuerpo al que amenazan con violar, asesinar, o denigrar con todo lujo de detalles. “Es una forma común de desacreditar a mujeres en el espacio público desde hace milenios, aunque no lo habíamos vivido de esta forma en México”, apunta Denise Dresser. “Resulta increíble pensar que opinar pueda poner en riesgo a mis hijas”, señala Pamela Cerdeira, quien desde hace tiempo ha optado por no subir fotos de su familia a redes. “Tienen prohibido leer los comentarios que me hacen y buscarme en Google”, agrega.

Alma Delia Murillo considera que además de las críticas al Gobierno, el feminismo es uno de los temas que más odio levanta. “Noto a los usuarios furiosos con las mujeres que hablan sobre feminismo y me preocupa pensar cómo vamos a encontrar una forma de tender lazos de conversación de nuevo”, asegura. “Lo que molesta no es la opinión, sino que sea una mujer la que opina”, añade Cerdeira.

El 73% de las periodistas reciben a menudo ciberacoso en forma de mensajes “misóginos coordinados” y que van desde el “lenguaje de odio hasta amenazas de violencia sexual o física”, de acuerdo con una reciente investigación de la Unesco. Tres de cada cuatro reporteras ha sido objeto de violencia a través de la red. Las entrevistadas coinciden con esta afirmación.

¿Qué sucede cuándo se denuncian estos ataques? Alma Delia Murillo confiesa que el proceso además de ser desgastante, es bastante desesperanzador. Cuando acudió a la Fiscalía, se encontró con que las autoridades ya tenían localizadas varias cuentas de agresores, dedicadas a atacar mujeres. Los perfiles son dados de baja de manera intermitente para que sea imposible rastrearlos. Detrás de las agresiones hay una estrategia coordinada. “Es difícil de comprobar, pero podemos inferir que hay una agencia digital para hacer eso con granjas de bots y otra parte con personas contratadas para publicar estos mensajes”, señala la escritora. “Las plataformas han sido malísimas condenándolo. Se tardan mucho y tienen que ser más exigentes con lo que toleran y no toleran”, denuncia Cerdeira.

Aunque la violencia en redes sociales se ha convertido en algo que no cesa, este grupo de columnistas al que se han sumado más periodistas y comunicadoras, como Maite Azuela o Gabriela Warkentin, han roto las barreras de seguir aguantando en silencio una violencia que afecta a la mayoría de mujeres. “Tengo pánico por mi integridad y no hay consecuencias para los agresores. Jode que las que salimos siempre pagando, seamos nosotras”, dice Alma Delia Murillo.

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Almudena Barragán
Periodista de EL PAÍS en México. Escribe sobre temas sociales con perspectiva de género: desigualdad, violencia y feminismo. Ha trabajado en la sección Verne México y en diversos medios españoles y mexicanos, entre los que destacan El Economista.es y El Financiero Bloomberg. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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