López Obrador exhibe un trato entre iguales con EE UU y profundiza su apuesta por la soberanía
El presidente mexicano asegura que en el encuentro con Biden, centrado en el combate contra la covid-19 y las políticas migratorias, no hubo “ni una sola discrepancia”
“Ni una sola discrepancia”. El resumen que hizo este martes Andrés Manuel López Obrador del primer encuentro con Joe Biden es la descripción de una relación bilateral en la que los presidentes de México y Estados Unidos buscan ensayar una nueva etapa de colaboración y, al mismo tiempo, es la exhibición de un trato de tú a tú. La agenda de la reunión celebrada el lunes, marcada por el combate contra la pandemia de coronavirus, la migración y la estrategia para el desarrollo, tuvo que ver con la diplomacia, pero sobre todo con la política interna. Y las palabras con las que más se ha definido la cita desde México son también el compendio ideológico del proyecto de López Obrador: respeto y soberanía.
Después de los años de pragmatismo que acompañaron la relación con Donald Trump, en los que López Obrador accedió a las durísimas exigencias de Washington en materia migratoria, comienza un ciclo que, al menos sobre el papel, puede resultar más acorde a los principios del Gobierno mexicano. Los mandatarios llegaron a la reunión, convocada de forma virtual, con una serie de potenciales puntos de fricción: de la economía -empezando por la inminente aprobación de una reforma eléctrica que perjudica las inversiones extranjeras- al caso de Salvador Cienfuegos, el exsecretario de Defensa acusado de narcotráfico por la DEA, detenido en California, extraditado y finalmente exonerado por la Fiscalía mexicana. Sin embargo, a tenor del clima que se respiraba al principio de la conversación, que fue pública, y de las declaraciones posteriores, quedó claro que ambos tenían interés en trasladar la sensación de un trato igualitario.
“Los dos presidentes reafirmaron la profunda asociación entre ambos países, basada en el respeto mutuo y en el extraordinario vínculo familiar y de amistad que nos une”, señalaba un comunicado conjunto difundido al terminar el encuentro. “Los líderes se comprometieron a trabajar juntos para combatir la pandemia de la covid-19, revitalizar la cooperación económica y a explorar áreas de colaboración frente al cambio climático. También destacaron la importancia de combatir la corrupción y de cooperar en materia de seguridad”.
Justo antes de la videoconferencia, la Casa Blanca había hecho un anuncio que desbarataba una de las reivindicaciones centrales de López Obrador. La portavoz de la Administración de Biden, Jen Psaki, descartó en una comparecencia que Washington esté dispuesto, al menos por el momento, a compartir con México y otros países sus reservas de vacunas. Un planteamiento que choca frontalmente con la visión del Gobierno de AMLO, que hace dos semanas llevó hasta el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la protesta por un reparto desigual de las dosis. Los números hablan: en Estados Unidos se han administrado más de 75 millones de vacunas, mientras que en México se han aplicado unas 2,5 millones. Aun así, el presidente mexicano se llevó otra percepción de la reunión.
“Para que se despejen dudas y malos entendidos, hubo una actitud del presidente Biden de mucha comprensión en este tema a nuestro planteamiento, y los equipos de los dos países verán qué es posible y cuándo. Pero hubo muy buena disposición, de modo que vamos a informar en su momento”, manifestó en su conferencia de prensa matutina. “Cuando se llegue a un acuerdo, los equipos de los dos países van a explorar todas las posibilidades de cooperación en esta materia. Lo que le puedo decir al pueblo de México es que hubo aceptación de nuestra propuesta acerca de la necesidad que tenemos de enfrentar de la mejor manera posible la pandemia y la necesidad de contar con las vacunas. No puedo decir que se logró ya el acuerdo, tampoco que no hubo acuerdo”, agregó al ser preguntado al respecto.
López Obrador quiso resaltar el ambiente en el que transcurrió la conversación: “En general fue un encuentro amistoso, respetuoso y con mucho énfasis en la cooperación para el desarrollo. No hubo ninguna discrepancia, así lo digo de manera categórica, ni una sola discrepancia. Fue una conversación respetuosa y creo que muy buena para los dos países, en especial para los pueblos de nuestras dos naciones. Prácticamente tratamos todos los temas de la agenda y quedamos en volver a reunirnos aun cuando se dé por estas vías, pero va a mantenerse el diálogo bilateral”. El mandatario, que invitó a Biden a conocer los caminos rurales de Oaxaca, celebra la apuesta de la nueva Administración estadounidense por América del Norte. “No siempre fuimos los mejores vecinos, sin embargo avanzamos cuando cooperamos”, manifestó Biden, quien recordó que ya durante el Gobierno de Barack Obama se optó por tratar al país vecino “en pie de igualdad”.
El presidente mexicano habló de la virgen de Guadalupe, de Benito Juárez y citó una frase atribuida a Porfirio Díaz. “Pobre México, tan lejos de Dios, y tan cerca de EE UU’. Yo ahora puedo decir bendito México, tan cerca de Dios y no tan lejos de Estados Unidos. Creo que nuestra vecindad nos va a permitir desarrollarnos mejor en estos tiempos”. Y añadió: “Usted quiere que haya un pie de igualdad en nuestras relaciones, que haya respeto a nuestra soberanía, y esto es muy importante. Tenemos que cooperar al desarrollo con independencia, con autonomía”. Esa idea de soberanía es la que destacó al finalizar el encuentro también el canciller, Marcelo Ebrard. “Acompañé al presidente López Obrador en su conversación con el presidente Biden. ¿Lo más destacado? Comunicación fácil y cordial. Renacimiento de una visión común en Norteamérica. Respeto a la soberanía, trato igualitario y sabiduría para procesar diferencias”, escribió en sus redes sociales.
Este es el punto de partida fijado para ensayar una nueva relación, el marco en el que los dos mandatarios trazaron algunas líneas comunes. Ambos reconocieron, por ejemplo, “las múltiples contribuciones de las personas migrantes para la fortaleza económica, la diversidad cultural y el espíritu innovador de México y Estados Unidos.” Y se comprometieron a impulsar políticas migratorias que reconozcan la dignidad de las personas migrantes, así como el imperativo de una migración ordenada, segura y regular. Acordaron profundizar la colaboración en la lucha contra la pandemia sobre todo a lo largo de la frontera. También hablaron de cambio climático y eficiencia energética. Sin embargo, no trascendió si manifestaron sus diferencias a propósito de la reforma impulsada por López Obrador para fortalecer a la Comisión Federal Electricidad (CFE), una empresa del Estado, frente a la iniciativa privada. La Cámara de Comercio de Estados Unidos criticó duramente la medida y hasta planteó un problema de vulneración del tratado de libre comercio entre ambos países y Canadá, el T-MEC. Pero ese también es un debate que guarda relación con la noción de soberanía defendida por el Gobierno. “Ninguna discrepancia”, se limitó a asegurar López Obrador.
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