Mónica Vergara, la entrenadora de fútbol que rompe muros en México
La Federación Mexicana de Fútbol ha nombrado por primera vez a una mujer como estratega de la selección femenina
El grueso techo de cristal del fútbol mexicano se ha roto. México, después de más de medio siglo, tendrá una entrenadora para su selección femenina. Mónica Vergara (Ciudad de México, 37 años), una estratega forjada en el barro y acostumbrada a batir lo impensado, ha sido la elegida. Uno de sus mayores hitos fue el de llevar a un equipo de menores de 17 a jugar una Copa del Mundo por primera vez en un país que, por decisión o desinterés de los directivos del fútbol, relegó al fútbol femenino a un rincón. El nombramiento de Vergara es visto como la reivindicación de las futbolistas, del ayer y hoy, en su país.
La revolución Mónica Vergara inició con dos palabras en maya: in lak’ech y hala ken. “Que quiere decir: ‘Tú eres otro yo, yo soy otro tú. Somos unión”, explicaba Vergara para contar cómo fue que el equipo mexicano alcanzó una final de un Mundial en el que no era favorito. Las mexicanas, a pedido de su entrenadora, se pintaban en el brazo un símbolo que remitía a un adjetivo que las describía. Nunca en la historia, un equipo mexicano femenino había brillado tanto. Mónica Vergara, además, fue la primera entrenadora mexicana en dirigir una Copa del Mundo, según la FIFA. “Es la candidata idónea. La clave como directora técnica es esa comunicación individualista con cada una de sus futbolistas”, explica a EL PAÍS Andrea Rodebaugh, excompañera de Vergara.
La dirección técnica de la selección femenina de México era vista como un cacicazgo. Leonardo Cuéllar dirigió durante 18 años a México con avances, pero sin pegar el gran salto. Incluso, en sus últimos meses, se enemistó con las mejores futbolistas como Charlyn Corral del Atlético de Madrid y Kenti Robles del Real Madrid. Su reemplazo, Roberto Medina, llevó al equipo al fracaso y no logró clasificarse a la Copa del Mundo de 2019. El siguiente entrenador, hombre también, fue Christopher Cuéllar, hijo del entrenador que se atrincheró en el cargo. Su rendimiento también rozó la ineficacia.
Mientras los altos cargos quedaban en manos de entrenadores con una cuestionada reputación, en las divisiones menores Mónica Vergara empezó a dirigir. En una de sus primeras experiencias en la pizarra, sus futbolistas ganaron una medalla de bronce en un mundial juvenil en 2014. Poco a poco, y bajo la luz verde de la Federación Mexicana de Fútbol, se fue involucrando como estratega auxiliar en los equipos de los Cuéllar. Se hizo cargo de una selección de menores de 15 años y se mantuvo en el proceso formativo hasta alcanzar aquella final del Mundial sub 17 y que perdieron frente a las españolas. “Cuéllar ha sido mi mentor”, reconoció Vergara en una entrevista en 2017. Vergara, de alguna forma, era la becaria en la Federación al involucrarse en cada proceso. “Le ofrecí una beca para que estudiara su preparatoria, pero ella quería el fútbol y se entregó por completo a la selección nacional”, agrega Rodenbaugh.
Vergara se enganchó al fútbol desde pequeña. Sus padres le inscribieron en un club infantil del Necaxa a finales de los ochenta. En ese tiempo no había equipos formativos para mujeres, ni hablar de una liga profesional de fútbol. Como el resto de jugadoras en su país, era vista como la intrusa en un mundo de hombres que, a su pesar, no podían competirle. Con los años, el club formó un club dedicado a las niñas. Fue parte de la primera generación de mexicanas que jugaron una Copa del Mundo, la de 1999, con solo 15 años. “Era la más talentosa en espacios cortos. Nunca fue la líder del grupo, pero su trabajo era más individual”, opina Rodenbaugh. Sin liga profesional (fundada hasta 2017), tuvo que ceñirse al fútbol semiprofesional. Y después dio un salto a los banquillos.
“Mónica conoce todo el proceso que ha sufrido y enfrentado el fútbol femenino en México. Se formó como entrenadora técnica cuando todavía no existía una estructura de cursos de capacitación para entrenadoras. No hay quien tenga esa experiencia”, opina a este diario Claudia Pedraza, doctora en Ciencia Política, especialista en género y deporte. El ascenso de Mónica Vergara trajo consigo la promoción de otras entrenadoras en la estructura de la selección: Maribel Domínguez se hará cargo del conjunto de menores de 20 años y Ana Galindo del equipo sub 17, quienes siguen su ejemplo. “Esta consciencia colectiva dará un impulso al fútbol femenino y da la posibilidad de pensar en proyectos más integrales”, agrega Pedraza.
Una de las mejores entrenadoras y campeona del mundo, la estadounidense Jill Ellis, hizo de Mónica Vergara su aprendiz. Ambas formaron parte de un naciente programa de formación de entrenadoras de la FIFA. “Le animo a pensar en las lecciones que deja una Copa del Mundo, para que avance en su carrera que considero que va a ser brillante”, comentó Ellis sobre Vergara. Ese tándem le dio un impulso a la mexicana.
“Siempre había esta esperanza y que el fútbol femenino creciera. Tuvimos fe para que se abrieran muchísimos espacios y ahora nos toca poner esa valentía”, lanzó Vergara tras su presentación. Los banquillos de la selección de México tendrán rostro de mujer.
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