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Negación, negociación y aceptación: los líderes europeos ante el divorcio de Trump con Europa

Los dirigentes responden con prudencia a la nueva Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense, mientras la ultraderecha celebra

Evitar hablar del conflicto en un intento de apaciguamiento; negarlo; apelar a la historia compartida, o asumirlo y seguir adelante. Las respuestas de los líderes europeos a la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Administración de Donald Trump, publicada el viernes pasado, recuerdan a algunas fases del duelo tras un divorcio doloroso que no sorprende, pero que aún no se acepta. Quienes observan...

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Evitar hablar del conflicto en un intento de apaciguamiento; negarlo; apelar a la historia compartida, o asumirlo y seguir adelante. Las respuestas de los líderes europeos a la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Administración de Donald Trump, publicada el viernes pasado, recuerdan a algunas fases del duelo tras un divorcio doloroso que no sorprende, pero que aún no se acepta. Quienes observan casi más desde fuera que desde dentro de la UE, como el ultraconservador húngaro Viktor Orbán, se regodean, sin embargo, en la ruptura.

El golpe de EE UU a Europa, cuya civilización ve en declive, oficializa un giro radical en las relaciones trasatlánticas. Estados Unidos, un socio estratégico clave para la arquitectura de seguridad de los europeos desde la Segunda Guerra Mundial, no solo ya no ve al Viejo Continente como una prioridad, justo cuando más amenazada se siente por Moscú. Va más allá, al proponerse “cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa” desde dentro, alentando y promoviendo a los partidos y movimientos de extrema derecha, con los que comparte misión y valores.

Mientras los líderes europeos de la internacional ultra celebran la nueva doctrina estadounidense, el resto digiere el choque como puede.

El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, ha convertido en una prioridad de su mandato cultivar y preservar la “relación especial” que existe entre el Reino Unido y Estados Unidos desde los tiempos de Winston Churchill. Con ese propósito, el primer ministro británico rehúye el enfrentamiento directo con Trump, a pesar de que algunas de sus provocaciones, o de sus aliados, han supuesto un insulto directo a políticos de su partido, como el alcalde de Londres, Sadiq Khan, o han contribuido a agitar la amenaza de la ultraderecha en territorio británico.

Starmer niega siempre la mayor, sin darse por aludido ni responder directamente al presidente estadounidense. El líder del Partido Liberal Demócrata, Ed Davey, fue este miércoles el primero en pedirle, durante la sesión de control parlamentario al Gobierno, su reacción ante la nueva estrategia. Davey le preguntó si iba a dejar claro a Trump que “cualquier intento de injerencia” en la democracia británica es “inaceptable”. “Yo solo veo una Europa fuerte y unida en su apoyo a Ucrania y en la defensa de la libertad y la democracia, principios que defendemos desde hace mucho tiempo. Y yo siempre estaré en pie para defenderlos”, respondía el primer ministro, para esquivar una vez más el conflicto con Trump.

En Alemania, la nueva estrategia se ha recibido como una confirmación del cambio profundo en la relación bilateral y el fin de una época en la que EE UU fue el aliado privilegiado. El canciller alemán, el democristiano Friedrich Merz, ha calificado de “inaceptables” los aspectos de la Estrategia de Seguridad Nacional más agresivos contra los Gobiernos europeos. Al mismo tiempo, ha llamado a mantener “la cabeza fría” y, “más allá de la retórica”, a preservar la cooperación con Washington. Para el Gobierno alemán la prioridad es evitar el choque frontal, pues considera que hoy por hoy la UE no está preparada para prescindir de EE UU como potencia protectora. En plenas conversaciones sobre una posible paz en Ucrania, la ruptura con Trump podría ser letal, según este argumento.

La reacción ha sido distinta en el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que conforma el segundo grupo parlamentario y lidera buena parte de los sondeos sobre expectativas de voto. Para esta formación, que en la última campaña electoral contó con el apoyo del magnate Elon Musk, el documento estadounidense representa un aval a sus posturas. En un mensaje en las redes sociales, su líder, Alice Weidel, hizo suyo el diagnóstico sobre el supuesto declive de Europa y concluyó que “por eso es necesaria AfD”.

Autonomía estratégica

Francia observa la nueva estrategia estadounidense como una mera confirmación de lo que comenzó a constatarse con el advenimiento del segundo mandato de Donald Trump en la Casa Blanca. En el Elíseo, además, creen que subraya la línea del presidente, Emmanuel Macron, que ha insistido en que Europa no puede convertirse en un “vasallo” de Estados Unidos y que la autonomía estratégica europea es clave en este nuevo contexto global.

La tensión, sin embargo, ha subido con la publicación del documento. La secretaria de Estado para las Fuerzas Armadas, Alice Rufo, aseguró en la Asamblea Nacional que “la nueva estrategia de seguridad estadounidense es una clarificación extremadamente brutal de la postura ideológica de Estados Unidos”. Rufo, que había sido también consejera diplomática adjunta del presidente en temas de seguridad, cree que Europa debe reaccionar. “Vivimos en un mundo de carnívoros, Europa no es una isla, y solo será respetada si sabe cómo hacerse respetar […] Debemos acelerar el rearme de Francia, acelerar el rearme de Europa”, subrayó.

En Italia, la reacción de Giorgia Meloni, abocada al constante equilibrismo, ha sido la habitual tras cada ataque de la Casa Blanca a la UE: desdramatizar, eludiendo los puntos más polémicos, y darle parte de razón a Trump. Su línea básica argumental es que se deben mantener a toda costa los vínculos con Washington. La primera ministra no ve “ninguna erosión” en la relación y cree que el documento solo evidencia que Europa “para hacerse mayor tiene que defenderse sola”. El ministro de Defensa, Guido Crosetto, la secundó sobre la necesidad de que Europa se rearme: “Trump solo ha acelerado un proceso irreversible”.

Sobre Ucrania, Meloni es más clara en su sintonía con la Comisión Europea y el apoyo a Kiev. Sin embargo, pesan su ambigüedad y sus simpatías por Trump. Se quedó fuera de la cumbre con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, organizada en Londres el lunes, con los líderes de Reino Unido, Francia y Alemania. Pero al día siguiente el presidente ucranio se preocupó de ir a Roma a ver a Meloni (y también al Papa), porque sabe que tiene línea directa con Trump. Estuvo hora y media con ella.

“Enemigos comunes”

Polonia tampoco estuvo en el encuentro de Londres, a pesar de ser el mayor Estado de la UE fronterizo con Ucrania. Se juega su propia seguridad en esa guerra, y también en la relación con Washington, cuyo paraguas de defensa considera fundamental. El primer ministro, el liberal Donald Tusk, escribió un mensaje en X que se hizo viral en el que se dirigió a sus “queridos amigos estadounidenses” y les recordó que Europa es “su mejor aliado, no su problema”. “Tenemos enemigos comunes. Al menos así ha sido en los últimos 80 años”, dijo, “a menos que algo haya cambiado”.

El presidente ultranacionalista y conservador polaco, Karol Nawrocki, recibió el apoyo de Trump en su campaña electoral el pasado mayo. Forma parte de esos partidos y movimientos con los que el presidente estadounidense cuenta para reconducir a Europa. Slawomir Cenckiewicz, que dirige la Oficina de Seguridad Nacional de Nawrocki, se dirigió al subsecretario de Defensa estadounidense, Elbridge Colby, ideólogo de la estrategia de Trump, para subrayar que coincidía con él “plenamente en la necesidad de que cada Estado desarrolle sus propias capacidades de defensa”.

La nueva estrategia ofrece a Polonia “oportunidades para fortalecer su posición como un aliado clave de Estados Unidos en la región”, afirmó. El polaco aprovechó para recordar, sin embargo, que Rusia es “una amenaza existencial” para Polonia y toda la región.

En cambio, Orbán, el jefe de Gobierno de la UE más alineado con Washington y con Moscú, suscribió punto por punto la parte de la nueva estrategia que concierne a Europa, incluyendo que “la relación de Europa con Rusia necesita reconstruirse estratégicamente”, según dijo en redes sociales el jueves. El primer ministro húngaro, que tiene la intención declarada de tomar las instituciones europeas desde dentro para darles un giro soberanista y ultraconservador, se regocijó sin ambages con el tono de la Administración Trump con Europa. “Estados Unidos comprende con precisión el declive de Europa. Ven el declive a escala de la civilización contra el que en Hungría llevamos 15 años luchando. Por fin, no luchamos solos”, celebró.

Con información de Rafa de Miguel, Marc Bassets, Daniel Verdú, Íñigo Domínguez y Gloria Rodríguez-Pina.

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