¿Cómo llegó el héroe retratado en ‘Hotel Ruanda’ de Dubái a Kigali?

La familia de Paul Rusesabagina, el famoso exgerente de hotel que salvó más de 1.200 vidas durante el genocidio, denuncia un secuestro por parte de las autoridades ruandesas

Paul Rusesabagina da un discurso en Bruselas como portavoz del Movimiento Ruandés para el Cambio Democrático en 2019.NICOLAS MAETERLINCK (AFP)

La familia del opositor ruandés Paul Rusesabagina, de 66 años, acusa a las autoridades ruandesas de haberle secuestrado, mientras sigue sin esclarecerse cómo llegó desde Dubái hasta Ruanda. El célebre exgerente del Hotel Mille Collines –que Hollywood inmortalizó en la película Hotel Ruanda– mandó su último mensaje a la familia desde Dubái, el jueves pasado, antes de reaparecer esposado en la capital ruandesa cuatro días más tarde. Rusesabagina, consciente de estar en el punto de mira del Gobierno r...

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La familia del opositor ruandés Paul Rusesabagina, de 66 años, acusa a las autoridades ruandesas de haberle secuestrado, mientras sigue sin esclarecerse cómo llegó desde Dubái hasta Ruanda. El célebre exgerente del Hotel Mille Collines –que Hollywood inmortalizó en la película Hotel Ruanda– mandó su último mensaje a la familia desde Dubái, el jueves pasado, antes de reaparecer esposado en la capital ruandesa cuatro días más tarde. Rusesabagina, consciente de estar en el punto de mira del Gobierno ruandés, vive en el exilio desde hace años y es la voz más famosa que critica abiertamente la represión del régimen de Paul Kagame.

“Mi padre ha sido detenido arbitrariamente, creemos que ha sido secuestrado”, ha denunciado su hija Carine Kanimba a través de las redes sociales, mientras crecen los interrogantes sobre quién y cómo capturó a Rusesabagina, ya que “él nunca iría a Ruanda por su propia voluntad”, según su otra hija Anaise. Las autoridades ruandesas dijeron que su detención había sido posible gracias a una “cooperación internacional”, pero los Emiratos Árabes Unidos, el último sitio desde donde se comunicó, ha negado tener vínculo con el arresto.

Rusesabagina “entró y salió legalmente de los Emiratos”, ha contado un funcionario a la cadena CNN. Según su versión, el opositor ruandés habría abandonado Dubái apenas cinco horas después de haber aterrizado, en un avión privado, con rumbo a Ruanda.

Después de tres días de silencio, Rusesabagina emergió detenido en la Oficina de Investigación de Ruanda (RIB, según sus siglas en inglés), presentado a los medios como un trofeo de guerra. Se le acusa, entre otros cargos, de terrorismo, secuestro y asesinato. Ruanda tenía un mandato de detención contra Rusesabagina, pero los Emiratos dicen que el opositor ruandés no estaba en su lista de personas buscadas y que tampoco tienen ningún acuerdo de extradición con Ruanda.

Con o sin colaboración, la captura en el exilio de un prominente disidente vuelve a poner de manifiesto el poderoso y largo brazo de Ruanda contra la oposición. La eficaz maquinaria propagandística del Gobierno ruandés ha logrado vender durante años una imagen de prosperidad e igualdad, aunque las denuncias de abusos contra las voces críticas no dejan de crecer.

Cientos de opositores han sido encarcelados en Ruanda, entre ellos, las políticas Victoire Ingabire y Diane Rwigara. Ambas aspiraban a la presidencia de Ruanda pero acabaron en la cárcel: Ingabire, en 2010, acusada de conspiración y de formar un grupo armado; Rwigara, en 2018, por incitar a la insurrección. El joven cantante Kizito Mihigo, otro crítico acusado de vínculos con “grupos terroristas”, apareció muerto el pasado mes de febrero en la celda donde estaba detenido.

Incluso fuera de las fronteras de Ruanda, los movimientos e individuos contrarios al régimen no se sienten a salvo. El coronel Patrick Karegeya, fue asesinado en un lujoso hotel de Johannesburgo la madrugada de año nuevo, en 2014. Y su compañero de partido, el general Nyamwasa, ha sufrido en Sudáfrica tres tentativas de asesinato.

La familia de Rusesabagina está inquieta por su estado de salud y asegura que ha sido capturado “bajo cargos falsos”.

Rusesabagina, que vive exiliado entre Bélgica, donde tiene ciudadanía, y Estados Unidos, con residencia permanente, hace años que habla abiertamente contra el régimen de Kagame. Ha criticado que se oculte una parte de las matanzas que ocurrieron en 1994 y ha denunciado la falta de libertad de expresión del Gobierno actual, así como su rumbo dictatorial. En 2018 Rusesabagina creó una plataforma, el Movimiento Ruandés para el Cambio Democrático, que reúne a varios partidos y grupos de la oposición –entre ellos el partido de Karegeya–.

Emiratos y Ruanda, una luna de miel

La camiseta del equipo de fútbol inglés Arsenal resume visualmente la gran cercanía entre los Gobiernos ruandés y emiratí. La publicidad de la compañía aérea Emirates en el pecho, se combina desde 2018 con la de la campaña turística Visita Ruanda, en la manga. Y es que, más allá del fútbol, las relaciones entre el país africano y el del Golfo se han estrechado en los últimos tres años.

El presidente Paul Kagame, que según fuentes diplomáticas es “amigo personal” del príncipe de Abu Dabi, Mohamed Bin Zayed, ha viajado varias veces los Emiratos; se han firmado acuerdos comerciales y memorandos de entendimiento para facilitar la movilidad entre ambos países –tanto para permitir “el acceso de los ruandeses a las oportunidades laborales” en el país árabe, como para “promover las inversiones” en Ruanda– y en 2018, Emiratos fue el primer país del Golfo en abrir embajada en Kigali.

En el centro de las relaciones hay el gran proyecto del puerto seco de Kigali, concedido a la compañía DP World –con sede en Dubái– y que se inauguró en octubre del año pasado. El proyecto, de 80 millones de dólares, pretende convertir Ruanda en un nodo comercial para toda África Oriental, y agilizar el comercio desde los países vecinos –entre ellos, la República Democrática del Congo– con los grandes puertos litorales de Mombasa, en Kenia, y Dar es Salam, en Tanzania. Una infraestructura estratégica en un país, Ruanda, por el que salen buena parte de las materias primas del este de Congo.

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