Bruselas apuesta por una Europa de fronteras abiertas a partir del 1 de julio
Las llegadas desde terceros países tendrán que esperar hasta que se acabe con los controles internos, apunta la comisaria de Interior, Ylva Johansson
La Comisión Europea ha pedido este viernes a los ministros de Interior de los Veintisiete que levanten todos los controles fronterizos dentro de la UE a finales de este mes como muy tarde, según confirmó a este diario la comisaria de Interior, Ylva Johansson. Bruselas considera que, en un contexto de mejora generalizada de la situación sanitaria, las restricciones han dejado de ser un método efectivo para combatir la pandemia. Y cree que los contras de mantener el continente compartimentad...
La Comisión Europea ha pedido este viernes a los ministros de Interior de los Veintisiete que levanten todos los controles fronterizos dentro de la UE a finales de este mes como muy tarde, según confirmó a este diario la comisaria de Interior, Ylva Johansson. Bruselas considera que, en un contexto de mejora generalizada de la situación sanitaria, las restricciones han dejado de ser un método efectivo para combatir la pandemia. Y cree que los contras de mantener el continente compartimentado superan con mucho a los pros: son un lastre para la economía, tienen un alto coste personal al separar a familias y amigos, y atentan contra la esencia misma de un proyecto comunitario basado en la libre circulación. Los viajeros de terceros países no esperarán mucho más tiempo, la intención es que empiecen a levantarse gradualmente las prohibiciones desde comienzos de julio.
En los primeros compases de la pandemia, Europa se replegó sobre sus fronteras en una cascada de movimientos unilaterales y compulsivos. Con el virus propagándose sin freno, varios países optaron por cerrar las puertas a los vecinos sin orden ni concierto. El urgente equipamiento médico languideció en las carreteras mientras en los hospitales las carencias obligaban a los sanitarios a improvisar. Las filas de camiones atascados resucitaron imágenes que parecían desterradas en la era de Schengen. “Cuando la pandemia se abalanzó de repente sobre nosotros, los Estados miembros reaccionaron muy descoordinadamente y con algo de pánico”, reconoce Ylva Johansson (Huddinge, 56 años) en una entrevista con tres medios europeos, entre ellos EL PAÍS.
La comisaria sueca compara el comportamiento de las capitales con el de los ciudadanos que corrieron asustados a los supermercados en busca de pasta y papel higiénico para almacenar durante el confinamiento. Y quiere que la reacción de vísceras y emociones en el cierre derive en una apertura racional y coordinada. “Es muy importante que recordemos lo que pasó al principio de la crisis para no caer en el mismo caos al abrir de nuevo”.
Tras la reunión de ministros, se ha mostrado esperanzada en que no prolonguen los controles internos más allá del 30 de junio. “Creo personalmente que volveremos a una zona Schengen a pleno funcionamiento y con libre circulación de ciudadanos al acabar el mes de junio a más tardar”. Pero para eso todavía quedan piezas por encajar en el rompecabezas. Varios Estados miembros han señalado en el Consejo que aún no están en disposición de asegurar ese paso. Solo nueve países (Italia, Grecia, Letonia, Liechtenstein, Luxemburgo, Malta, Holanda, Eslovenia y Suecia) conforman ahora mismo la avanzadilla de los que no realizan controles fronterizos. Otros cinco, Alemania y Francia entre ellos, han fijado el 15 de junio como fecha para volver a permitir los flujos desde el extranjero. Y cinco más solo reabrirán las fronteras parcialmente ese día. España, uno de los más dependientes del turismo, pondrá fin a los controles el 1 de julio.
Para alivio del castigado sector hostelero, el optimismo de cara al verano es patente, pero hay incógnitas por resolver. Siguiendo las recomendaciones de la Comisión Europea de autorizar la entrada solo a los ciudadanos de regiones en una fase epidemiológica similar, Dinamarca y Noruega mantienen su veto al turismo sueco, donde la covid-19 ha golpeado con mucha mayor potencia debido a su controvertida estrategia de no confinar a la población. Bruselas comprende ese trato diferencial ahora, pero no apoya que se prolongue más allá del mes de junio. Lo mismo sucede con el Reino Unido, importante emisor de turistas, otro país donde el virus está más activo por tomar medidas con retraso.
El Ejecutivo comunitario no quiere que haya discriminaciones por nacionalidad, y se apoya en las opiniones del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) para respaldar su tesis de la reapertura total. “Las autoridades sanitarias son claras en que ya no hay justificación para restricciones aéreas o fronterizas en la zona Schengen”, apuntó Johansson este viernes.
El organismo señaló hace unos días que “la evidencia disponible no apoya recomendar cierres de fronteras que provocarían efectos secundarios significativos y alteraciones sociales y económicas". ¿Significa eso que fue un error cerrarlas en su momento? “No usaría la palabra error. Lo que ocurrió a mediados de marzo fue que los Estados miembros tomaron decisiones drásticas en un corto espacio de tiempo. No es mi rol decir que lo hicieron mal, eso deberá ser evaluado”, apunta Johansson.
Con la pandemia perdiendo fuerza en Europa, cree llegado el momento de que las medidas de distancia social y el uso de mascarillas basten por sí solas, sin necesidad de cerrojazo. Y ni siquiera ve justificada la vuelta de las fronteras en caso de que se produzca la temida segunda oleada.
El encuentro informal de ministros por videoconferencia también abordó la situación de las fronteras externas, cerradas desde mediados de marzo. La restricción de trayectos no imprescindibles para viajeros de terceros países expira el 15 de junio tras haber sido prorrogada varias veces, y todo indica que el plazo volverá a ampliarse. Igual que los socios de la UE no autorizan la entrada de turistas europeos mientras sus ciudadanos no puedan moverse libremente entre provincias, Bruselas no es partidaria de permitir la entrada de viajeros de Estados Unidos o Japón antes de que un berlinés pueda ir a Lisboa o un milanés a Viena. “Primero debemos abrir las fronteras internas”, zanja Johansson.
El repunte de casos en Latinoamérica, nuevo epicentro de la enfermedad, complica dar el paso, pero Bruselas es partidaria de no demorarlo demasiado. La solución podría pasar por no abrirse a todos los países al mismo tiempo y optar por hacerlo gradualmente, con ciertas restricciones a los pasajeros de las zonas más afectadas.
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