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La austeridad y el optimismo marcan el primer mes de la transición en México

López Obrador dibuja su plan de recortes con el respaldo de seis de cada diez mexicanos

López Obrador en una de sus conferencias en su casa de transición.
López Obrador en una de sus conferencias en su casa de transición.Héctor Guerrero
Luis Pablo Beauregard

Un mes de luna de miel y contando. Andrés Manuel López Obrador todavía no asume el poder en México, pero su triunfo del 1 de julio ha servido de bálsamo para un país aquejado por la violencia y la corrupción. Las encuestas reflejan un optimismo generalizado ante la victoria del izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). El futuro mandatario ha tomado las riendas de la agenda diaria aún a cuatro meses de recibir la banda presidencial de manos de Enrique Peña Nieto. Sin siquiera haber recibido la constancia de ganador de la elección, el político ha comenzado a hacer nombramientos, a exigir reformas y a dibujar las líneas maestras de su Gobierno, iniciando con un proyecto de austeridad que pretende acabar con los privilegios de las élites políticas y así reanimar la política social. 

“Va a haber cambios profundos. No va a ser maquillaje. No va a ser gatopardismo, eso que consiste en que las cosas en apariencia cambian para seguir igual”, dijo López Obrador el miércoles desde las escalinatas de su casa de transición, ubicada en un bohemio barrio del centro de la capital. El político se ha habituado a ofrecer una conferencia casi diaria desde los peldaños donde anuncia nombramientos, detalla sus políticas públicas o habla de la relación con Donald Trump. El sitio se ha convertido en destino de cientos de defensores de las causas más variadas, que lo mismo piden acabar con las corridas de toros, elaborar un plan nacional de salud naturista o crear una comisión para investigar la muerte del actor Pedro Infante, ocurrida en 1957. 

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“El periodo de la transición ha generado una expectativa de que las cosas van a cambiar”, aseguró Roy Campos, presidente de Consulta Mitofsky. La encuestadora recoge el optimismo que ha permeado a la sociedad mexicana. Seis de cada diez personas creen que la seguridad y la política mejorarán en el Gobierno de López Obrador, que inicia el 1 de diciembre. El porcentaje roza el 70% cuando se habla de la economía. El sondeo refleja que los mexicanos se sienten alegres, felices, confiados y tranquilos tras el resultado electoral. Este bono es mucho más positivo que el que tuvieron Felipe Calderón en 2006 y Peña Nieto en 2012. 

Las opiniones negativas de López Obrador se encuentran en su segundo nivel más bajo de la historia, solo después de marzo de 2006, cuando se convirtió por primera vez en candidato presidencial. Esta aprobación lo ha hecho a prueba de las críticas que ha recibido por algunos de los polémicos nombramientos que llevar adelante en su Administración. Entre ellos se encuentran un asesor de seguridad, Manuel Mondragón, y el director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, quien militó más de medio siglo en el PRI antes de saltar al barco del movimiento lopezobradorista. 

En sus primeras semanas como ganador de la elección, las impugnaciones en los tribunales de sus socios electorales impiden llamarlo oficialmente presidente electo, López Obrador ha sacudido las élites políticas. Morena, que tendrá una holgada mayoría en ambas cámaras del Congreso a partir del 1 de septiembre, prepara dos reformas de envergadura. El primero es una nueva ley orgánica de la Administración que le permitirá desaparecer varias oficinas y ajustar más de 6.000 plazas de la alta burocracia, lo que se traducirá en un ahorro mensual de 45.6 millones de pesos según los cálculos del partido. Esto también permitirá la creación de la secretaria de Seguridad Pública, una de las prioridades del nuevo Gobierno. Desde allí se dirigirán los diálogos de la amnistía y se trabajará en la creación de un proyecto de justicia transicional para ser presentado a finales de año.

Otra reforma toral para la próxima Administración es la modificación del artículo 127 sobre los sueldos del Gobierno. Nadie en el sector público puede ganar más que el presidente, quien hoy ingresa 14.000 dólares al mes. No obstante, el texto es letra muerta porque los ministros de la Suprema Corte de Justicia, el presidente de la autoridad electoral y algunos otros funcionarios lo superan. López Obrador pretende rebajarse el sueldo y vigilar que nadie gane más de 5.700 dólares mensuales. Esto afectaría el salario de más de 22.000 empleados de la alta burocracia, que al día de hoy rebasan el techo propuesto por el futuro presidente. El anuncio de los recortes provocó que muchas personas protestaran, entre ellas la próxima secretaria de Gobernación (Interior), quien fue ministra del tribunal supremo. 

Una mudanza de medio millón de burócratas

El nuevo Gobierno también elabora los planes para sacar de Ciudad de México a la mayor parte de la Administración Pública. López Obrador pretende enviar a los 32 Estados a 27 secretarías de Estado y oficinas de empresas públicas. Según los cálculos, Morena tendría que desplazar a 103.000 empleados de base y a más de 400.000 familiares en una maniobra nunca antes vista que costaría 128.000 millones de pesos, casi 7.000 millones de dólares, en los próximos seis años.

Los más de 10.000 empleados de la secretaría de Agricultura se irían a Sonora, al norte de México. 15.000 trabajadores de Comunicaciones y Transportes a San Luis Potosí. Más de 3.000 burócratas de la secretaría de Cultura serían trasladados a Tlaxcala. El ministerio de Energía se iría a Tabasco y Educación a Puebla. Esto solo por mencionar algunos ejemplos.

El plan de descentralización para dinamizar otras regiones del país ha creado más confusión que certezas. Hasta el momento, solo un puñado de gobernadores ha dicho públicamente que está en capacidad de recibir a los nuevos moradores.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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