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Argentina
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Esta vez era diferente

Una nueva crisis económica encuentra a Argentina sumida en la melancolía y el desconcierto

Carlos E. Cué
Mauricio Macri participa de la asamblea del BID que se realizó en marzo pasado en la provincia argentina de Mendoza.
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Argentina se ha instalado en la melancolía. Abundan estos días en los análisis las referencias a la historia del país, a la frustración inagotable de la potencia mundial que con cada crisis fue bajando peldaños que nunca pudo recuperar. Pero sobre todo hay desconcierto. ¿Cómo ha podido pasar esto ahora? El presidente Macri, que ganó por la mínima en 2015, había logrado en dos años y medio consolidar un enorme poder político. Algunos decían que podía ser el enterrador del peronismo, el factor clave del poder desde hace 70 años. También había millones, los que no le votaron, que pensaban que se estrellaría. Pero una mayoría del país creyó en él, y llegó a valoraciones positivas del 60%.

Con una sonrisa eterna y prometiendo “la revolución de la alegría”, Macri había convencido a la mayoría de los argentinos de que esta vez era diferente. Les dijo que él, hijo de un polémico empresario, quintaesencia de la Argentina de siempre, había dejado su plácida vida de millonario para entrar en política con la única misión de convertir a su tierra en un país normal que crece, baja la inflación, reduce la pobreza, reorganiza los mercados. Y todo sin sobresaltos. Además, no estaba solo. El mundo le dio un apoyo inaudito. Los líderes más importantes, desde Barack Obama a Angela Merkel, acudieron a Buenos Aires para aplaudir las reformas de Macri. Fue mimado en Davos, en París, en Washington, triunfó en Madrid. Y este año, además, era la estrella absoluta como anfitrión del G-20 en Buenos Aires, en noviembre.

En todas partes el presidente decía lo mismo: “Muchos me preguntan por qué esta vez la Argentina no va a volver a sorprendernos negativamente. El país cambió. Los argentinos dijeron basta de engañarnos, de echarle la culpa al mundo de lo que nos pasa” clamó en Madrid. Políticos y empresarios salían encantados de ese discurso. Macri era el símbolo del fin de la era dorada de la izquierda latinoamericana, el hombre que había derrotado al kirchnerismo. Si el mundo le aplaudía y además en Argentina ganaba elecciones, como pasó en las últimas de octubre de 2017, ¿qué podía salir mal?

Sin embargo, los que miraban las cifras con detalle sí estaban preocupados. Con un dólar atrasado y una inflación disparada, Buenos Aires estaba más cara que Madrid o París, algo que escapa a toda lógica económica. Los ministros, empresarios y sindicalistas que viajaron a España con el presidente se fueron de compras como locos a la Gran Vía. “Está rebarato”, se sorprendían. La clase media-alta viajaba más que nunca por todo el mundo gracias a un peso recalentado. Algunos economistas dudaban, pero el Gobierno insistía en que todo estaba bajo control, solo pedía algo más de tiempo para bajar la inflación y reducir el déficit. Estaban convencidos de que el mundo que tanto les apoyaba les daría ese margen. Pero el mundo cambió rápidamente, la financiación se puso más cara con la política de Donald Trump, y Argentina quedó al desnudo. Otra vez.

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