La vida de lujo del presidente del tribunal electoral de Nicaragua
Roberto Rivas, sancionado por EE UU, está en el foco de la prensa por su gusto por los vuelos chárter, jets privados, mansiones deslumbrantes y una colección de coches lujosos
El nombre de Roberto Rivas en cualquier titular de la prensa nicaragüense es un éxito de audiencia seguro estos días. El hombre fuerte del presidente Daniel Ortega en el Consejo Supremo Electoral (CSE) despierta un interés desmedido entre una población que intenta explicarse cómo el magistrado Rivas puede pagarse la vida de lujo de la que hace ostentación. Se sabe de él que le encanta Madrid, tanto es así que viaja a la capital española en vuelo chárter valorado en más de 130.000 euros (unos 160.000 dólares) y que, según una reciente investigación periodística, una empresa familiar ligada a Rivas mantiene registrado su domicilio en un chalet valorado en más de nueve millones de euros (más de 11 millones de dólares) en un exclusivo barrio madrileño, con un alquiler mensual de 12.000 euros (más de 14.500 dólares).
A eso se unen jets privados, coches de lujo, una mansión veraniega, casas en Costa Rica y una finca cafetalera en las montañas del centro de Nicaragua. En este país se bromea diciendo que el “hombre de los fraudes electorales” es una suerte de alquimista, porque no solo aumenta los votos a favor del Frente Sandinista en cada elección, sino que multiplica su salario mensual de 5.000 dólares hasta el punto de vivir como un jeque del trópico.
La vida de ostentación del magistrado Rivas, sin embargo, sufrió un traspié en diciembre pasado, cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció sanciones en su contra, acusándolo de corrupción, fraude electoral y violaciones a los Derechos Humanos.
El nombre Roberto Rivas pasó inmediatamente a formar parte de una “lista negra” de la Oficina de Control de Activos Extranjeros estadounidense, que incluye a narcotraficantes, criminales internacionales y terroristas. El sistema bancario de Nicaragua tembló ante estas sanciones y las implicaciones que podría tener para los bancos hacer negocios con un hombre “marcado” por autoridades estadounidenses, por lo que anunciaron que cerraban las cuentas del funcionario y le regresaban todo su dinero. Otro chiste en Nicaragua: el magistrado paga en efectivo.
Las malas noticias para Rivas continuaron en enero, cuando la Fiscalía General de Costa Rica informó de que investigaba al magistrado por un posible delito de blanqueo de capitales en ese país, donde Rivas es dueño de un terreno de 3.514 metros cuadrados, localizado en un barrio exclusivo de la capital costarricense y valorado, según investigaciones del diario La Nación, de San José, en 193.000 dólares.
El diario también reportó que una empresa ligada a Rivas, Chibulú del Oeste S.A., mantenía registradas por lo menos cuatro casas en el mismo barrio. En 2009 Rivas fue acusado de introducir a Costa Rica dos vehículos de lujo con placa diplomática y sin pagar impuestos, supuestamente aprovechando las bondades de tener como embajador de Nicaragua en San José a su hermano, Harold Rivas, y como cónsul en ese país a su cuñada, Jeannette Pérez Vega.
Este Harold Rivas fue destituido como embajador recientemente por orden del presidente Ortega, lo que hace pensar en una caída en desgracia de la familia Rivas. El magistrado Roberto Rivas –que además es protegido del cardenal Miguel Obando, otrora fiero opositor de Ortega ahora convertido en su aliado– sufrió un golpe recientemente, cuando la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó una sorprendente reforma a la Ley Electoral, en la que se le restan funciones al presidente del Tribunal Electoral, y se las pasan al vicepresidente.
Rivas, en teoría, ya no manda en su otrora todopoderoso cuartel, aunque se mantiene en el cargo, según analistas consultados en Managua, para protegerlo, porque “sabe mucho” y puede ser un testigo peligroso para el régimen de Ortega. Roberto Rivas es acusado por la oposición de Nicaragua, organizaciones de la sociedad civil y el Gobierno de Estados Unidos de fraguar los fraudes electorales que le han permitido al presidente Daniel Ortega hacerse con todo el poder en Nicaragua. En las elecciones presidenciales de 2016, Rivas declaró a Ortega ganador con el 72% de los votos, en unos comicios en los que, según la oposición, la abstención fue superior al 70%.
El destape más reciente de la vida de lujo del magistrado lo publicó la revista de investigación Confidencial, de Managua, que en un reporte firmado por los periodistas Maynor Salazar, en Nicaragua, y Asier Andrés, en Madrid, documentó que una empresa ligada a los hijos de Roberto Rivas, Inversiones Generales Stinro SL, tiene como domicilio un chalet de 1.545 metros cuadrados de construcción, valorado en nuevo millones de euros y localizado en la Calle de Machaquito 3, en la zona de Conde Orgaz, un barrio exclusivo donde, según la misma publicación, han tenido casas Zinedine Zidane, el actual director técnico del Real Madrid, el exdelantero Raúl González Blanco o el portugués Luis Figo. La casa –con un costo de alquiler mensual de 12.000 euros– cuenta con todo lo necesario para “vivir bonito”, como indica el lema de Gobierno de Ortega: siete habitaciones, piscina, comedor para catorce personas y varios salones para visitas.
Rivas, sin embargo, tuvo que dejar la comodidad madrileña porque fue solicitado en Nicaragua. El cinco de enero pasado el magistrado arribó a Managua en un jet Gulfstream V, de la compañía luxemburguesa Lux Aviation, un servicio “todo incluido”, a un costo de entre 120.000 y 150.000 dólares. Rivas, su esposa e hijos viajaron con pasaporte diplomático. En Nicaragua le esperaba su pérdida de funciones en el Tribunal Electoral, pero también, según documenta la prensa nicaragüense, sus bienes de lujo, que en diferentes momentos han incluido tres jets privados a nombre de una de sus hijas y otros familiares, nueve vehículos de lujo, una hermosa casa veraniega en una de las playas más cotizadas de Nicaragua, a un costo de 835.000 dólares, una mansión en Managua y una finca cafetalera. Nada mal para un funcionario que ingresa un salario de 60.000 dólares anuales.
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