Meade: “Enfrentar los retos con viejas recetas no va a ayudar a México”
El precandidato del PRI a la presidencia habla del momento que vive México y de su principal rival en las elecciones, Andrés Manuel López Obrador
José Antonio Meade, de origen irlandés, de ahí el apellido, ha roto con la ortodoxia del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) al convertirse en el primer candidato a la presidencia de México que no milita en la formación. “El partido escogió la posibilidad de abrir ventanas y dejar que corra el aire”, asegura el excanciller y exresponsable de la economía del país, de 48 años, conservador, católico practicante, estudiante de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) antes de cursar una maestría en el ITAM, el laboratorio de la élite del país y doctorarse en Economía por la Universidad de Yale.
El PRI, que gobernó México durante 70 años, se decantó por su perfil técnico, poco protagónico, para mitigar su desgastada imagen por los altos índices de violencia y la corrupción descontrolada durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. Meade no quiere revelar aún cuándo le comunicó el presidente que sería el candidato, una elección criticada por el método, el dedazo propio de otros tiempos. “Entre el día 23 y el 27”, concede durante esta entrevista, celebrada el viernes en el sur de la Ciudad de México. Su nombre, no obstante, sonaba con fuerza desde agosto, cuando el PRI cambió sus estatutos para permitir que un simpatizante pudiese optar a la presidencia.
El único miembro del Gabinete de Peña Nieto que participó en el anterior Gobierno, de Felipe Calderón (PAN), se reconoce “abrumado” y consciente de que encara un proceso electoral largo y complejo hasta el 1 de julio de 2018. A la espera de que se concrete si el Frente Ciudadano por México –la coalición del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano- llegará unido al proceso, la única certeza es que el priismo quiere convertir las elecciones en un duelo entre Meade y el líder de todas las encuestas, el dos veces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Pregunta. El presidente resaltó el lunes la estabilidad económica que usted ha proporcionado al país. Más allá de lo relativo a la economía, ¿qué estabilidad o confianza le puede garantizar a una población hastiada, a las víctimas, por ejemplo, de los feminicidios o de las desapariciones?
Respuesta. Vayamos problema a problema. Con diálogo y disciplina. Hay muchos retos que México ha enfrentado muy bien y muchos temas que nos duelen, en los que es evidente que aún no hemos encontrado la solución. México tiene que mover su discusión, no puede buscar reinventarse cada seis años y denostar lo que hemos construido juntos. Hay que hacer un balance de dónde estamos bien y en dónde mal, para sentarnos a corregir los errores con ideas nuevas. Enfrentar los retos con viejas recetas no nos va a ayudar. Tenemos que asegurar que podamos salir seguros a la calle y que quien violente la ley pagará las consecuencias.
P. ¿Por dónde empezaría el cambio?
R. Tenemos que seguir mejorando la economía familiar, la seguridad y justicia. No podemos ser un país donde esta depende de quién eres, dónde naces o cuánto ganas.
La justicia en México no puede depender de quién eres, dónde naces o cuánto ganas
P. Habla de la necesidad de fortalecer las instituciones, pero ahora México, en materia de justicia, no tiene ni procurador general, ni fiscal general ni fiscal anticorrupción.
R. Ese tema nos ayuda a explicar lo que el país tiene que superar. A México le ha ido bien cuando ha dejado de discutir sobre las personas para hablar de las instituciones. Creo que si seguimos debatiendo de las personas como si de eso dependiera la solución, en vez de debatir sobre el futuro de las instituciones, no vamos a dar la solución que los mexicanos esperan.
P. En el caso de la fiscalía general, ¿ese debate se tiene que dar antes de las elecciones?
R. El país tiene que avanzar todos los días. Es mucho lo que está en juego si posponemos estos debates y los condicionamos a caprichos políticos. Ojalá encontremos la fórmula para dar a los mexicanos respuestas cada vez que podamos. Sujetar a un país al calendario electoral, pensar que el país se reinventa cada seis años, que dependa de revelaciones o profetas, es una mala idea. Este país, para ser potencia, tiene que ser un país de instituciones. Eso implica hacer primero el trabajo difícil, un buen diagnóstico y luego, a través del diálogo, llegar a consensos para que las instituciones tengan legitimidad y funcionen.
P. Se antoja una campaña larga y ruda. ¿Qué es lo que más le preocupa?
R. El reto más importante es mantenernos en el terreno de las ideas. El país se merece la posibilidad de contrastar planteamientos. Debemos alejarnos de las descalificaciones. Es fundamental que lo que presentemos sean alternativas, que en eso movamos la discusión para que el resultado sea un país en armonía, unido, reconciliado. Si caemos en una campaña de descalificaciones, de adjetivos, que haga de la división divisa, nos irá mal.
P. Usted ha ocupado cargos en dos Administraciones distintas, del PAN y del PRI, marcadas por una guerra contra el narcotráfico, casos de corrupción y altos índices de violencia. ¿Cómo va a convencer a los votantes de que es diferente de los dos presidentes con los que ha trabajado?
R. Los problemas no son de la Administración, son retos del país. Hay que asumirlos como tal y no caer en la simplificación de que son de una persona.
La visión de López Obrador impide la reconciliación de México
P. La corrupción es uno de los temas que más han dañado la imagen del país. López Obrador ha prometido que perseguirá a quienes estén involucrados en casos de corrupción…
R. No, lo que ha dicho Andrés Manuel es que [la corrupción] se va a corregir porque: “Yo soy yo”. Yo creo que lo que hay que hacer ver es dónde se falla, dónde hay opacidad para llevar transparencia y dónde falta de control para implementarlo. Con ese diagnóstico podremos cambiar las reglas del juego y asegurarnos que somos un Gobierno donde no hay un peso al margen de la ley. Eso va más allá de la voluntad de un hombre.
P. Pero, para que quede claro: ¿Usted está dispuesto a investigar casos de corrupción de esta Administración, involucre a quien involucre?
R. Es que me parece que caemos de nuevo en el planteamiento personal. Tenemos que movernos en un esquema en el que la pregunta no sea válida. Un esquema que funcione para todos, en donde el acceso a la justicia y a la rendición de cuentas sea igual para cualquier funcionario. Vamos a funcionar bien cuando la pregunta deje de tener mérito. Cuando alguien piensa: “El problema depende de” es que no entiende el problema de fondo.
P. Dice que López Obrador plantea que solo con su llegada a la presidencia se solucionará la corrupción, pero muchos han trasladado la misma idea de usted.
R. A mí me avala una trayectoria de vida congruente y consistente. Algo llama la atención si una persona sigue necesitando decir que es bueno para que alguien se lo crea.
P. El presidente dijo recientemente que la gente echa la culpa de todo a la corrupción. ¿Usted cree también que hay una percepción exagerada?
R. No. Creo que hay un reto que nos duele, que nos lastima. Donde un ciudadano sienta que hay un peso al margen de la ley tenemos que revisar qué hacer para que no suceda más.
P. Con su designación el PRI ha recuperado la cultura del dedazo, el destape, símbolos que habían quedado atrás en el imaginario mexicano. ¿Es el nuevo PRI más viejo que nunca?
México no puede reinventarse cada seis años
R. Yo hago una interpretación distinta. Lo que el PRI ha hecho es algo que no ha hecho ningún otro partido. Se ha abierto. Eso le da a la liturgia una nueva interpretación. Es una liturgia moderna y audaz, inédita. Implica una renovación.
P. Usted es el primer candidato presidencial del PRI que no milita en el partido.
R. El primer candidato a la presidencia que no pertenece a un partido. Punto. No hay otro que haya invitado a este diálogo con un simpatizante. Ciertamente no se hace en Morena, donde la carta de naturaleza la da el dueño. Y en el Frente Ciudadano lo único que está fuera del proceso es el ciudadano.
P. Lo decía porque la marca del PRI está mucho más dañada que la suya . ¿Cómo se va a imponer? ¿Quién se va a comer a quién?
R. La marca que está dañada, no solo en México, sino en el mundo es una donde sociedad y gobierno, partidos y ciudadanos han puesto distancia. Lo audaz para superar la distancia es la apertura. Si las personas se dejan de hablar, de ver, de interesarse por el otro, se genera desconfianza. Lo que hoy implica un cambio es decir: “Vamos a platicar, vamos a sumar, vamos a abrirnos e implica una forma distinta de hacer política”.
P. Su candidatura ofrece al PRI la oportunidad de atraer votos tanto de la derecha del PAN como de la izquierda moderada del PRD. ¿Hacia dónde tiene que girar más el PRI?
R. El dilema no está en desdoblarse a la izquierda o a la derecha, es desdoblarse al ciudadano, para que recupere confianza porque se siente excluido. El desdoblamiento más importante tiene que hacerse hacia el diálogo.
P. ¿Cree que van a ser unas elecciones con tres contendientes –PRI, Morena y el Frente Ciudadano -, cuatro –PRI, Morena, PAN, PRD- o un mano a mano entre usted y López Obrador?
R. Más allá de que sean dos, tres o cuatro, va a terminar siendo una elección que voy a ganar yo.
La corrupción en México no es un problema solo de una persona o un Gobierno
P. ¿Qué le parece el Frente Ciudadano por México?
R. Me parece que cuando lo único que vincula es el afán de poder hace que la construcción de unidad se dificulte.
P. ¿Usted realmente cree que López Obrador es un peligro para México o ese discurso ya está agotado?
R. No lo creo yo. Cuando nos movemos en un mundo en el que regresamos al caudillo y a la definición unipersonal, alejándonos del que nos ha costado mucho construir, no es una buena noticia.
P. Pero yo le pregunto por lo que opina usted. ¿Lo cree?
R. La visión es lo que me parece peligrosa. Esa visión de un México dividido, de un México confrontado, que impide una reconciliación y abona desconfianza. Quien hace del "ellos y nosotros" una forma de consolidar su proyecto no le hace bien al país.
P. La posible ruptura del TLC se producirá en medio de la campaña electoral. ¿Cómo cree que puede influir?
R. El escenario central es que tenemos que ser capaces de alcanzar una solución que sea benéfica para una región norteamericana dinámica y competitiva.
P. ¿Cuáles son sus referentes internacionales?
R. México tiene la posibilidad de construir sus propias soluciones. Tenemos claro cuál es el rumbo. Somos un país con un gran pasado, un presente muy vigoroso, que está en capacidad de enseñar su futuro.
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