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La elección del candidato presidencial pone en vilo al PRI

Unas declaraciones del canciller Videgaray respaldando a José Antonio Meade generan más incertidumbre e inquietud entre los aspirantes ante la próxima decisión de Peña Nieto

J. LAFUENTE
Enrique Peña Nieto, esta semana, durante el encuentro con su homólogo eslovaco, Andrej Kiska.
Enrique Peña Nieto, esta semana, durante el encuentro con su homólogo eslovaco, Andrej Kiska.José Méndez (EFE)

La elección del candidato del PRI que aspirará a suceder a Enrique Peña Nieto como presidente de México tiene en vilo a la política mexicana. No solo al partido gobernante, en el que cada gesto o declaración es escrutado al milímetro y genera sobresalto en los aspirantes; también en el resto de formaciones, que aguardan la decisión del mandatario, previsiblemente en los próximos días, para determinar las suyas.

La última señal que ha disparado las especulaciones ha llegado del canciller, Luis Videgaray, una de las personas más próximas a Peña Nieto. En un acto ante el cuerpo diplomático acreditado en México el miércoles, Videgaray llenó de elogios al secretario de Hacienda, José Antonio Meade, uno de los aspirantes a optar a la presidencia, acaso el nombre que con más fuerza ha sonado en las últimas semanas. El canciller celebró la “trayectoria impecable de Meade” y destacó su “patriotismo, inteligencia y amor” por el país.

“Con él, México tiene rumbo y claridad”, añadió el canciller, una frase que no pocos han interpretado como el 'destape' del hombre fuerte del presidente al responsable de la economía mexicana. También, dadas las circunstancias, puede significar todo lo contrario. Desde el entorno de Meade se ha tratado de rebajar la trascendencia de las palabras del canciller, atribuyendo a la amistad que les une desde hace décadas los elogios, que, no obstante, se han repetido en los últimos meses. Ya antes del verano, Videgaray tuiteó una foto junto a Meade con el mensaje: “Como desde hace casi 30 años, caminando juntos”.

Las declaraciones del canciller de este miércoles llegan, sin embargo, en una coyuntura distinta. Las fuentes consultadas dentro del PRI dan por hecho que Peña Nieto anunciará al candidato a sucederle en cuestión de días, para así tratar de apaciguar la guerra interna en la formación tricolor, limar distancias en las encuestas con el principal aspirante, Andrés Manuel López Obrador e iniciar desde ya una campaña que se avecina ruda y en la que la imagen del partido gobernante está muy golpeada por la corrupción y la impunidad instalada en México.

Tras el revuelo por las palabras de Videgaray, este jueves, Peña Nieto echó más leña al fuego de las conjeturas al asegurar: "Yo creo que andan bien despistados todos, el PRI no habrá de elegir a su candidato a partir de elogios o aplausos. Creo que son muchos los servidores públicos que tienen trayectoria y méritos".

A favor de Meade, que se ha mostrado muy cauto a la hora de hablar de sus aspiraciones aunque no las ha ocultado, está el haber sido el único miembro del Gabinete de Peña Nieto que participó en un gobierno panista, el de Felipe Calderón, de quien fue también responsable de Hacienda. Los poderes económicos lo consideran el candidato ideal y un garante de estabilidad. En su contra está, precisamente, el no ser un miembro del partido, que se ha visto obligado a permitir que alguien que no sea militante pueda optar a ser el candidato del PRI, lo que no ha sentado bien en algunos sectores del tricolor. 

Otro de los nombres en boga es el del secretario de Educación, Aurelio Nuño, quien no ha dejado de exhibirse últimamente, aunque su discurso haya sido prudente. “Estamos a la espera del humo blanco”, se limitaba a decir recientemente en un encuentro con corresponsales, en el que hizo especial énfasis en la reforma educativa -que él ha liderado- como principal bandera del partido de cara a la próxima campaña.

Además de la prudencia en sus palabras, si en algo coinciden Nuño y Meade es en que las encuestas no les ubican como los preferidos por los votantes, lo que ha levantado ampollas en otro de los aspirantes con más opciones, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. En todos las consultas sale como el mejor parado del partido, el único que se acerca a López Obrador. En su entorno consideran que es motivo suficiente para haber recibido más halagos. De hecho, los elogios hacia su figurado han sido escasos en las últimas semanas. Como ocurre con el candidato izquierdista, Osorio tiene una percepción negativa entre los votantes mucho más alta que otros miembros de su partido. Además, sobre él pesa ser el responsable de la política de seguridad del país en un año en el que la violencia se ha descontrolado: 23.968 asesinatos en los diez primeros meses, 2,764 solo en octubre. Todo ello le ha escorado y ha hecho que en la dirigencia del partido y en el torno del presidente se le vean más contras que pros a su posible candidatura. “Osorio va a dar la batalla hasta el final”, insistía un alto dirigente del PRI esta semana.

La baraja de aspirantes, salvo sorpresa mayúscula de última hora, la completan el secretario de Salud, José Narro; el de Turismo, Enrique de la Madrid, hijo del expresidente Miguel de la Madrid y, en menor medida, el exgobernador del Estado de México Eruviel Ávila.

La decisión del aspirante del PRI no solo tendrá repercusión en el partido gobernante, hegemónico durante más de siete décadas hasta que cedió el poder al PAN durante 12 años (2000-2012), para lograr de nuevo recuperarlo con la victoria de Peña Nieto. El Frente Ciudadano por México, la amalgama que forman el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano vive inmerso también en una batalla por definir a su aspirante presidencial, un terreno en el que tiene mucho ganado el líder del PAN, Ricardo Anaya. Como si se tratase de un combate de boxeo, el PRI y el Frente observan cuidadosamente los movimientos del otro para tratar de asestar un golpe que deje noqueado a las primeras de cambio al rival. Olvidándose, da la impresión, de que hay un tercero en liza, el primero en todas las encuestas: López Obrador.

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Sobre la firma

J. LAFUENTE
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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