Monopolios naturales
Odio e hipocresía en Venezuela
En Venezuela, las telecomunicaciones, la energía, los ferrocarriles y otros servicios esenciales son provistos por empresas públicas. Como en tantas naciones, dichas actividades han sido históricamente responsabilidad del Estado. Ello debido a la magnitud de la inversión, la gestión y el riesgo, lo cual requiere desarrollar economías de escala. El concepto técnico es por tanto el de "monopolios naturales".
Sin embargo, otro monopolio acaba de ser legislado. La Asamblea Nacional Constituyente—de por sí espuria de origen, fraudulenta y rechazada por la sociedad venezolana tanto como por la comunidad internacional—acaba de establecer penas severas contra la incitación al odio. Esto de acuerdo a una supuesta "Ley contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia".
No es difícil imaginar los caprichos del autoritarismo. A partir de ahora el régimen usará dicha norma para criminalizar la crítica, el disenso y, en última instancia, la libertad de expresión. Los llamará "odio".
La farsa jurídica tuvo lugar el miércoles 8. Y ese día, como cada miércoles, Diosdado Cabello conduce "Con el mazo dando", programa de televisión en el que insulta, humilla, denigra y amenaza a voluntad, sin preocuparse por las posibles consecuencias derivadas de la nueva ley. De ahí que en Venezuela los jerarcas sean impunes y el odio, otro monopolio natural del Estado.
Natural a una dictadura con una concepción obscena del poder, esto es. Cabello es caso de estudio pues, además del odio, se burla de los dirigentes de la oposición sin discriminar entre ellos. Esto quiere decir, sin diferenciar entre los que se oponen de verdad y los que lo hacen nominalmente, aquellos que le son funcionales. Su pretendida sátira es grotesca pero sagaz como estrategia. Confunde a la comunidad internacional, al otorgar un manto de legitimidad a supuestos opositores que en definitiva son sus aliados, aquellos que normalizan la dictadura.
Entra en escena la MUD, operadores de un régimen que se ha ido convirtiendo en sistema de partido único frente a nuestros ojos, pues la línea que separa oposición de oficialismo se ha hecho paulatinamente más difusa. Venezuela se parece cada vez más al Nuevo Orden de Suharto, dictador de Indonesia que entre 1966 y 1998 gobernó con un sistema de partidos competitivos que respondían a él y siempre lo reelegían. Alcanzan los dedos de una mano para contar los dirigentes auténticamente opositores en esta Venezuela.
Mientras estos menesteres pseudo legales ocurrían, la MUD—lo que queda de ella—trabajaba laboriosamente en pos de otro encuentro en la República Dominicana para dialogar con el gobierno. Es un diálogo insincero, una transacción por la cual se libera a aquel preso que acepte ser candidato en elecciones fraudulentas, jamás al que denuncia dicho fraude. Diálogo que siempre resurge para darle oxigeno al régimen cada vez que aumenta la presión internacional.
Diálogo necesario hoy al borde del default, es época de intranquilidad en el frente externo. Esta misma semana se emitieron nuevas sanciones contra funcionarios venezolanos por parte de la Unión Europea y del Tesoro de Estados Unidos. Macri, a su vez, exhortó a Trump a imponer un embargo total a las exportaciones petroleras de Venezuela. Y en Buenos Aires se discute la posibilidad de sancionar a jerarcas del régimen congelando sus activos en Argentina. Siguiendo a Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, Argentina sería el primer país latinoamericano en hacerlo.
Pero además agréguese que una nueva sesión de audiencias tendrá lugar en la OEA, bajo el proceso de documentación en curso acerca de posibles crímenes de lesa humanidad, y que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas recibirá al Secretario Almagro este lunes. Esto último bajo la "Fórmula Arria", creación de un ilustre diplomático venezolano, Diego Arria, la cual autoriza al Consejo a invitar a agentes externos para conversar sobre temas de importancia.
Sutil paradoja que la creación de un venezolano, pensada durante el genocidio en la ex Yugoslavia, se use ahora para examinar la crisis de Venezuela, donde un narco-régimen criminal amenaza la paz y la seguridad hemisféricas.
No es como lo ve la supuesta oposición. Así como en el pasado intercedían ante el congreso y gobierno de Estados Unidos para frenar las sanciones, pues hoy lo hacen para suspender la sesión en Naciones Unidas. El propio Arria ha revelado los nombres de quienes han hecho gestiones para que la tragedia de Venezuela no se discuta en dicho foro. La MUD hace rato que funciona como cancillería paralela.
Es que Maduro sabe bien a quien temer. Al cabo de dos años y medio al frente de la OEA, los reportes de Almagro son el documento indispensable, el informe obligatorio sobre la dictadura y sus crímenes. El régimen no se vería muy bien si Almagro deja sus 330 páginas, un verdadero "Nunca Más", en manos del Consejo de Seguridad. Para que eso no suceda es que también trabaja la MUD.
Se sabe hace tiempo quién tiene el monopolio del odio en Venezuela. Comienza a descubrirse ahora dónde habita el monopolio de la hipocresía.
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