No miró a los ojos de los mexicanos
Trump llegó a México, entró en palacio e hizo lo esperado: vender crecepelo
Los pronósticos se han cumplido. Con la inexorabilidad que caracteriza desde sus albores al fenómeno Trump, el magnate estadounidense aterrizó en México, entró en Los Pinos e hizo lo que se esperaba de él, es decir, lo que le vino en gana. Para lograr sus objetivos, no tuvo que insistir en sus exabruptos contra los mexicanos. Ni siquiera defenderlos. Simplemente le bastó con no pedir disculpas a un pueblo al que ha pisoteado sin piedad en su búsqueda del poder. Ese fue, para mal de México, su éxito. Se subió a la tribuna y, aparte de vaporosas apelaciones a un “diálogo constructivo”, dejó sin rectificar el daño hecho.
El motivo es fácil de adivinar. Su viaje relámpago a México no fue más que una extensión de su contienda electoral. Reunión y mitin rápido destinados a mejorar su imposible imagen de hombre de Estado. Que sus votantes lo hayan tenido en cuenta, aún es pronto para saberlo. Pero de lo que no hay duda es de que si hubo algún triunfo, en ese miércoles amargo, lo recogió Trump.
En eso fue hábil. Peña Nieto, con su sorprendente invitación, le brindó una oportunidad inesperada y que ahora debe estar siendo revisada en Los Pinos. Si el presidente buscaba afirmar su imagen internacional y rebajar la tensión con el enemigo político número uno de México, el tiro le salió errado. Fue Trump quien se apoderó, aunque sólo por unos minutos, de la vitola de estadista (que jamás tuvo) y quien además lanzó horas después en Arizona una bomba de relojería al menospreciar nuevamente a Peña Nieto y afirmar: "México no lo sabe aún, pero pagará el muro al 100%".
Posiblemente el espectáculo podría haber sido aún peor. O haberse librado de otro modo. Pero lo cierto es que Trump hizo campaña en México sin mirar tan siquiera a los ojos de los mexicanos. Citado por el presidente, se zafó de su responsabilidad, vendió un poco de crecepelos y dejó al verdadero destinatario de la reunión, a ese puebo humillado por sus insultos, fuera de la sala de prensa, a la intemperie. México no le importó nada.
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