México acoge a un grupo de estudiantes sirios para que completen sus estudios
Dos jóvenes sirios de 24 y 28 años huyen del infierno de la guerra para terminar la universidad
Thamer Abou Mansour, de 28 años, no quería ser el tipo de refugiado que llega a Europa. Cuando todo estalló en Siria, él estudiaba Economía en Damasco y comprendió rápido que aquello nunca sería una revolución pacífica. Huyó de su país a finales de 2012, como muchos jóvenes, por el miedo a ser reclutado y obligado a matar. Esta semana ha llegado a México, junto con Hazem Sharif, de 24, con la esperanza de retomar la vida que quedó enterrada hace cuatro años por el infierno de la guerra.
Los dos llegan dentro de un proyecto mexicano ideado para rescatar, al menos, a 30 estudiantes sirios que abandonaron la universidad por la necesidad imperante de sobrevivir. A través de donaciones, reúnen el dinero necesario para el billete de avión, una pensión mensual y un seguro médico. Las universidades de diferentes Estados del país se hacen cargo de las matrículas. El Gobierno sólo facilita los visados de estudiante. No vienen como refugiados, puesto que sería un trámite mucho más complejo y largo, cuentan. El proyecto Habesha tiene promotores como el famoso actor mexicano Luis Gerardo Méndez y lo ha apoyado el filósofo español Fernando Savater.
Sharif está convencido de que la educación de los jóvenes es la única esperanza para un país en ruinas. "Hay muchos niños que sólo han conocido la guerra, no saben lo que es vivir en paz. Pueden explicarte todo sobre las armas. La guerra ocupa todo su imaginario", explica desde un piso que le han prestado para pasar unos días en la Ciudad de México antes de ir a Aguascalientes, donde continuará sus estudios de gestión empresarial. "Algunos países ayudan a Siria con armas o con soldados, México es el primer país del mundo que ofrece una ayuda real al país, para su futuro".
Cuando Sharif habla de México se refiere en todo momento a los mexicanos que lo han sacado de su vía crucis como refugiado, no del Gobierno, a quien la guerra o la crisis de los refugiados que vive Europa le queda muy lejos. "México es un país que acogió a miles de refugiados en el siglo pasado que venían huyendo de dictaduras y creo que es importante recordar que entre ellos vinieron grandes científicos y gente que aportó mucho a este país", cuenta el actor mexicano Luis Gerardo Méndez con el objetivo de impulsar las donaciones.
La empresa donde trabajaba Abou Mansour quebró en 2012 y se fue a Líbano con la intención de continuar con su vida. Al sur de Siria se quedó su familia. "No fue fácil porque la vida en ese país es muy cara y es complicado que te contraten siendo sirio. Los libaneses no son muy amables con nosotros", cuenta. Consciente del cierre de fronteras europeas y de los riesgos que corría como refugiado, buscó otras opciones. En su país natal se ha quedado su madre, su hermana y dos hermanos pequeños. "Los únicos a quienes el Ejército no puede llevarse", asegura. El resto de sus hermanos tuvo que escapar como él.
Sharif también salió de su país al poco de comenzar la guerra. Hizo todo lo que pudo para seguir estudiando en Irak, pero acabó ayudando a los compatriotas que llegaban en masa a los campos de refugiados. No había oído hablar de México en su vida, confiesa. "Lo que me hizo venir aquí es que vi que los mexicanos eran los únicos que habían comprendido que si se logra formar a doctores, arquitectos o científicos, habrá esperanza para Siria", explica.
Con ellos, ya son cuatro los sirios que ha acogido el proyecto desde su fundación hace dos años. Los dos responden rápido cuando se les pregunta si tienen pensado volver. "Cuando todo pase tenemos la obligación de regresar y reconstruir lo que la guerra ha dejado", explica Abou Mansour.
Omar Qayson, de 19 años, sigue en Siria. Aprende sobre México bajo los bombardeos y sueña con ser periodista. "Pero las guerras destruyen los sueños de los jóvenes", remata. El objetivo de la asociación es reunir lo suficiente para acogerlo a él y a otros 25 más para poner su grano de arena en un conflicto que ha dejado 250.000 muertos y más de un millón de desplazados.
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