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Cartas de Cuévano
Columna
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El traidor se va en silencio

Abe Vigoda ha muerto pero el personaje que lo hizo más famoso queda grabado en las pantallas e incluso en un videojuego

Antes de morir, Vito Corleone le advierte a su heredero Michael que quien se le acerque buscando una reunión con la banda enemiga conformada por la familia Tataglia será el traidor. Dicho y hecho, en el entierro de Vito –contra toda sospecha—Salvatore Tessio se le pega a la oreja y le dice que sería conveniente intentar acuerdos no sólo con Filipo Tataglia, sino también con Emilio Barzini, en una cumbre de familias que habría de repartirse el mundo ya sin Don Vito. Tessio incluso sugiere que la reunión sea en su casa para garantizar la seguridad de Micahel, el heredero, el consentido, el inteligente por encima del tartamudo y miedoso Fredo y el hermano menor que quedaría destinado al timón de la Familia desde el asesinato del primogénito Santino.

En la novela de Mario Puzo hay párrafos elaborados con tinta de insinuación pura que permiten al lector saborear en la saliva el incierto sabor de la ironía, la hiel de la incertidumbre y la traición. Tessio había sido uno de los dos primeros y mejores amigos de Corleone (en realidad, llamado Andolini) al llegar al Nuevo Mundo y junto con Peter Clemenza crearon el trío del terror sobre el que fundarían el imperio de su mafia. Tessio era capo de confianza, (Tom Hagen el hermanastro no puede imaginar que sería traidor), pero Michael sabe perfectamente que los Tataglia lo eligieron para ser el Judas por ser inteligente. El traidor es el inteligente, dice Michael, minimizando a Clemenza por menso.

En realidad, quien se va hoy en silencio es el actor Abe Vigoda, nacido en Brooklyn en 1921 y destinado no sólo para el papel de Salvatore Tessio (que regenteaba el Embassy Club de los Gangsters precisamente en Brooklyn y en la novela), sino muchos otros papeles que exigían la inteligencia sutil y la voz cascada de un actor con toda la barba. A mi generación de televidentes convencidos nos deja un recuerdo intacto en su papel del Sargento Phil Fish en la teleserie Barney Miller, cuyo éxito le mereció tener su propia serie Fish, donde se debatía del otro lado del escritorio como policía de los buenos en constante acoso y derribo de maleantes en Manhattan.

Vigoda se ha retirado de este mundo en silencio. Ya lo había logrado, viviendo los últimos años de su vida en New Jersey, alejado de Hollywood y la farándula, traicionando por así decirlo la era donde el triunfo de la banalización de toda trivialidad, la ponderación pública de todas las selfies, la hueca opinionitis aguda de todo aquel que se cree con voz, demuestra que no es más inteligente que un Barzini.

Tanto en la novela como en la gran película que se divide en tres partes bajo el título de El Padrino, Michele Corleone ---y un difícilmente convencido Tom Hagen—dejan en silencio que Salvatore Tessio coordine la supuesta reunión de la pipa de la paz con los Tataglias; Tessio acude a la casa Corleone (en realidad, fortaleza) para llevar él mismo a Michael en su coche, pero al quedar rodeado por sicarios de sombreros de ala ancha y sentir la mano de Willi Cicci sobre el hombro, informándole que Michael irá por su lado y en otro vehículo, Tessio descubre en silencio que ha sido descubierto. Consciente de su cadalso, le insiste a Tom Hagen que se sepa que su traición no fue nada personal, sino estrictamente una cosa de negocios… y en silencio, sin que Tom Hagen pueda interceder por él se lo llevan para ejecutarlo.

Ha muerto un actor, pero el personaje que lo hizo más famoso queda grabado en las pantallas e incluso en el video juego que reproduce su voz, pero de una callada manera ha servido para que estos párrafos recuerden para nunca olvidar que los traidores son los que se creen más inteligentes, los que reniegan del pretérito donde fincaron sus verdaderas alianzas y los que al filo del abismo, sin retortijones ni gritos, se entregan al destino de su muerte que ellos mismos apostaron en silencio.

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