Maduro advierte de una confrontación si la Asamblea rechaza la Emergencia
El presidente de Venezuela dijo que, de no aprobarse el Decreto de Emergencia Económica que introdujo ante el parlamento, se generaría un conflicto de poderes
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, vaticinó este martes una “confrontación” si la Asamblea Nacional (AN), de mayoría opositora, no aprueba por unanimidad el Decreto de Emergencia Económica que introdujo la semana pasada ante el parlamento. Dijo tener la información de que mucha gente estaría “haciendo lobby para que la AN me niegue la aprobación” y se genere un conflicto de poderes como el que se insinuó la semana anterior entre el legislativo y el Tribunal Supremo.
El mandatario venezolano hizo estas afirmaciones durante el acto de juramentación del Consejo Presidencial de Economía Productiva, un ente asesor de 45 personas dirigido desde el Poder Ejecutivo pero que agrupa a empresarios afines al régimen, representantes de organismos del Estado y de otras fuerzas vivas.
El evento, transmitido a todo el país en cadena nacional de radio y televisión, se celebró en el teatro Teresa Carreño de Caracas, revestido de los fastos de una gala. Una gran expectativa lo rodeaba, pues se esperaba que fuera la ocasión para el anuncio de medidas económicas, como el aumento en el precio de los combustibles en el mercado interno, que parece inminente.
No obstante, Maduro optó por hacer de nuevo un diagnóstico de la situación, que volvió a calificar de “catastrófica”, aunque sin aceptar responsabilidad alguna en su génesis: dijo que se trata del producto de la guerra económica que se libra contra su gobierno y de la naturaleza de una crisis sistémica del capitalismo. Delegó en el vicepresidente Aristóbulo Istúriz la tarea de dar a conocer este miércoles “algunas medidas”.
Aunque, según recordó, desde comienzos del año pasado viene trabajando en la recuperación de los precios internacionales del petróleo, afirmó que ha llegado la hora de “tomar las riendas” del mercado de la energía. Venezuela ha perdido durante 2015 hasta 70% de sus ingresos en divisas como consecuencia del desplome de la cotización del crudo.
Maduro reveló que este martes conversó por teléfono con el presidente de Irán, Hasán Rouhani, con quien habría acordado establecer una estrategia conjunta para plantear a los productores mundiales de petróleo, adscritos o no a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), y enfrentar la crítica coyuntura del mercado. El régimen de los Ayatolas es un viejo aliado del chavismo, pero ahora Venezuela teme que la reincorporación de la producción petrolera iraní a los mercados, tras el cese de las sanciones internacionales contra Teherán, motive un superávit de volúmenes y una guerra de precios que termine por agravar los problemas de caja para el Gobierno de Caracas.
Poniendo la mejor cara a los malos tiempos, Maduro insistió en dibujar la actual crisis económica de Venezuela como una oportunidad para sustituir “el modelo rentista dependiente del petróleo”. Su plan, que incluye la declaración de la emergencia económica., tiene por meta “atender la emergencia de la crisis y echar las bases para una nueva economía productiva”. Pero con la mayor tasa inflacionaria del planeta, que ya colinda con la hiperinflación, un déficit de más de 20 puntos del PIB y una escasez pertinaz de productos de consumo básico e insumos industriales, los tiempos no parecen favorecer esta vez al heredero de Hugo Chávez, que reconoció que la presente crisis pone en riesgo “el orden social y político del país”.
Este martes la Asamblea Nacional inició el debate en torno al Decreto de Emergencia Económica. Para la discusión el parlamento ha prometido que llamará a interpelación a los ministros del área económica y al presidente del Banco Central. El plazo para que el legislativo apruebe o rechace el Decreto vence el próximo viernes, sin posibilidad de hacerle modificaciones, según la Constitución nacional. No luce probable que la nueva Asamblea Nacional, con su mayoría opositora recién conformada, se avenga a aprobar un decreto que en el papel arrebata al parlamento algunas de sus facultades para entregárselas al Ejecutivo, y que otorga al Gobierno la potestad de confiscar medios de transporte y producción en determinadas condiciones.
Aunque el presidente Maduro trató de adoptar el tono moderado que se ajusta a un llamado al diálogo –el diálogo que plantea in extremis a los empresarios y a la oposición-, reservó una parte de su discurso para dirigir duras palabras de censura contra el Gobierno de España. La víspera, el ministro español de Relaciones Exteriores, José Manuel García Margallo, anunció que trasladaría al Consejo de la Unión Europea reportes sobre la grave situación de la institucionalidad democrática en Venezuela, en referencia a los intentos del oficialismo por restar poder a la recién electa Asamblea Nacional de mayoría opositora. “Se trata de que Gobierno y Asamblea respeten los papeles que tienen atribuidos en la Constitución porque ése es el primer paso, el respeto al Estado de derecho, a la separación de poderes, para una auténtica reconciliación nacional”, declaró García Margallo el lunes.
Ante las expresiones del canciller español, Maduro desde Caracas aconsejó al presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, ocuparse “de sus problemas, que nadie aquí se mete en España, respetamos y queremos a España, pero que nadie se venga a meter aquí”.
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