Jamie Dornan: “Valoro más el tiempo que el dinero. Mi madre murió a los 50 años. No solo quiero trabajar”
Debutó como actor en la ‘María Antonieta’ de Sofia Coppola, se hizo mundialmente famoso con la saga ‘50 sombras de Grey’ y se ha consagrado con proyectos como ‘Belfast’ o ‘The tourist’. Hablamos con uno de los pocos modelos que han conseguido ser respetados como intérprete
La primera impresión que da Jamie Dornan (Holywood, Irlanda del Norte, 42 años) es reconfortante. Es obvio que es un tipo guapo. Pero no se toma demasiado en serio a sí mismo y, de forma bastante entrañable, está dispuesto a lanzarse a por la comida.
Nos encontramos en un estudio fotográfico del norte de Londres, esperando nuestras tostadas. La de Dornan sale disparada con tanto ímpetu que el pan, un poco quemado, traza un arco por la sala y aterriza bajo una mesa cercana. Sin dudar ni un instante, el actor se arrodilla en busca de la rebanada voladora; la recoge, sopla y la devuelve a su plato. “Si no han pasado tres segundos, no cuenta”, ríe, mordiendo la corteza, el protagonista de la trilogía 50 sombras de Grey o de Belfast.
Más tarde, Dornan entra al plató con unos voluminosos pantalones grises de punto de Loewe, firma de la que es embajador. Son tan anchos y pesados que rozan lo apayasado, y tiene que avanzar arrastrando los pies como un torpe patinador sobre hielo. “No sé si me los pondría para ir de compras, pero son atrevidos, que nunca viene mal”, dice. El equilibrio entre el lujo impactante y la masculinidad alternativa de la prenda le viene como anillo al dedo: recostado en una silla, con los pantalones remangados hasta las rodillas, Dornan exuda carisma. Está acostumbrado. Modelo en su juventud, el hoy actor protagonizó, a principios de este siglo, exitosas campañas para gigantes de la moda como Dior, Hugo Boss o Calvin Klein. En 2015, Vogue lo incluyó en su lista de los mejores 25 modelos masculinos de la historia. Pero Dornan nunca termina de estar conforme: “Sinceramente, me siento incómodo cuando me sacan fotos”.
¿De verdad? ¿Por qué? Es lo que le pasa a la mayoría de la gente, lo extraño es no estarlo.
Sí, pero no imaginaba que a usted también. Sobre todo cuando ves cómo quedan las fotos. No quiero verlas.
¿No? No especialmente. No puedo evitar el resultado, pero odio el proceso. Cuando empecé como modelo, todavía era la época de las polaroids y había mucha más confianza mutua.
Se encuadraba en la cámara, no en posproducción. Ahora, sobre todo si haces una campaña publicitaria, el equipo para y se monta un juicio asambleario después de cada foto. La confianza ha desaparecido. Me parece muy triste.
Hábleme de su relación con Loewe. Ha dicho que encajan bien. Me siento cómodo con [el director creativo] Jonathan Anderson. Somos del mismo rincón del mundo, y enseguida encajo con gente que tiene un trasfondo o una experiencia similares a las mías. Iba a decir que sonamos igual, pero creo que se pone más norirlandés cuando está conmigo. Su acento ahora es distinto.
Dornan vuelve a la sesión. Suena de fondo Beautiful Boy, la balada sobre la paternidad de John Lennon, y adopta un gesto tierno. A continuación, Frankie Valli canta Can’t Take My Eyes Off You, y entra en modo seducción. Es esta mezcla de intensidad y vulnerabilidad, o su habilidad para pasar de un papel a otro —desde el taciturno Christian Grey a personajes más matizados como el protagonista sin memoria de El turista—, la clave de una carrera, a estas alturas, consolidada. En The Fall, Dornan recibió elogios por su interpretación del asesino en serie Paul Spector, una personalidad compleja y profundamente perturbada. ¿Cómo logra un atractivo exmodelo desafiar las expectativas y resultar convincente en un papel que exige tantos matices? “Leí muchos libros oscuros y traté de introducirme en la mente de un personaje así, comprender qué le hace sentir tanto odio. A menudo es una serie de sucesos en su infancia, pero no siempre. En el caso de los asesinos en serie, suele tener sus raíces en algún tipo de abuso sufrido de niño. Pero, Dios, ¡no podría estar más lejos de mí como persona!”.
El fotógrafo David Sims dice que usted es una de sus personas favoritas del mundo. ¿Ah, sí? David es un genio. Qué bonito, teniendo en cuenta la cantidad de gente que ha conocido. Soy irlandés y me cuesta... bueno, en general, como isla, nos cuesta aceptar cumplidos.
¿Por qué? No sé, por alguna razón nos da vergüenza. Crecí en un ambiente donde tener ego estaba muy mal visto. Comentarios como el de David podrían hacer que se te suban los humos, y eso está prohibido. Aunque, de cuando en cuando, los cumplidos vienen de tan alto lugar que habría que estar loco para no aceptarlos y dejar que te conmuevan.
“No soy ese niño que creció con el sueño de ser actor. Es mi objetivo principal, pero no es lo único que quiero hacer”
¿Ser escéptico es un rasgo norirlandés? Creo que hay un escepticismo innato en mí y en la gente con la que crecí. No estoy seguro de dónde viene. No sé qué es, pero lo reconozco. En nuestra contra, diré que tenemos un poquito de miedo al cambio. Tenemos una mirada un poco retrógrada que puede ser problemática. Y creo que en parte es por culpa del miedo.
¿Cómo reacciona la gente cuando vuelve a casa? Nunca me he alejado demasiado de Belfast, me he esforzado por mantener vivo el vínculo. Puede que no viva allí desde hace 23 años, que me haya casado con una inglesa y que tengamos tres hijos pijos ingleses, pero al final tampoco importa tanto. Tengo una casa en mi tierra y la mayoría de mis colegas siguen allí. No he perdido ninguna de mis amistades porque mi trabajo les da un poco igual, no me aporta ningún caché ante ellos. Me gustaría pensar que he sido respetuoso con mi hogar... Aunque no diría que he ondeado la bandera, porque el tema de las banderas es un asunto controvertido allá de donde provengo. ¡Ja!
¿Se siente irlandés o británico? Siempre me han dicho que soy irlandés, pero igual mi vecino piensa lo contrario. Son las complejidades de ser de allí. Obviamente, no es un sitio fácil.
Estamos viviendo un auténtico renacimiento irlandés en el mundo de los actores. ¡Y tanto!
¿Los conoce? Conozco a Paul [Mescal], Barry [Keoghan] y Cillian Murphy. A Andrew Scott lo conozco hace mucho. Todos compartimos un vínculo muy bonito, de apoyo y de orgullo recíproco. Puede ser una mirada de complicidad en una habitación. Si piensas en los últimos cuatro o cinco años, desde Belfast a Almas en pena de Inisherin, ahora todo es muy diferente comparado con cuando yo empecé. Recuerdo que Cillian dijo que, cuando él era pequeño, los únicos que hacían dinero del cine y la tele en Irlanda eran Liam Neeson y Jim Sheridan. Ahora están saliendo generaciones enteras, chavales metidos en proyectos fuertes, así que es muy emocionante ver cómo evoluciona.
A pesar de la confianza en sí mismo que parece tener cuando entra en el estudio solo, sin séquito, o posando ante la fotógrafa, Dornan reconoce haber padecido ataques de ansiedad. “Creo que es bueno tener un poco de miedo”, confiesa. “Estoy a punto de empezar un nuevo proyecto, quizás una de las cosas más grandes que haya hecho, y este es justo el momento en el que me suelo encontrar hecho trizas”.
El miedo es una forma de impulso, ¿no? Totalmente. Creo que es bueno estar preocupado y tener algo de miedo, de lo contrario iríamos por la vida flotando a la deriva. Acabo de terminar de rodar una serie de Netflix llamada The Undertow. Ha sido el trabajo más largo de mi vida, y me atrevería a decir que el más duro. Interpretaba a unos gemelos, así que tuve que asumir dos papeles. Seguramente se estrene a finales de año.
¿Y la idea de que los actores de hoy en día son perfiles polifacéticos, que ya no están sentados esperando la llamada del productor para salir de la cama? ¿Se incluiría usted en esa categoría? Es cierto que me traigo otras cosas entre manos. Tengo proyectos con Loewe y con Coca-Cola, entre otras, además de ser actor. Sonará tópico, pero no quiero limitarme a hacer solo una cosa. No soy ese niño que creció con el sueño de ser actor. Sí, es mi objetivo principal, y me encanta, pero no es lo único que quiero hacer.
A esa edad, tener a tres tíos que pasan cada noche escondidos tras los arbustos bajo tu balcón es muy turbio”
Su trayectoria como actor es poco habitual. Lo de Cincuenta sombras no salió del todo bien, pero luego vino La caza, que fue un momento crucial, y luego El turista, que tuvo mucho éxito. No pienso en eso. Te guías por tu instinto y por lo que tienes delante. Aprecio mucho cuando algo resulta un éxito, pero hay otras cosas que he hecho, posiblemente igual de potentes, que no han recibido la misma atención. También he hecho cosas que no eran geniales y que han recibido demasiada atención. Son picos y valles.
Debutó en María Antonieta. Fue una primera película increíble, ¿no? ¿Te puedes creer que fue mi primera audición? Tenía agente desde hacía cuatro días. Pero para nada estaba buscando actuar. Le tenía el ojo echado y sabía que tenía algo de talento, pero no lo perseguía activamente. Fue casualidad. El agente de mi novia de entonces, Keira Knightley, me dijo que debería intentarlo, así que fui a la audición y de repente me encontré tomando unas copas en el Bar Hemingway del Ritz de París con Sofia Coppola y la productora, Roz Katz. Nos tomamos un par de martinis y, sin darme cuenta, estaba en una película.
De Holywood, Irlanda, a Hollywood, California. No tenía ni puta idea de lo que estaba pasando, sinceramente. Un pasajero estaba viendo María Antonieta hace poco en un vuelo a Nueva York. Yo miraba desde atrás, fijándome en lo mío, pensando: “¿Pero quién coño es ese? ¿Y qué está haciendo?”
¿Notó que flaqueaba? Sí. Podía ver el miedo en mis ojos. Sofia fue bastante lista manteniéndonos a Kirsten Dunst y a mí separados. No nos conocimos hasta que nos vimos en el rodaje. Yo no sabía lo que estaba pasando, tenía que decir unas frases y no sabía cuándo decirlas. Fue un poco loco. Vi a Kirsten hace poco y nos reímos de lo asustado que estaba aquel día.
“No tengo ni idea de lo que la gente piensa de mí. Creo que ni sé lo que mis colegas piensan de mí”
Era muy joven y muy novato. ¿Qué le hizo pensar que sería capaz de hacerlo? Soy una persona muy decidida, tengo voluntad de triunfar. Como si tuviera fuego en el culo, como dicen en Belfast. Siempre me he sentido así. He hablado con terapeutas sobre esto, y creo que en parte es por no haber destacado en la escuela. Nunca padecí acoso, gracias a Dios, pero lo único que me importaba del colegio era el deporte y el rugby, dos cosas que a día de hoy me siguen gustando mucho. Si eres el renacuajo al que solo le gusta el rugby, el ambiente se pone difícil. Así que siempre lo sentí como una espinita clavada. Siento que constantemente tengo algo que demostrar. Y creo que a lo largo de mi vida he mantenido esa actitud de: “Jódete y mira esto”. Soy una persona muy competitiva. Si ahora tú y yo nos pusiéramos a competir lanzando canastas a esa papelera de ahí, créeme que me empeñaría en ganar.
No es normal que los modelos masculinos den el paso a la interpretación. Sólo se me ocurre uno, Boyd Holbrook. Dios, le ha ido genial. Solíamos quedar en Nueva York, íbamos juntos a antros de mala muerte. Siempre me costó relacionarme con otros modelos. No sentía que encajara. Yo quería hablar de rugby, y ellos querían hablar de skate y fumar maría. De nuevo, no sabía cuál era mi lugar. Hace poco me encontré con Boyd en un festival de cine y nos lo pasamos de locos. Fue bonito. Nos elogiamos mucho el uno al otro, que es muy típico entre actores aunque desde fuera pueda parecer horroroso. Pero creo sinceramente que Boyd está haciendo cosas estupendas. Estoy muy orgulloso de él.
Circulan unas fotos de Keira y usted encarnando la perfecta pareja celebrity de los 2000. Eran los tiempos de los paparazzi. El fenómeno estaba ya desbocado por aquel entonces. En verdad, era muy jodido. Era fuerte para mí, aunque podía sobrellevarlo medianamente, pero Keira era una cría. Ella tenía 18 años y yo 20 cuando empezamos a salir. A esa edad, tener a tres tíos que pasan cada noche escondidos tras los arbustos bajo tu balcón... es muy turbio. Así que si veo una de esas imágenes, cosa que hago a menudo en Instagram, porque me persiguen, me hace gracia la ropa que llevábamos, pero también pienso en lo terrible que era esa intrusión.
¿En qué suelen equivocarse sobre usted? Creo que se me da muy bien esconder la cabeza bajo el ala. No lo digo por decir, pero no tengo ni idea de lo que la gente piensa de mí. Creo que ni sé lo que mis colegas piensan de mí. En general no tengo ni puta idea, y me gusta que sea así.
¿Es porque no le importa? En cierto modo. Hago amigos con mucha facilidad. Tengo gente increíble en mi vida. Nunca me he peleado con nadie. Odio discutir. Se me da fatal, no digo ni mu. Puedo ser tajante con los hombres y ponerme a la defensiva, y también puedo puedo cabrearme conduciendo, pero en general estoy bastante en contra de los conflictos. Me he pasado la vida evitándolos.
Entonces, ¿qué valora? Valoro mucho más el tiempo que el dinero. Mi madre murió a los 50 años. No quiero solo trabajar, trabajar, trabajar.
Maquillaje y peluquería: Joe Mills J. Escenografía: Sean Thomson. Asistentes de fotografía: Damian Flack y Jake Milsom. Asistente de estilismo: Rui Santos. Asistente de escenografía: Rufus Wilkinson.