Crema de calabaza, hinojo y yogur
Una de las pocas cosas reconfortantes de la llegada del frío otoñal es que vuelven las calabazas. No entiendo por qué esta hortaliza tiene tan mala prensa en el lenguaje -hablo de las expresiones "dar calabazas" o la muy viejuna de llamar así a los suspensos- cuando la pobre es tan agradecida, y lo mismo vale para una sopa que para un dulce.
Cuando la utilizo en un plato salado, me gusta combinarla con algún ingrediente que aligere su dulzor natural, porque si no puede llegar un momento en el que pienses que estás empezando a comer por el postre. En esta crema, la acidez del yogur y la frescura del hinojo logran evitar que empalague, mientras que los condimentos la sacan del sopor macrobiótico: jengibre en minidosis para que no acabe sabiendo a colonia, y unas semillas de hinojo tostadas y machacadas que le dan el punto final anisado.
Estas semillas se suelen encontrar en tiendas de especias y herbolarios, aunque el otro día me sorprendió encontrarlas en un gran supermercado. Pero si no se da con ellas, una pizca de comino en polvo puede sustituirlas.
Dificultad: Para cabezas huecas como las calabazas de Halloween.
Ingredientes
Para 4 personas
- 1 kg. de calabaza
- 250 gramos de hinojo
- 3 yogures griegos (unos 375 gr.)
- 750 ml. de caldo de pollo
- 1 huevo
- 1/2 cucharada de harina de maíz (Maizena)
- 1 cebolla
- 1 cucharada rasa de jengibre fresco picado fino
- 1 cucharada de semillas de hinojo (o en su defecto, comino)
- 50 gr. de mantequilla
- Aceite de oliva
- Sal