Seis vinos tintos expresivos de la ‘mediocre’ uva malbec

La variedad francesa de uva malbec, originaria de la región de Cahors (Burdeos), donde se la conoce como auxerrois o côt, ha tenido un destino singular. Considerada en su tierra natal como una uva mediocre, útil principalmente como mejorante, ha sido empleada para compensar las debilidades de otras variedades más nobles, como el cabernet sauvignon y el merlot, gracias a su alto contenido alcohólico, su intensa carga frutal y su profundo color. A punto de extinguirse en Francia, en el siglo XIX emprendió su travesía hacia América, cruzando el océano Atlántico y, tras un viaje de 10.000 kilómetros, se asentó en Argentina, al pie de la cordillera de los Andes. Allí, encontró el reconocimiento de su potencial vitivinícola, ocupando actualmente el 22% de la superficie total de viñedos en Argentina, con especial concentración en Luján de Cuyo (Mendoza), y representando el 77% de la producción mundial de malbec. En el país sudamericano recuperó prestigio mostrando su poderío sin complejos, como evidencian vinos tan soberbios como Finca Piedra Infinita Supercal, de la bodega Zuccardi; o los vinos de Nicolás Catena Zapata. Luego, al calor de su prestigio mendozino, la malbec continuó su periplo por Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. Finalmente, llega a España a principios de siglo de la mano de viticultores y bodegueros audaces, particularmente en ambas Castillas, pero también en Cataluña, Extremadura, o Andalucía.

La malbec ha demostrado poseer una gran capacidad para adaptarse a diferentes climas y suelos, aunque prefiere sobre todo las zonas donde se dan marcados contrates térmicos del día a la noche: hace calor durante el día, tiene abundante luminosidad y escasas precipitaciones. Son condiciones de las que España está bien provista. Pero sigue siendo muy minoritaria, con apenas 213 hectáreas, de las cuales 128 se encuentran en Castilla-La Mancha, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En cuanto a su destino, mayoritariamente sigue la tradición francesa, como acompañante minoritaria de otras variedades más reconocidas.

Sin menospreciar ese papel subalterno, lo cierto es que la malbec puede dar origen a vinos de intensa y compleja oferta aromática frutal (moras, ciruelas) con suaves toques especiados (pimienta negra) y delicados matices florales (violeta). Tintos robustos, concentrados, de buena estructura, jugosos, con textura mórbida, aunque de acidez baja. No obstante, para que expresen esas virtudes y singularidades, y eviten su astringencia y tendencia a cierta rusticidad, es fundamental un manejo cuidadoso del viñedo que reduzca la producción y controle su vigor. Lo ideal es que se cultive en viñedos de altura, y que se aplique una enología respetuosa con su perfil ampelográfico. Aunque su presencia en España es todavía limitada, el futuro parece prometedor, especialmente en las regiones donde la altitud y el clima permiten una maduración óptima de las uvas. Se pueden conseguir tintos de tanta calidad como estos seis expresivos vinos procedentes de casi todas las zonas donde se cultiva la malbec.

CLUNIA MALBEC 2020

HABLA Nº 25 MALBEC 2019

CRISTINA 2022

L’AME MALBEC DE ALTOLANDON 2019

ALUMBRA 2020

BLAUET DELS AIGUAMOLLS 2022