Seis grandes vinos blancos (con poderío) para un verano gastronómico
Lo aconsejable es huir de los jóvenes, desenfadados, ligeros y de bajo precio y optar por los que tienen cuerpo, personalidad acusada, con crianza en depósito sobre lías finas
En las vacaciones veraniegas los vinos blancos son particularmente demandados en las zonas costeras, destino de la mayoría de españoles. Tanto en las comidas en restaurantes o en chiringuitos, los mariscos, pescados y arroces suelen ser los grandes protagonistas. La calidad de la materia prima de nuestras costas gallegas, cántabras, andaluzas y levantinas aconseja acompañarla con un vino blanco a su nivel gastronómico. No sirven los habituales blancos jóvenes, desenfadados, ligeros y de bajo precio. Al contrario, lo aconsejable es elegir un vino de calidad, sustancioso, con cuerpo, personalidad acusada, de característicos toques cítricos y salinos, con crianza en depósito sobre lías finas, o en barricas y fudres de roble, aunque siempre de manera moderada.
En todo caso, lo que resulta imprescindible es que el vino tenga la misma calidad, cuanto menos, del sabroso marisco o menú con el que vamos a celebrar nuestras vacaciones bajo el influjo de la brisa marina. Estas son algunas sugerencias donde la calidad se manifiesta en su carácter singular y se expresa la fuerte personalidad de la cepa y el territorio, vinos blancos de distinto perfil, elaboración y por supuesto composición. Es una buena ocasión para disfrutarlos.
Barón de Chirel Verdejo Viñas Centenarias 2021
Marqués de Riscal tiene una larga historia en la zona de Rueda, donde introdujo técnicas modernas y la variedad foránea ‘sauvignon blanc’. Le faltaba un blanco que expresara la potencia y singularidad de la verdejo centenaria. Este Barón de Chirel se beneficia de las soberbias uvas de viñedos segovianos de pie franco cultivadas en Aldeanueva del Codonal y Aldehuela, algunos a 900 metros de altura. Tras pasar por una doble mesa de selección, se somete a una crianza sobre lías de nueve meses en fudres de roble austriaco de 3.000 litros. Aroma elegante y profundo a fruta carnosa madura, con notas a flor seca y hierbas de monte que se funden con los recuerdos de pastelería, tostados y especias. Sabroso, denso, mórbido, de fresco final muy expresivo.
Pocas bodegas del Salnés puede alardear de poseer un tesoro vitícola como Zárate. En el pago El Palomar cultivan una pequeña parcela de cepas de 150 años de albariño plantado en pie franco sobre suelo granítico de escasa profundidad. Su mosto fermenta en un viejo fudre de 2.200 litros de roble francés de los Vosgos, de 15 años, donde permanece en contacto con sus lías finas durante tres meses hasta su embotellado. El resultado es un blanco poderoso, de gran complejidad y sutileza aromática, con una singular aportación de notas florales sobre fruta carnosa, hierbas aromáticas, heno, y leves recuerdos especiados. Sabroso, equilibrado, fresco y largo. Un albariño maduro en todo su esplendor.
O Luar do Sil, la bodega gallega de Pago de los Capellanes, elabora este soberbio blanco a partir de un mosaico de pequeñas parcelas situadas en Córgomo, a 350 metros de altura, con viñedos sobre suelos arcillosos de pizarras fragmentadas. En su elaboración participan distintos depósitos: acero inoxidable, huevo de hormigón, fudre de roble francés y barricas de 500 litros de acacia, donde fermenta y madura con sus lías durante ocho meses, para terminar con un largo afinado en botella de un año y medio. Aroma complejo y muy expresivo, a orejón de fruta carnosa, con un amplio abanico de notas florales, cítricos, brioche, ahumados y especias. Sabroso, intenso y largo.
Joan Ángel Lliberia es un mago de la garnacha blanca, capaz de extraer la expresividad y carácter a sus terruños de suelos arcillosos donde cultiva viñas de cepas viejas. Esta excelente materia prima le permite cubrir prácticamente toda la gama: vinos jóvenes y con crianza, todos de alta calidad. Pero consigue la excelencia con este vino que toma el nombre de un pequeño viñedo de menos de una hectárea ubicado en una vertiente bien soleada. La elaboración busca matizar y resaltar los intensos aromas varietales con una crianza de ocho meses en barricas nuevas de roble francés de 350 y 500 litros. Así, la fruta carnosa madura se adorna de notas cítricas y florales, de especias y leves tostados. Elegante, untuoso, de fresco y largo final.
Un blanco riojano singular, elaborado con la muy minoritaria variedad malvasía riojana. Lo hace Tom Puyaubert, creador de la bodega alavesa Exopto, fundada en 2003, con el objetivo de recuperar viñas viejas en las laderas de la Sierra Cantabria y del Monte Yerga. Las uvas proceden de un pequeño viñedo en San Vicente de la Sonsierra, con cepas de 80 años, que vinifica y madura durante 12 meses en huevo de hormigón de 950 litros. Aroma sugerente y expresivo, con elegantes notas florales adornando la amplia frutosidad, los recuerdos de bollería y terruño. Muy sabroso, tapiza el paladar con una agradable sensación de fresca persistencia. Muy gastronómico armoniza perfectamente con la mayoría de los platos estivales.
Este vino singular canario forma parte de la colección de vinos Paisaje de las Islas, un proyecto colaborativo liderado por el enólogo Agustín G. Farráis, de la bodega tinerfeña Tajinaste, a fin de ofrecer una oferta variada y significativa de los vinos canarios de las diversas zonas, así como de sus singulares variedades de uva prefiloxéricas, en este caso la forastera gomera, variedad local de la isla de La Gomera, cultivadas sobre suelos volcánicos en el municipio de Vallehermoso (La Gomera). A fin de mantener la expresión del varietal, las uvas se someten a una maceración prefermentativa en frío durante todo un día. Tras la fermentación en acero inoxidable, se evita que haga la maloláctica. Expresivos aromas frutales (pera, manzana, lima con notas florales silvestres). En boca resulta glicérico, con buena acidez y un final salino.
Periodista, escritor, y crítico enogastronómico. Premio Nacional de Gastronomía 2002. Es crítico enológico de EL PAÍS desde finales de los ochenta. En 1989 participó en la fundación de Slow Food, donde ha sido vicepresidente internacional y presidente nacional. Es autor de libros como 'El Libro del Vino' y 'El Libro de los Aguardientes y Licores'.